En la antesala de fin de sexenio alguien debería hacer un corte de caja e informar al pueblo bueno y sabio el costo de este gobierno autonombrado de austeridad republicana y comparar la cifra con la anterior administración. ¿En qué área? En todas, empezando con la oficina presidencial.
Sin números a la mano podríamos adelantar que el actual régimen, con todo y su transformación, salió más caro que los anteriores gobiernos.
Pero mejor esperemos a los números.
No tardarán en salir.
Por ejemplo, podríamos comparar cuánto costó la presidencia de AMLO en relación con la de Peña Nieto.
Los diputados y senadores sería otra buena comparación.
Y, claro, no dejaríamos por fuera al Poder Judicial. ¿Cuánto gastan las ministras y ministros de la Suprema Corte afines y no afines a la 4T. Sería bueno, por ejemplo, comparar los gastos de la ministra del pueblo, Lenia Batres, con los de la presidenta, Norma Piña.
Y ya entrados en gastos, que vengan los gastos de las y los jueces, así como el cuestionado Tribunal Federal Electoral, que ya está en el ojo ciudadano.
Es del conocimiento general que el gobierno sale muy caro a los mexicanos. Como si fueran expertos muy cotizados en cada dependencia de la administración.
Por ello sería bueno conocer si se transformó esa simple matemática.
Si aparecen números rojos habría que empezar con recortes.
Empezando con los partidos políticos, que salen muy caros y nada aportan. ¿Por qué no desaparecen las prerrogativas oficiales y que se rasquen con sus propias uñas, al estilo gabacho? De todos modos buscan financiamientos ilegales.
Podríamos seguir con las fuerzas armadas.
La seguridad pública, insegura como siempre, pero muy onerosa.
La educación, con todo y su ola marxista que pretende crear un estado socialista.
En salud, ni se diga. Ufffff, con todo y Covid.
Vaya, hasta en deporte.
Y al final, como postre, saber el ahorro para que los recursos rescatados se orienten a los programas sociales.
Eso sí sería toda una transformación.
¿A poco no, presidenta Sheinbaum?