El PRI Sonora está en llamas. Y no porque esté renaciendo. No, más bien está a punto de consumirse en las llamas que “Alito” Moreno enciende cada vez que abre la boca. Desde su reelección forzada, la grieta en el tricolor se ha hecho un abismo.
En Sonora, los priistas ya no quieren seguir siendo arrastrados por un barco que, con Alito al timón, se dirige directo al fondo del mar.
Manlio Fabio Beltrones, el verdadero peso pesado del priismo sonorense, ya puso distancia de por medio. Y quién lo culpe. “Alito” ha hecho de las suyas, negociando descaradamente con Morena y haciendo migas con quienes se supone debería confrontar.
El PRI, con Beltrones al mando en Sonora, sigue siendo el PRI de las viejas glorias, el de los cuadros fuertes. Pero si se quedan bajo el yugo de Alito, van a acabar siendo una caricatura de sí mismos.
En Sonora, lo tienen claro: no necesitan a Alito. Es más, no lo quieren.
La dirigencia estatal, encabezada por Díaz Brown, lo ha dejado clarito: aquí mandan los sonorenses, no un campechano que llegó a desmantelar lo poco que quedaba de credibilidad en el PRI.
Alito puede mandar un delegado, puede amenazar con cerrar el grifo financiero, pero la realidad es que el PRI en Sonora está más cerca de ser un partido local independiente que seguir siendo arrastrado por las malas decisiones de su líder nacional.
La rebelión no es solo de unos cuantos.
Emeterio Ochoa, diputado local, ya ha dicho que Alito no manda en Sonora.
Son cada vez más los que se rebelan contra este pseudolíder, un hombre más preocupado por su propio poder y por evitar que le quiten el fuero, que por revitalizar al partido.
El problema de fondo es que la figura de Alito es tóxica, y si el PRI en Sonora quiere sobrevivir, debe cortar de raíz su influencia.
No es solo una cuestión de lealtad a Beltrones, es una cuestión de supervivencia política.
El PRI no puede esperar resurgir si sigue atado a un líder que se ha convertido en el hazmerreír de la oposición.
El reciente ridículo de Alito fue con López-Dóriga. Después de que el periodista expuso las negociaciones del PRI con Morena, Alito reaccionó atacando en redes, solo para ser bloqueado por López-Dóriga. ¿El resultado? Un espectáculo vergonzoso que dejó claro que el PRI, bajo Alito, ha perdido toda seriedad.
Si Díaz Brown y compañía quieren salvar lo que queda, el momento es ahora. Porque si siguen el juego de Alito, cuando el barco se hunda, se hundirán con él.
Sálvese quien pueda.