Los ingenuos –o que juegan a ser ingenuos– hacen maromas para justificar los pronunciamientos de Claudia Sheinbaum en sus recientes giras por el sur y sureste del país, donde bañó en elogios al “mejor Presidente de México”, al pie de dos catástrofes del obradorismo.
Nuestras fronteras, por el descontrol del Estado, son un peligro para nuestros vecinos y una desgracia para los mexicanos.
Y la política energética de López Obrador, tan aplaudida por la futura presidenta el fin de semana, es un lastre para las finanzas públicas y ahoga las posibilidades de invertir en lo que sí se necesita.
En su presidencia Sheinbaum va a tener que caminar con los grilletes que ahora ensalza. No podrá decir que los desconocía ni que marcó distancia de aquello que le va a dificultar su gobierno.
Tampoco tendrá la excusa de culpar al pasado, como hace AMLO. El pasado de Sheinbaum será López Obrador.
Podría abstenerse de ir a las giras, o en sus declaraciones poner énfasis en lo que hizo bien el actual Presidente, como es el crecimiento de los salarios reales.
Sheinbaum va a heredar una crisis en las fronteras, producto de la irresponsabilidad de López Obrador al haber dado manga ancha a los cárteles criminales, y simpatizar ostensiblemente con uno de ellos.
Basta hojear los periódicos para constatar que familias mexicanas huyen a Guatemala por la violencia de los cárteles que luchan por apropiarse de la frontera.
El Ejército de Guatemala –vi las fotos en La Jornada– desplegó tropas de sus fuerzas especiales en el departamento de Huehuetenango, donde hicieron trincheras con ametralladoras que apuntan hacia el territorio mexicano.
La frontera norte del país es considerada un peligro por Estados Unidos, pues ahí llegan decenas y cientos de miles de personas de distintas nacionalidades que son transportadas por cárteles de traficantes de seres humanos.
El gobierno del “mejor presidente de México” no sabe o no puede ejercer su autoridad en el territorio nacional. Somos tema clave en la campaña electoral en Estados Unidos.
Trump alardea que obligó a AMLO a desplegar 28 mil soldados en la frontera. Anuncia que va a bombardear los principales nidos de narcos en México.
Kamala Harris podrá decir que el gobierno demócrata tiene preso en Estados Unidos al principal narcotraficante de México, sin necesidad de desplegar tropas en el país vecino. Sólo hay que hacerlo sin informar a las autoridades de la ‘4T’.
En la conferencia matutina de ayer López Obrador se refirió al traslado del Mayo Zambada a Estados Unidos, y acotó que “en este asunto tenemos que cuidar hasta tener (información) oficial porque es un asunto delicado”.
¿Información oficial de lo que ocurre en México? Esa la debe tener y dar él. ¿O el gobierno de Estados Unidos? Qué desastre.
La presidenta Sheinbaum va a heredar esa crisis, en un país con 200 mil mexicanos asesinados durante el gobierno al que aplaude con desenfrenado entusiasmo.
En Veracruz se refirió a “Petróleos Mexicanos, ese orgullo que nos heredó el general Lázaro Cárdenas y que nos devuelve el presidente Andrés Manuel López Obrador. Seguiremos avanzando en la eficiencia de las refinerías actuales, todavía más”.
Pero el tal avance en la “eficiencia de las refinerías actuales” ha dejado pérdidas cercanas a un billón de pesos en el actual sexenio.
El “orgullo que nos devuelve el presidente López Obrador”, es decir Pemex rescatado, produce menos y debe 30 mil millones de dólares más que al cierre de 2018. Deuda de corto plazo que se tendrá que pagar en el gobierno de la Doctora.
Su gobierno, el de Sheinbaum, tendrá que pagar a proveedores de Pemex 362 mil millones de pesos que la actual administración no ha pagado. Debe.
¿Tiene solución el problema de Pemex?
Desde luego que sí. La salida está en la inversión privada en el sector energético.
Pero la Doctora promueve un paquete de reformas constitucionales que son abiertamente contrarias a la iniciativa privada: entregar al Ejecutivo el control del Poder Judicial y desaparecer los organismos reguladores autónomos.
Ella podría pasar a la historia como una gran presidenta de México, si se sacude atavismos ideológicos y opta por el pragmatismo científico en sus decisiones.
Lo que hemos visto hasta ahora apunta en sentido contrario: masoquismo, dogmatismo y obediencia ciega a un líder destructor e intolerante.