La historia siempre juzga, para bien y para mal. Con los cambios constitucionales que se vendrán en cascada, ojalá le vaya bien a México y a los mexicanos. El primer paso se dio con la mayoría calificada en San Lázaro. Así, Morena y aliados podrían incluso hacer otra Constitución. Ahora sí viene un cambio de régimen, con la reforma al Poder Judicial y la desaparición de los organismos autónomos, INE incluido, se militarizará al país y hasta podrían eliminar al Banco de México.
Obviamente, con un cambio de régimen vendrán los temores del capitalismo, nacional y extranjero, con peligro de una fuga de capitales y los inversionistas extranjeros ya no invertirán en México. Los que ya tienen tiempo operando en el país seguramente concederán un plazo prudente para tomar una decisión, de continuar o retirarse con todo y chivas.
El gobierno tiene poco tiempo para convencer a los grandes capitales de seguir invirtiendo en México. Nacionales y extranjeros.
Por el momento se huele temor. El clima se siente enrarecido y hasta tóxico.
La noticia tardará en ser digerida por el pueblo. Por lo pronto, con siete votos a favor y cuatro en contra, el Consejo General del INE aprobó la distribución de diputaciones federales plurinominales, por lo que se concreta la mayoría calificada de Morena, PVEM y PT en San Lázaro, con 364 de las 500 curules.
Ahora tendrá la última palabra el Tribunal Electoral. La fecha límite es el 29 de agosto, pues los partidos de oposición impugnarán.
También el INE aprobó la nueva integración del Senado, por lo que los partidos de la 4T tendrán 83 escaños, de los 128, y necesitarán tres más para lograr la mayoría calificada.
Liderazgos de la 4T se ufanan que ya amarraron a esos tres futuros senadores. Y quizá más.
La mal llamada oposición tiene un reducido margen de maniobra. Como su rol en este cambio de régimen será testimonial, una de las pocas salidas sería renunciar a sus diputaciones y senadurías para mostrar al mundo que los responsables de los posibles fracasos económicos y crisis financiera, son el presidente saliente, la presidenta entrante y el Poder Legislativo.
¿Tendrían el valor de hacerlo?
Si no lo hacen, ellos, los legisladores opositores, también serían responsables de una eventual ruina para todos.