Hasta el jueves pasado, la consultora T-Research contabilizaba 1,792 homicidios dolosos desde que llegó Claudia Sheinbaum a Palacio Nacional.
En Sinaloa, 19 delincuentes fueron abatidos por el Ejército el pasado lunes; en Tecpan de Galeana, Guerrero, los militares ejecutaron a otros 17 criminales. En los enfrentamientos murieron dos policías municipales.
Usuarios de las redes sociales aplaudieron las dos acciones mencionadas. Así de harta está la gente de la impunidad que cobijó al crimen organizado en el sexenio de López Obrador.
Debajo de la información sobre los delincuentes abatidos se leían ayer innumerables mensajes de apoyo a lo que parece un giro en la actuación de las Fuerzas Armadas.
“Dios bendiga a nuestros soldados mexicanos, el pueblo está con ustedes”; “Gracias fuerzas armadas, queremos más resultados así”, “Viva el Ejército”; “Trabajo limpio y sin prisioneros”, pedía otro…
La sensación de que se acabaron los abrazos provoca alivio, principalmente en la población que vive desde hace años entre las balas de los criminales.
* Los resultados del aparente abandono de la estrategia de “abrazos, no balazos”, si se confirma, va a tardar en dar resultados.
La violencia que azota a buena parte del territorio nacional deriva, según los expertos, de la impunidad con la que actúan los sicarios de los cárteles de la droga.
Hasta el jueves pasado, la consultora T-Research contabilizaba 1,792 homicidios dolosos desde que llegó Claudia Sheinbaum a Palacio Nacional el 1 de octubre.
En Guanajuato, los malosos hicieron estallar dos coches bomba el pasado jueves en los municipios de Acámbaro y Jerécuaro, cerca de las instalaciones de Seguridad Pública.
Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, atribuye las explosiones a la disputa que mantienen el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel Santa Rosa de Lima.
Atrás en el tiempo, Sheinbaum llevaba apenas siete días en Palacio Nacional cuando decapitaron al alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos. Dejaron su cabeza en el techo de su vehículo y el resto del cuerpo en el asiento del conductor.
72 horas antes, los grupos criminales habían matado al secretario de ese ayuntamiento, Francisco Tapia, luego de terminar con la vida del capitán Ulises Hernández Ramírez, quien se perfilaba para ser el secretario de Seguridad del municipio.
Al padre Marcelo Pérez, cuya vida tenía precio, lo asesinaron a balazos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, veinte días después de que López Obrador se fue a su rancho. El autor material del atentado ya fue detenido.
El 13 de octubre fueron encontrados cinco cuerpos decapitados en una carretera de Ojuelos, Jalisco. Dos días después, otros cinco cuerpos se localizaron en la carretera Culiacán-Mazatlán. Cuatro de ellos estaban semidesnudos.
* La seguridad fue tema en la “mañanera del pueblo” el día de ayer. Un reportero le preguntó a la presidenta Sheinbaum si la explosión de coches bomba colocados en Acámbaro y Jerécuaro es “narcoterrorismo”.
La Presidenta respondió: “No se puede catalogar de terrorismo. El martes les informamos que quiere decir terrorismo y que quiere decir delincuencia organizada”.
Sobre el tema, Omar García Harfuch reconoció que los grupos criminales que actuaron en Tecpan de Galeana tienen un poder de fuego importante.
Habló de Barretts calibre 50 y de ametralladoras Minimi calibre 762. “Parte de la investigación es de dónde vienen esas armas”, puntualizó el secretario de Seguridad.
El gobierno de Sheinbaum va a ofrecer el martes un informe de seguridad para dar a conocer los resultados de la estrategia que se puso en marcha.
* Lo que vimos en el Senado la medianoche del jueves fue un circo, no una sesión parlamentaria. A Noroña se le fue el control de la sesión.
El desorden se impuso. El ruido subió de tono. Los últimos oradores declinaron su participación. No había condiciones para sesionar. Altavoces, sirenas, gritos de “no a la dictadura”, por un lado, y “es un honor estar con Claudia hoy”, por el otro, impedían las intervenciones.
Al pie de tribuna los senadores del oficialismo y los que representan a la oposición protagonizaron una guerra de pancartas. Unas decían: “Morena, la dictadura de Mexico”. Las otras replicaban: “PRIAN, la oposición moralmente derrotada”.
Así terminó la sesión en la que Morena y sus rémoras arrebataron a los mexicanos el derecho a ampararse contra reformas a la Constitución que apuntalan el régimen autocrático que nos heredó López Obrador.