Estemos preparados. En parte por naturaleza, en otra por reaccionar a la tormenta ocasionada por el macuspano y su 4t, se viene una temporada de altivez, orgullo, falsa modestia, presunción, altanería, arrogancia, vanidad, envanecimiento, engreimiento, jactancia, suficiencia, pedantería, endiosamiento, aires, humos e ínfulas. La soberbia de Claudia Sheinbaum henchida de fatuidad.
Algunos dirán que es exactamente lo vivido estos últimos seis años. Después de todo, López Obrador se ha destacado por ser un presidente narcisista —digo, ya para que diga que inicio una cuarta transformación…—. Eso sí, desde una falsa modestia. Sin embargo, la soberbia que viene será más sofisticada. Además de intransigente a la crítica, partirá de tratarnos a todos como imbéciles.
Imaginemos la reelección de López Obrador (para todo fin práctico, él estará gobernando), pero encima en plan de hacernos menos. Ahí están las señales para quien quiera verlas.
Como con Altagracia Gómez, asesora de Sheinbaum. Apenas hace unas horas, en un foro con la iniciativa privada dijo: “quien no le apueste a México, perderá dinero”. Curioso. No hay que ir muy lejos (a Texas, por ejemplo) para encontrar que la publicidad para atraer inversión menciona que allá (en EU) sí hay certeza jurídica, no como en el país vecino (o sea nosotros). Habría que avisarle a Gómez (ella no había nacido) que, en 1982, José López Portillo dijo: “quienes no compren el petróleo caro de México, regresarán de rodillas”. Spoiler: nunca regresaron.
Del mismo estilito tenemos ya también a Gerardo Fernández Noroña. Muy ufano desde la presidencia del Senado espetó: “no hay poder sobre la tierra que pueda detener la reforma al Poder Judicial”. ¡Vaya arrogancia! Su tregua con la oposición, misma que anunció a todos los medios de comunicacion (primicia con Azucena Uresti), no duró ni 24 horas…
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El mismo Marcelo Ebrard. Dice que México es “friendly” con los dineros estadounidenses porque en la reforma no hay “nada en contra de la inversión extranjera”. ¡Vamos! A jugar al tonto a otra parte. No hace falta tener el IQ de Albert Einstein para saber que, con los cambios que vienen, los inversionistas se la pensarán dos veces antes de llegar a México. De hecho, Banxico señala (con cifras) que la reforma judicial SÍ detendrá la inversión en razón de que se van acumulando evidencias de la desaceleración económica e incluso el freno de la actividad productiva de nuestro país en ciertos rubros. Sin olvidar la presión en el tipo de cambio que se incrementó a partir del revuelo de la discusión de la reforma en comento.
Estamos ante una nueva versión del menosprecio de AMLO hacia la gente, pero desde la superioridad “científica”. ¿Notaron la respuesta que dio Sheinbaum a los estudiantes universitarios, a quienes recomendó “leer bien la propuesta” de reforma?
¿Por qué no les dio esa misma recomendación a legisladores como Cuauhtémoc Blanco o Sergio Mayer quienes antier votaron una reforma sin tener la menor idea de qué va? ¿Por qué quien presume de académica y universitaria no quiso sentarse con ellos y escucharlos? Prefirió tratarlos con altanería.
Se inaugura una era en que se nos tratará como memos y mentecatos. Pasaremos de “si no estás con la 4t, eres traidor” a “si no estás con la 4t y sus reformas eres tonto, inútil, imbécil, mal negociante”. Soberbia pura y dura.
E insisto, en parte la esencia de la futura presidencia se ve exponenciada porque su propio partido la sigue arrinconando y la lleva a tener que defender lo indefendible. La presidencia entrante reducida a oficialía de partes…
Estamos ante una crisis constitucional de gran calado en nuestro país. La presidenta electa ha decidido enfrentarla desde el auto-elogio y la soberbia.
Giro de la Perinola
Más soberbia. Lo leí de algún internauta en X: “pueden robarse el país (lo están haciendo), pero que no vengan con que son democráticos, que quieren fortalecer el Poder Judicial o beneficiar a los mexicanos. Enfermedad, pobreza, inflación, estancamiento, crimen, violencia, corrupción es lo suyo.”
– López Obrador: “me voy contento”, pero bien que deja un país convulsionado, en llamas y con una deuda aumentada en un 60% (aunque diga que es “solo” del 3%).
– Adán Augusto afirmando que la mayoría calificada en el Senado es “cuestión de interpretación”… Las matemáticas son exactas, le guste o no al legislador.
– Los diputados de la 4t coreando “es un honor estar con López Obrador”. Sí… pero no con el país.
– Rafael Guerra Álvarez, presidente del Poder Judicial de la CDMX, decidió confirmar la reforma judicial cuando ni siquiera el Senado la ha aprobado. Mala forma de apuntarse para ser ministro de la nueva SCJN.