Cuando faltaban apenas horas para que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje el cargo y se lo entregue a Claudia Sheinbaum, la seguridad de ambos falló. En Tepic, Nayarit, las medidas de protección al mandatario saliente y la presidenta entrante fueron tan ineficientes que un trabajador del Poder Judicial pudo infiltrarse al hotel donde pernoctaron y logró subirse al elevador con ellos y cuestionarlos sobre la reforma judicial. Al bajar, el manifestante fue aislado por Daniel Asaf, jefe de la Ayudantía Presidencial, hubo empujones y gritos, mientras que Sheinbaum y López Obrador salieron como pudieron del hotel. El joven sólo quería protestar y no pasó a mayores, pero está claro que de haber un esquema de seguridad bien diseñado, nunca habría tenido la oportunidad de acercarse de esa manera y quedar dentro de un elevador con ellos. Más allá de la retórica de que el pueblo los cuida, deben tener una protección de nivel de jefes de Estado.
Nos dicen que trabajadores del Poder Judicial y grupos de la sociedad civil que apoyan su protesta contra la reforma lopezobradorista recién aprobada adelantarán el Día de Muertos con una megaofrenda. El peculiar altar será colocado mañana en el Monumento a la Revolución. Los asistentes, nos cuentan, vestirán de negro, para despedir el sexenio. Por más que la aplanadora de Morena y aliados haya aprobado las modificaciones a la Constitución, nos dicen, eso no significa que el movimiento de los trabajadores haya bajado los brazos, porque con las prisas para darle su “regalo” al Presidente saliente, los legisladores no pusieron atención en cuestiones técnicas que se verán descarriladas, por no mencionar la complicadísima elección de jueces, magistrados y ministros que tendrá que organizar el INE y que no sabe por dónde empezar.
Nos cuentan que la austeridad republicana ya le pegó a los trabajadores de más bajos ingresos en el Senado, la mayoría personas de la tercera edad, algunos con enfermedades, madres solteras y jóvenes, ya que el organismo gubernamental Fonatur, que ofrece su servicio de limpieza y mantenimiento vía el outsourcing que tanto criticó el gobierno saliente pero que no dejó de practicar, con la llegada de los nuevos liderazgos legislativos, ordenó un recorte masivo de cientos de personas que tienen salarios que rondan los 7 mil pesos mensuales. Aquí sí aplicaron la máxima de “primero los pobres”.
Nos dicen que quienes están felices de que Manuel Bartlett terminará su gestión al frente de la Comisión Federal de Electricidad son los integrantes de la cooperativa de LF del Centro, conformada por trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas. Nos cuentan que a pesar de los compromisos del poblano cuando fue senador para impulsar esta empresa de la economía social y al respaldo que le dieron cuando fue candidato y senador, don Manuel apenas llegó a la empresa estatal y se olvidó de sus aliados e incluso bloqueó los pocos contratos que tenían para privilegiar a las empresas privadas, incluso extranjeras, que tanto demonizó en su carrera política.