El hilo ha comenzado a romperse por lo más delgado. El esperado escándalo no involucró ni a mandatarios ni a funcionarios de los sexenios del pasado, en los que el fundador del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, ejerció su poder. El escándalo comenzó aquí y ahora y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, es el primer damnificado tras la captura o la entrega de El Mayo.
La carta dada a conocer por el abogado del narcotraficante revela que Ismael Zambada salió de su escondite para asistir a una reunión en la que, por invitación de Joaquín Guzmán López, hijo del célebre Chapo Guzmán, iba a mediar en el pleito por el control político de la Universidad de Sinaloa que sostenían dos “líderes políticos de nuestro estado”: el propio Rocha Moya y el exrector de la UAS y diputado federal electo, Héctor Melesio Cuén.
“Conocía una disputa entre Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex congresista federal, alcalde de Culiacán y rector de la Universidad de Sinaloa, sobre quién debería dirigir esa institución. Me dijeron que además de Héctor Cuén y el gobernador Rocha Moya en la reunión también estaría Iván Guzmán Salazar”.
El pleito entre ambos grupos de poder por el botín millonario —y también político que entraña la UAS— había escalado a lo largo de este año: contra los hijos de Cuén llovían denuncias y procesos penales; los hijos de Rocha Moya habían sido acusados de “aviadores” y cesados de sus cargos en la Universidad. Al mismo tiempo, trabajadores de esta casa de estudios le habían ido a gritar al presidente durante una de sus constantes visitas al estado. Para empeorar las cosas, un operador de Cuén y del partido que fundó, el Partido Sinaloense, había sido levantado en circunstancias extrañas por agentes estatales.
En la carta presentada por el abogado, El Mayo indica que acudió a la reunión escoltado solamente por cuatro elementos. Uno de ellos era el comandante de la policía del estado, José Rosario Heras López —quien se encuentra desaparecido desde ese día y del que luego se supo que había pedido vacaciones para ir a visitar a sus padres.
Solo cuatro elementos. Según deja entrever el documento, no se trataba entonces de algo que fuera tan extraordinario como para hacerse acompañar de un ejército. A expertos consultados les resulta revelador lo discreto de su escolta.
El gobernador Rocha Moya se ha defendido alegando que ese día no estaba en Sinaloa, que había salido con su familia, en viaje de un solo día, rumbo a Estados Unidos (voló, por cierto, en el avión de un empresario que ha sido señalado como socio de El Mayo). Pero en la carta hecha pública por el abogado de Zambada no se afirma que Rocha Moya haya estado en la reunión. Se dice solo que al narcotraficante le dijeron que el mandatario era uno de los que acudirían a esa cita.
Desde que el explosivo documento se hizo público salieron las voces de siempre a recordar que El Mayo es un narcotraficante, un asesino, un delincuente, y que sus dichos no merecen credibilidad alguna: que es obvio que su carta obedece a una estrategia legal.
Extraño recurso de quienes no dudaron nunca de la credibilidad de los “testigos cooperantes” que testificaron en el juicio de Genaro García Luna: narcotraficantes, asesinos, delincuentes.
Hace unos meses di a conocer en este espacio el testimonio grabado de alguien que no es un narcotraficante, ni un asesino, ni un delincuente, sino que fue operadora de alto nivel de Morena en Sinaloa durante el proceso electoral de 2021, María del Rocío Jocelyn Hernández Jiménez, quien reveló que el crimen organizado había enviado maletas repletas de dinero a la casa de campaña de Rocha Moya, e involucró en dichas entregas al hoy gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal.
Según los audios y videos de Hernández Jiménez que se han hecho públicos, el entonces candidato al gobierno de Sinaloa le habría recriminado a Américo Villarreal: “No seas cabrón, cómo me traes esto aquí…”.
A lo largo de los años se ha documentado la influencia de El Mayo Zambada en la política de Sinaloa. Dicha influencia alcanzó un instante mayor durante del gobierno de Mario López Valdez, cuyo secretario de Gobierno fue señalado insistentemente como brazo político de Zambada dentro de la administración estatal.
Un segundo momento fue documentado ampliamente durante las elecciones intermedias de 2021, en la que El Mayo palomeó y bajó candidatos, y en la que sus hombres operaron abiertamente en el estado para secuestrar operadores políticos de otros partidos en las horas previas a la jornada electoral y garantizar el triunfo de Rocha Moya —tal como lo detalló puntualmente el semanario Ríodoce, y tal como lo mostró el testimonio de una de las víctimas, dado a conocer el mismo año en esta columna.
El presidente López Obrador había dicho: “Nada de lo que declare (El Mayo) puede afectarnos”. Solo unos días después, antes de que comience su juicio, El Mayo Zambada ha enviado el primer misil: un mensaje directo a Rubén Rocha Moya y al partido al que ayudó a llegar al poder, además de una acusación devastadora: que Héctor Melesio Cuén, el enemigo de Rocha, fue asesinado en el mismo lugar y a la misma hora en que él fue secuestrado y llevado a Estados Unidos por una presunta traición del hijo de El Chapo.
López Obrador ha anunciado que Estados Unidos “no va a parar”. Que no es casualidad que la carta de El Mayo haya aparecido el día en que él y la presidenta electa tuvieron un acto público con Rocha Moya en Sinaloa. “Más claro ni el agua”, dijo.
El presidente sabe entonces lo que viene. Aun así, después de semanas de cautela, subió el nivel de su discurso: dijo que antes los Estados Unidos podían poner en el banquillo de los acusados a cualquier presidente, pero que ahora “ya cambiaron las cosas”.
Habrán cambiado las cosas, pero El Mayo ha puesto públicamente en la mira del gobierno de Estados Unidos no a Calderón, no a Peña, no a Salinas, sino al amigo y socio de AMLO –y en consecuencia a la 4T.
El Mayo ha comenzado por el aquí y ahora, con la clase de pruebas que tanto les gustan y tanto valoran nuestros vecinos.