A casi una semana del arresto del narco más poderoso del país, un dato sobresale entre la multiplicidad de especulaciones: se han registrado enfrentamientos entre bandas rivales en Baja California Sur, Nayarit y Sonora. Pero nada sucede en Sinaloa, donde desde el fin de semana se han ubicado 2000 efectivos militares.
Para el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, la quietud de Sinaloa, según menciona en privado, es la demostración de que Ismael “Mayo” Zambada se entregó en acuerdo con las agencias de seguridad de Estados Unidos. De no haber sucedido así, la entidad estaría bajo un clima de violencia desbordada.
Al igual que otras figuras del oficialismo, Durazo cree que las dudas sobre lo ocurrido en el arresto de Zambada se deben a un conflicto en Estados Unidos entre el FBI y la DEA. La teoría de la traición solo apunta a desmeritar a quienes concretaron la captura.
Como sea, Durazo atraviesa estas semanas con máxima cautela en materia de seguridad mientras que el gobernador sinaloense Rubén Rocha ya ha retomado su agenda de giras por el interior de la entidad de El Pacífico.
Otro detalle: en la última semana de agosto o la primera de septiembre Andrés Manuel López Obrador podría tener una gira a Sinaloa.
El gobernador aclaró días atrás que el avión en el que el capo aterrizó en Texas no despegó desde Sonora, como se había informado inicialmente. No lo dijo, pero Durazo está convencido de que la aeronave partió de Sinaloa.
Según entiende el gobernador, era prácticamente imposible que Zambada apareciera en Hermosillo, con su escolta habitual, sin que él mismo tuviera el dato.