Después de cuatro décadas al aire, Jorge Ramos sale de TelevisaUnivisión este diciembre. El conglomerado informó que de común acuerdo no tuvo lugar la renovación de su contrato de servicios profesionales. El periodista dijo que será hasta finales de año que comunicará cuáles serán sus nuevos planes a partir de 2025.
¿La partida habrá sido en razón de que gana más que López Obrador y que además desquita mejor su salario que nuestro mandatario? Sorna aparte, lo cierto es que si bien la censura no llega hasta Estados Unidos —al menos no a esos extremos—, dicha empresa de comunicación seguramente ponderó el mantener a un periodista que cubre México, particularmente para un público norteamericano y los millones de compatriotas que residen allá, pero que no es afín al régimen cuatroteísta (y viceversa).
Pero, de hecho, es bastante más que eso. Ramos ha sido presionado y calumniado de manera continua y creciente desde las mañaneras. La última vez hace unos cuantos días. Violando la ley de protección de datos personales, el primer mandatario dio a conocer datos sobre el sueldo del comunicador. Cifras falsas, exageradas y manipuladas, lo que se suma a que AMLO cometió una ilegalidad en plena conferencia de prensa.
Pero más allá de que al gobierno le sirvan de pantalla las falsedades que divulga sobre los sueldos de los comunicadores, los pone a estos y a sus familiares en la mira en un país convulsionado por la violencia y los convierte en secuestrables o, peor aún, asesinables. López Obrador se “disculpó” (demasiado poco y demasiado tarde), pero la intimidación ahí quedó y el haber puesto a Jorge Ramos en peligro también.
¿Qué tanto debe soportar un reportero, conductor, analista de opinión? Evidentemente cada quién pone sus propios límites, mas el cumplimiento de los mínimos estándares —normados en ley— debieran ser exigibles sin excepción al líder de una nación. Y cuando eso no ocurre, entonces podemos hablar de un gobierno autoritario conduciendo a un país en que no hay libertad de expresión y donde no vale decir “el que nada debe, nada teme”.
Este régimen ha estado actuando con virulencia contra los periodistas que exponen la corrupción, la ineficiencia o la deshonestidad de la administración pública. Al mismo tiempo, ha desestimado el asesinato de muchos comunicadores en estos últimos seis años. Ya son demasiadas coincidencias en los despidos de reporteros, periodistas y comentaristas que señalaron con pruebas las ineficiencias y las corruptelas de este gobierno.
La crónica de una dictadura anunciada, de un opresor en contra de la libertad de expresión, disfrazada de un “diálogo circular”, donde el único que tiene voz es López Obrador y los participantes —salvo honrosas excepciones— son un eco de sus dichos. Propagandistas a quienes no les interesa cuestionar al poder, indagando y corrigiendo cuando el discurso oficial no corresponden a la realidad.
E independientemente de la censura, está la persecución desde la Presidencia de México. Valdría la pena que el presidente historiador, sacara del olvido a Francisco Zarco, periodista independiente que llegó a ser parte del gabinete de Benito Juárez. Fue el primero en apoyar las causas defendidas por Juárez y también el primero en señalar sus errores y arbitrariedades; razón por la cual el Benemérito de las Américas terminó por despreciarlo. Como López Obrador desprecia a Carmen Aristegui, a Denise Dresser, a Sergio Sarmiento, a Joaquín López Dóriga y a tantos otros.
Imposible decir que las cosas antes estaban bien, solo que Regeneración Nacional prometió un cambio y sí lo dio, pero para una mayor censura.
Lo que se deja ver para el futuro inmediato del periodismo en nuestro país con ‘el segundo piso de la 4t’ no es halagador. La salida de Jorge Ramos es una mala noticia. El cerco aprieta cada vez más.
Giro de la Perinola
¿Quién seguirá en la ola de despidos? Se habla en redes sociales de Leo Zuckermann.
Y es que después de que el conductor optó por dar las gracias a todos los participantes en ‘La hora de opinar’ abiertamente críticos al oficialismo, ayer López Obrador cuestionó a Televisa e inquirió el porqué dicha empresa mantenía aún a Zuckermann al frente del programa “tras seis años de pronósticos fallidos…”. Si eso no es censura disfrazada de presión… Y claro, la pregunta de rigor: ¿cuánto gana Loret?