Para que no le achaquen la basura que es y el desastre que ha creado en todos los ámbitos de la vida nacional, López Obrador se adelanta provocando lo que podría devenir en un rompimiento social, una crisis financiera de proporciones bíblicas y la salida de México del esquema político-financiero de Occidente. Es la vieja receta de quien se sabe menos. De quien no puede manejar su relación con algo o alguien que nunca mereció.
En política se trata de la típica reacción del inepto demagogo que está a punto de ser descubierto en sus carencias de todo tipo. En estos momentos tiene un mes para auto sabotearlo todo.
El comercio exterior de México fue en el primer trimestre de este año el equivalente al 71% del PIB. Conforme a los datos de la Secretaría de Economía federal, a mayo de este año, por cuanto al intercambio del maíz, México exporta menos del 10% de lo que importa; el déficit que arrastramos en el comercio de tan vital alimento es estratosférico.
Este ejemplo lo doy para ilustrar la verdadera razón detrás de que López Obrador declare ‘pausa’ en la relación con las embajadas de Estados Unidos y de Canadá en nuestro país. Por supuesto, ¿qué usa como excusa? Esto: “deben aprender a respetar la soberanía de México”…
Este régimen dedicó cinco años a derrochar uno a uno los “ladrillos” (ahorros, recursos, fideicomisos, finanzas) de la casa llamada México y este último en endeudarnos como nunca antes en la historia del país. Así que antes de ser descubierto como todo un fraude, al grito de “yo soy la víctima”, López Obrador culpa de las consecuencias de la mencionada auto destrucción (la joya de la corona siendo el capricho llamado ‘reforma al Poder Judicial’ (que un grupo de seudo legisladores le quiere dar como “regalo” de despedida) a nuestros socios comerciales, a las calificadoras, a los inversionistas, a uno que otro empresario y a la muy endeble oposición política.
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No importando todas las carantoñas que le ha conferido a López Obrador, Ken Salazar, el obsequioso embajador estadounidense, recibe un soplamocos. ¿No que entre gitanos no se leen las cartas? Por lo visto sí. Después de cuatro años de tratar con AMLO, el diplomático no parece haber entendido que el inquilino de Palacio solo está de acuerdo consigo mismo y con nadie más. Que lo está utilizando de distractor, de excusa y para consumo interno; para llamar al ‘pueblo bueno y sabio’ de México en una cruzada antiyanqui ahora que descubrimos que las ‘finanzas sanas’ de su sexenio nunca estuvieron sanas.
El batidillo en el que se está convirtiendo el país no se debe a los estadounidenses (de hecho, la historia muestra que tras décadas del PRI, la presión de la apertura democrática provino de los mexicanos demócratas, de los diversos partidos de oposición, pero también de Estados Unidos), a los canadienses, a los extranjeros varios; tampoco a la ministra presidenta Norma Piña, a los trabajadores del Poder Judicial Federal, a Carlos Loret o a Roberto Madrazo.
Los culpables de la descomposición de México son el primer mandatario, los cuatroteístas que lo han secundado y los ciudadanos que aplauden un deshonesto proyecto llamado ‘Cuarta Transformación’.
Giro de la Perinola
- No alucinen. Las apreciaciones objetivas sobre lo que significará, en la inversión de Estados Unidos en México, la sobrerrepresentación de Morena y aliados en el legislativo o la reforma judicial no es intervencionismo. El injerencismo es que otra nación accione o deje de accionar por nosotros. Todo lo que han ejecutado los morenistas en detrimento de México es responsabilidad exclusiva del oficialismo y de quienes lo apoyan.
- Andrés Manuel ata a Claudia Sheinbaum para pavimentar su retorno o alargar su estancia (ella se ha dejado). La destrucción institucional es un hecho, así que hablemos de la economía. ¿Qué específicamente significa lo que la presidenta electa repite como mantra: ‘la economía resistirá’?