Seis años de mentiras; de mentiras históricas. O menos, como diría Enrique Peña Nieto. Unos 10… Diez años de pregonar: fue un ‘crimen de Estado’, ‘fueron los militares’; de negar la verdad histórica de Jesús Murillo Karam, para… regresar a ella.
¿No? ¡Por supuesto que sí! Basta notar dos hechos: (1) a los detenidos procesados durante el sexenio anterior, este gobierno los dejó libres. Luego, hace pocos meses y semanas los ha ido aprehendiendo nuevamente; (2) los militares que inculpó el obradorismo fueron exculpados por Andrés Manuel.
Así que 10 años de falsedades y de sinvergüenzadas por parte de la 4t, particularmente la de haber generado esperanza en los familiares de los 43 desaparecidos/asesinados, sin ninguna intención real de cumplirles.
Más allá de evidenciar la corrupción de los gobiernos emanados del PAN y del PRI, si hubo una bandera sobre la cual se montó López Obrador para llegar a la Presidencia fue la de ‘los 43 de Ayotzinapa’. Esto último únicamente para cobrarse una venganza personal y encarcelar al ex fiscal del peñismo. En concreto, nada más se hizo.
Pero además, en ambos casos, el presidente mintió. Me refiero al combate a la corrupción y a dar con el paradero de los restos de los jóvenes normalistas. México es hoy más corrupto que hace seis años y, bueno, del caso de los 43 de Ayotzinapa mejor no hablamos.
Hay sólo una pregunta que vale, lo digo muy en serio: ¿a López Obrador le tomaron el pelo o estuvo en él encubrir los hallazgos de manera intencional? Lo único lógico y que hubiese sido válido era enviar a Alemania los cientos de restos óseos hallados desde un principio. Eso no se hizo a tiempo. Lo demás es historia.
Para mí, ese solo hecho describe lo alucinante de la perversión del gobierno. Este caso es icónico por lo mucho que las autoridades, cuyo mandato termina en un par de días, dificultaron y también pervirtieron la investigación.
Alucinante cómo López Obrador ha sellado esa perversión y maledicencia con una carta que les escribió a los padres de los estudiantes desaparecidos un día antes de que se cumplieran 10 años de la tragedia. El cómo en la misma, sin argumentos ni pruebas, vuelve a exculpar a los militares; cómo culpa a los abogados de los padres y a los mismos progenitores de los muchachos, y cómo también le endilga la responsabilidad a Claudia Sheinbaum.
Sin olvidar lo alucinante que resulta que el mismo Alejandro Encinas, con un desparpajo inquietante, sostenga: “encontramos decenas de fosas clandestinas que representan el hallazgo de 498 personas desaparecidas”, pero que no se relacionan con los normalistas…
Es tan normal encontrarse en este país fosas clandestinas, que el exsubsecretario de Gobernación lo comparte muy quitado de la pena…
Alucinante que López Obrador culpe a uno de los presuntos asesinos, Gildardo López Astudillo ‘El Gil’ (liberado por la 4t), y a una periodista, Anabel Hernández, de haber frenado las investigaciones.
Alucinante que, para la lectura de la mencionada misiva, no convocara a los padres de los estudiantes. A ellos los utilizó como candidato; ya como Presidente constitucional saliente, se aisló en Palacio Nacional tras tres hileras de vallas. Ayotzinapa es el epítome de la injusticia; injusticia propinada por Andrés Manuel y su Cuarta Transformación.