El huracán Trump ha golpeado con fuerza al peso mexicano. La moneda latinoamericana se hundió esta semana por encima de las 20 unidades por dólar ante fuertes presiones internas y externas. En la antesala de las elecciones en Estados Unidos, el último choque contra la moneda lo ha asestado el alza en las encuestas del candidato republicano a la Casa Blanca y sus reiterados ataques contra México. Fiel a su estilo, el magnate ha amagado con imponner aranceles muy altos sobre las importaciones extranjeras, si llega a la Casa Blanca, y con renegociar el TMEC, un acuerdo comercial crucial para la economía mexicana. Los mercados no han tardado en reaccionar. El peso cerró la semana con una depreciación de 3,14%, cotizando alrededor de 19,89 pesos por dólar, con el tipo de cambio tocando un mínimo de 19,24 y un máximo de 20,02 pesos por dólar, su peor desempeño desde que se discutió y aprobó la reforma al Poder Judicial, en septiembre pasado.
A partir de las elecciones en México, el pasado 2 de junio, el peso ha vivido reiterados periodos de debilidad frente a la moneda estadounidense. Desde ese día a la fecha, la divisa se ha depreciado un 15,7%. Para la hemeroteca han quedado ya los tiempos del superpeso mexicano cuando la moneda arrancó de forma muy positiva este año. En marzo pasado, por ejemplo, se pregonaba a la divisa latinoamericana como la moneda más apreciada del mundo, con una cotización de 16,34 unidades frente al dólar. Ahora, las previsiones de los expertos apuntan a que a medida que se acerque la fecha de las elecciones estadounidenses, el peso puede caer aún más, a niveles de 20,50 unidades por dólar.
Con frases estridentes e iniciativas proteccionistas, Trump ha atizado el nerviosismo de los mercados. Las alarmas han escalado de la retórica a una probabilidad, tras la última remontada del republicano respecto a la contrincante demócrata, Kamala Harris, en las encuestas. Un escenario de mayor riesgo para México si se consideran los reiterados dardos que el empresario ha lanzado contra el país latinoamericano. Trump ha calificado directamente a México como una amenaza y asegurado que el país “no va a vender ni un solo coche en Estados Unidos”. Días atrás, afirmó también que tras ganar las elecciones escalará la prevista revisión del TMEC a una renegociación, lo que implicaría cambios sustanciales en el acuerdo actual.
James Salazar, subdirector de Análisis Económico de Ci Banco, explica que la volatilidad está lejos de apartarse para el mercado local y de hecho podría agudizarse tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el próximo 5 de noviembre. Sin embargo, también matiza que no anticipan un golpe tan fuerte como el que ocurrió con el primer triunfo de Trump, en 2016 —en ese entonces, la moneda cayó un 14%, cotizando en 21 unidades por dólar—porque ya no existe el efecto sorpresa. En esta ocasión, el mercado ya conoce a Trump y su manera de gobernar. “Ahora se piensa que muchos de sus comentarios son propios de campaña y realizados muy a la ligera, entonces, pensamos que no se repetiría ese escenario, pero aun así podría darse una presión y podríamos llegar a los 20,50 pesos por dólar”, comenta.
Las elecciones de Estados Unidos son un factor de presión para el peso, pero no es el único. En el tablero también juegan un cóctel de factores: la fortaleza del dólar ante la especulación de que la Reserva Federal será cautelosa para seguir recortando la tasa de interés, la implementación de las reformas constitucionales en México y el próximo presupuesto del Gobierno de Claudia Sheinbaum, con una desaceleración económica y el déficit fiscal más alto de los últimos 36 años como telón de fondo.
Puertas adentro, y ante una volatilidad en el tipo de cambio, Sheinbaum y su Gabinete han intentado mandar un mensaje de confianza y tranquilidad a los inversionistas. Esta semana, mientras Trump cargaba contra las importaciones mexicanas, la mandataria enfatizaba ante más de 200 empresarios mexicanos y estadounidenses que las condiciones para hacer negocios en México, bajo el amparo del TMEC, prevalecerán. “El tratado comercial nos complementa, no genera competencia entre nosotros. Nosotros tenemos la idea de mantener el Tratado con pocas modificaciones y este tratado iniciará su proceso de discusiones en el 2026″, declaró Sheinbaum, en el marco del CEO Dialogue, celebrado en ciudad de México.
Los mensajes de certidumbre y confianza lanzados por el Gobierno no han logrado calmar de todo a un mercado que también observa con estrecha cercanía el arranque de esta Administración, su proyecto económico y el avance de las recientes reformas aprobadas en el Congreso. En específico los cambios en la judicatura, con la elección ciudadana de más de 7.000 ministros y magistrados, y las modificaciones en las paraestatales energéticas, Pemex y la CFE, que en estos días han pronunciado su carácter como empresas públicas, borrando la reforma energética de 2013, cuando el presidente priista, Enrique Peña Nieto, abrió la entrada de jugadores privados a la generación de crudo y electricidad en el país.
Salazar enfatiza que más allá de los discursos, los empresarios se tomarán su tiempo y pausarán sus proyectos para ver si las promesas de imparcialidad y Estado de Derecho hechas por Sheinbaum y su equipo se cumplirán sobre el terreno. “No significa que las empresas no vayan a invertir, seguramente sí va a haber inversiones, pero quizá no al ritmo que debería o necesita el país”, advierte. El experto admite que será un cierre de año con mayores turbulencias de lo que se anticipaba en un inicio. CI Banco prevé un crecimiento de la economía mexicana de solo un 1,5% y un tipo de cambio en 19,20 unidades, para el cierre de 2024.
Las dudas de los inversionistas también se ciernen sobre el futuro de las finanzas públicas de México. Para disipar estas interrogantes, los empresarios aguardan el proyecto de Presupuesto Económicos de 2025, a presentarse en noviembre próximo por la Secretaría de Hacienda. Gabriela Siller, directora de Análisis de Banco Base, refiere que en este plan se conocerá cuánto planean ajustar el déficit fiscal y el nivel de deuda esperado al cierre del 2025, lo que dará a las agencias calificadoras más información para evaluar si se mantiene o recorta la calificación crediticia de la deuda soberana de México. “Este factor no presiona directamente al tipo de cambio en el corto plazo, pero crea condiciones propicias para que los participantes del mercado opten por reducir su exposición al peso mexicano, ante el riesgo de depreciación en los próximos meses”, indica en su análisis.
El consenso de los analistas apunta a un cierre de año con volatilidad. El mejor escenario para la divisa latinoamericana se dibuja con el triunfo en EE UU de la demócrata Harris, mientras que el peor llegaría con la victoria de Trump y un dominio del partido republicano en las dos Cámaras del Congreso. Sin embargo, esta fotografía se prevé poco probable, la mayoría de las quinielas apuntan a un Congreso dividido y con ello, el republicano, aun si ganara, no podría llevar a cabo todas sus iniciativas. Además, ahora existen otros matices que no estaban en 2016, cuando el magnate se alcanzó por primera vez la Casa Blanca. En este momento, el mercado se ha ido acomodando a esa posibilidad de triunfo del republicano y la experiencia indica que todos los mercados, incluido el mexicano, se terminaran acostumbrando al estilo de Trump. La moneda aún está en el aire.