· · ·
La carta difundida por el abogado de “El Mayo” Zambada puede empezarse a leer por el final. “Hago un llamado a los sinaloenses a la mesura y a mantener la paz en nuestro estado. Nada se resuelve con violencia. Ya hemos recorrido ese camino y todos perdemos”, son sus últimas líneas.
La misma lectura inversa conduce a la petición del esclarecimiento de un homicidio y dos desapariciones; el asesinato de Melesio Cuén y la desaparición de los guardaespaldas del capo, uno de ellos policía estatal en activo. Cuatro delitos en uno: un secuestro, un asesinato y dos desapariciones en territorio sinaloense.
Al llegar a los primeros párrafos, si se siguiera esa lectura invertida, se redondea a la figura: “Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado”. “El Mayo” mediador de un conflicto político entre su amigo Melesio Cuén y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha.
Puede ser que la carta sea parte de una estrategia para construir una verdad jurídica que no necesariamente sea la verdad de los hechos. Por eso hay que leerla al revés.
La carta estalla y se amplifica ante la evidencia del pasmo oficial mexicano frente a la entrega de “El Mayo”. En ese silencio, el dicho criminal ocupa el espacio. Y el mango del sartén hirviente está en manos del gobierno estadounidense, con narrativas útiles y corrosivas.
Zambada confirma: los que han gobernado Sinaloa desde hace décadas, desde el neoliberalismo, son ellos mismos. Y reafirma: igual fue en este sexenio.
La carta es póstuma. Y no solo de él. Del sexenio que termina.
· · ·
Rubén Rocha debe pedir licencia a su cargo de gobernador y colaborar en las investigaciones. No es la carta de un paisano. Es la narrativa construida alrededor de un tema de política de Estado, de la vigente.
La carta de “El Mayo” sentencia, también, su gobierno. El problema no es la reunión o una cita fallida, a la que Rocha asegura no haber asistido y de la que “El Mayo” solo refiere la presencia de Cuén, sino el aroma que despide.
· · ·
El cierre de la administración del viejo gobierno (o el gobierno que se va) ya arrastró a la administración que todavía no asume pero que ya sufre la herencia. En ese marco, la nueva Presidenta tiene ante sí no un cambio de narrativa sino una auténtica modificación de perspectiva.
Envuelta en anuncios de proyectos de inversión pública, trenes, carreteras, nuevas energías, la Presidenta no ha transmitido su visión de los dilemas más agudos: las finanzas públicas y la política de seguridad.
Ha sido advertida de manera contundente con el asesinato de Milton Morales, uno de los policías estelares de la nueva estrategia de seguridad, del calibre del desafío.
Y ahora sobre el gobierno de Sheinbaum se cierne la condición de rehén del juicio de “El Mayo”. Si la carta póstuma ya cimbró, las acusaciones públicas y su defensa ante la corte neoyorquina serán el amago que tenga a raya a la futura administración.
No todo es lema y apología.