Todo está listo para presenciar el último inning en el encontronazo Piña-AMLO. Spoiler: ella va a perder. Y es que la realidad nacional no es justa, ni siquiera porque se trata del Poder Judicia. En la vida no siempre gana el mejor.
Él empezó, qué conste. Después de todo, él es ‘el rey del deporte’.
Comencemos por decir que el ingrediente que faltaba para que se dé el mencionado enfrentamiento ocurrió ayer cortesía del INE. La mayoría de los consejeros electorales votó por la sobrerrepresentación de Morena y aliados en la Cámara de Diputados. Con ello —y dos curules más en el Senado— tendremos una reforma al Poder Judicial versión 4t.
La autonomía de esta rama del Estado —la más importante de las tres— desaparece, lo que se traduce en su pronta destrucción y el que Morena cuente con al menos 55 mil nuevas plazas de corte electoral para partir y repartir.
En el juego de la pelota caliente, las grillas políticas y los enojos viscerales, nadie le gana a López Obrador. Sella el destino del Poder Judicial y crea la tormenta perfecta. Una que va a arrollar también en lo personal a la ministra presidenta del tribunal supremo de este país.
Esta semana, AMLO la dedicó al caso —en realidad son dos— Salinas Pliego. Ante la respuesta del empresario al presidente (“seamos serios”), este último se lanza a presionar a la Corte y a la ministra presidenta Piña para que resuelva un juicio fiscal por 35 mmdp que adeudan las empresas de Grupo Salinas.
¿Por qué no lo pidió cuando su amigo Arturo Zaldívar estaba al frente de la SCJN?, ¿por qué esperar hasta el penúltimo mes de su sexenio para exigir algo que tuvo seis años para reclamar?
No deja de ser sintomático de la perversidad del primer mandatario y de sus verdaderas intenciones el que tenga prisa para que se obligue al empresario a pagar sus impuestos, pero no para que el Poder Judicial atraiga y resuelva sobre la deuda de Segalmex por 16 mil millones de pesos.
O como el presidente y su partido hicieron de las suyas para evitar que Felix Salgado Macedonio fuera juzgado, pero ahora le permiten a este amenazar a la constitucionalista Piña con llevarla a juicio político.
Acto seguido, en una suerte de respuesta absolutamente forzada, la ministra presidenta (con A) admite el recurso de Grupo Elektra para impugnar un crédito fiscal de mil 431 millones de pesos por omisión de pago de impuestos en 2008 y el expediente se le turna a la ministra Yasmín Esquivel (afín a López Obrador) para análisis y resolución. En otras palabras, dentro de la fuerte presión que se da entre poderes de la Unión (que ha incluido adjudicarle actos de posible corrupción), ella dice: “que corra el debido proceso y se agoten todas las instancias legales, aunque eso no le guste a la Cuarta Transformación…”. Por cierto, hay que decir que los asuntos que antes ya se resolvieron a favor de Salinas Pliego fueron llevados por la ministra copiona, no por la ministra presidenta…
Seamos claros: los tiempos judiciales NO los determina la constitucionalista Piña, como López Obrador y sus fieles quieren hacer creer al respetable público. En la mañanera él presumió le mandó a Norma Piña diciéndole que se apure con el caso referido. Mas este debe seguir el proceso, las pautas y los tiempos requeridos. Hay instancias jurídicas que agotar, lo que evidentemente desea ignorar quien mandó dinamitar al Poder Judicial. En este juego de percepciones, desafortunadamente Norma Piña tiene todas las de perder. Parte de la narrativa de descrédito manejada por López Obrador y secundada por muchos, es que la podredumbre se encuentra instalada —y casi exclusivamente— en el Poder Judicial y no es así.
De hecho, a López Obrador y sus próximos legisladores de Morena no les basta la reforma. Quieren, desean y buscan aniquilar también en particular al personal, a las figuras, a los ministros y algunos jueces. Arbitrariamente meterlos a la cárcel, si es posible. Vale decirles: ¡qué se cuiden!
¡Qué siga… la mediocridad!
La conformación de lo que será el gabinete de Claudia Sheinbaum empezó bien. Un grupo —algunos elementos en particular— que dejan ver su compromiso con México; una izquierda sólida y pensante encaminada a hacer que el país tenga herramientas para crecer y mejorar.
Sin embargo ese perfil se fue desdibujando al paso de las semanas con la integración de priistas (hoy morenistas) y de morenistas de viejo cuño (no pueden llamarse “puros” aunque quieran). Pareciera que la apuesta dejó de ser por México —ya ni siquiera por la futura presidenta— y está más destinada a alargar el obradorismo, hacer una mala copia de este, de su populismo autoritario o, en el mejor de los casos, de instaurar la mediocridad.
Algo así como el 10% de lealtad a ella y 90% de deshonestidad a México. Y supongo que no es necesario decir que aceptar un puesto sin la formación, la capacidad y la experiencia necesarias es corrupción; igual que ofrecerlo a alguien que no tiene esos elementos es cuando menos deshonesto.
‘El diablo está en los detalles’ y el anuncio de cada nuevo integrante de su gabinete ampliado no solo levanta una ceja (o dos), sino también deja entrever que no se estará privilegiando el conocimiento y sí dando cobijo a cuestionados personajes.
Leonel Cota Montaño, actual director de SEGALMEX. Él no ha hecho nada para transparentar y ayudar a resarcir el estado de la administración que heredó, pues aunque no era el director cuando una de los peores actos de corrupción de la historia de México se llevó a cabo, bajo su dirección sí sigue incrementándose paulatinamente el hoyo financiero antes creado. No lo digo yo, lo señaló la ASF. Las amplias mañas de unos sin duda —y con razón— desacreditan el trabajo de otros.
Nos encontramos también con que Tatiana Clouthier estará encargada del Instituto de Mexicanos en el Exterior. Ojalá ahora pueda apoyar a los connacionales en el resto del mundo, mas lo dudo conociendo que dicha ex funcionaria pública no pudo conocer siquiera la realidad de su propio país ni de la administración de López Obrador de la que formó parte.
Sheinbaum puso a cargo del ISSSTE a Martí Batres con el objeto de “nacionalizar” dicha institución. Parece ser que la futura mandataria no solo desconoce cómo se designa a los jueces, magistrados y ministros en Estados Unidos, sino también que desde que el ISSSTE quebró, subcontrató muchos de sus servicios de atención a hospitales y clínicas privadas, por lo que no hay mucho realmente que nacionalizar ni ‘soberanía interna’ que rescatar.
Esperemos, además, que el actual jefe de gobierno de la CDMX, no quiera —para enriquecerse aún más a costa del erario— abastecer de leche contaminada a dicho importantísimo sistema de salud (no deja de ser sorprendente que Sheinbaum haya decidido poner al mando de la importante tarea de la salubridad a una persona que jugó con la vida de niños y niñas). Asimismo, que los próximos ex gobernadores de la 4t que serán integrados a su gabinete ofrezcan mejores resultados que los que dieron a los ciudadanos de sus respectivas entidades (lo que no es pedir gran cosa).
Si a lo anterior sumamos la imposición por parte del presidente saliente de una aberrante reforma al Poder Judicial y la debacle económica que eso conllevará, tenemos que es alta la probabilidad de que ese gabinete —el ampliado por lo pronto— no pueda enfrentar el tsunami de múltiples daños e implicaciones que se avecinan.
Si la capacidad de estos hombres y mujeres está en duda, ¿quién de los designados va a sacar realmente a Claudia Sheinbaum y a nuestra nación del inminente atolladero? Me temo que ninguno.
Ya sabemos la caracterización que recién hizo el subcomandante Marcos de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. Me puedo imaginar cuáles serían, bajo el escenario obscuro de la realidad nacional que les acabo de describir, los motes que el guerrillero le daría al sexenio 2024-2030 de la presidenta. Espero equivocarme.