La reforma al Poder Judicial impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador ha generado una respuesta contundente por parte de la judicatura mexicana, que anunció una huelga nacional en rechazo a las propuestas que modificarían de manera radical el sistema judicial del país. Los diarios The Washington Post y The New York Times advirtieron que estos cambios amenazan la independencia judicial y podrían desestabilizar la relación comercial y de seguridad entre México, Estados Unidos y Canadá.
The New York Times informó que más de 1,400 jueces y magistrados se unirán a la huelga, que comenzó con miles de empleados de tribunales en todo México. Estos se oponen a la iniciativa de elegir jueces por voto popular, un cambio que, según críticos, podría permitir que personas con poca experiencia legal lleguen a puestos clave en el sistema judicial.
El Washington Post hace eco de las declaraciones de Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, quien expresó su preocupación sobre la reforma, argumentando que esta no garantiza un fortalecimiento del Poder Judicial y podría abrir la puerta a la corrupción política. Además, The Washington Post señaló que la posible destitución y elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular podría favorecer al partido gobernante, Morena, lo cual alarma a observadores internacionales.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Federación Latinoamericana de Magistrados también han expresado su rechazo a la reforma, alegando que viola derechos humanos y amenaza la independencia judicial en México. Human Rights Watch, por su parte, indicó que el verdadero problema reside en la disfuncionalidad y corrupción del sistema judicial, sugiriendo que el foco debería estar en mejorar las fiscalías.
En respuesta, López Obrador descalificó las críticas de medios internacionales como The Washington Post y The New York Times, llamándolos “pasquines” y acusándolos de estar al servicio de las oligarquías. El presidente mexicano defendió su propuesta de reforma, calificando las objeciones como “ridículas” y carentes de rigor científico.