38 días y contando… Claudia Sheinbaum se inaugurará con una crisis que guardará muchas similitudes con las vividas en el 82 y el 94. Luces de alerta se prenden en torno a la inflación, el nulo crecimiento (0.2% en el segundo trimestre de este año), las señales encontradas que envía Banxico y una moneda cuya fortaleza no ha dependido de la 4t (se vienen días poco gratos para nuestra moneda, la cual hoy alcanza niveles de 19.60 pesos por dólar).
Las voces de alarma más educadas vienen de fuera; son honestas y no caen en el amarillismo (el martes, la multinacional financiera Morgan Stanley redujo sus recomendaciones de inversión en el largo plazo para nuestro país).
Las posturas críticas de la comentocracia mexicana solo las secundan y les añaden contexto. ¿Cómo cuáles contextos? La violencia exacerbada en el sur de México que hace huir a chiapanecos a Guatemala o los casi 200 mil homicidios violentos en lo que va del sexenio.
Pero antes que todo lo anterior y más importantemente, las excentricidades que tienen como origen una y exclusivamente una sola persona. La más significativa de ellas, la propuesta de reforma al Poder Judicial.
El anuncio de la aniquilación de esa rama del Estado ha puesto en pausa la inversión extranjera en nuestro país.
Aunque López Obrador diga que la reforma no ahuyenta a las inversiones, hay preocupación por parte de nuestros socios del T-MEC (Canadá y Estados Unidos) y también por lo que a la banca internacional se refiere. Ya para que el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar —quien siempre encuentra la forma de apoyar a López Obrador—, diga que la “reforma judicial es un riesgo para el funcionamiento de la democracia en México”, debería poner a pensar a más de uno.
Encima no olvidemos las deudas que tiene que hacer frente Pemex (Hacienda y nuestras contribuciones fiscales)…
El pueblo no tiene porque estar consiente de todo esto; de hecho no lo está. Así, si uno le pregunta si se encuentra esperanzado con un sexenio que está por comenzar, la respuesta es que sí (vea usted los resultados de las encuestas ‘ClaudiaMetrics’ publicados aquí en SDPnoticias). Pero la sociedad no es sabia; gusta de lo popular, no necesariamente de lo que le asegurará estabilidad o mejora económica. Y si algo garantizan los cambios propuestos a nuestro andamiaje institucional como nación (la desaparición de órganos constitucionales autónomos y del balance de poderes de la unión) son precisamente las sacudidas.
Igual que es equivocado pensar que la sociedad siempre sabe lo que le conviene, también es falaz pensar que los resultados electorales significan un cheque en blanco para hacer locuras, un voto de confianza sin fecha de caducidad o el permiso para instaurar un sistema político de corte más bien totalitario.
Los augurios de que si ganaba Morena en el 2018 se acababa la democracia fueron ciertos, tan ciertos que AMLO gobernó de forma autoritaria.
A López Obrador le entregaron un país sin crisis y en marcha. Ergo, ¿qué busca con provocar todos los males y la incertidumbre que anteriormente he descrito? Para mí que la respuesta es solo una: activar una situación crítica, inmanejable para una administradora pública neófita en los tejes y manejes de la sucia política. Pavimentarse el camino para retornar como salvador por aclamación popular.
Giro de la Perinola
Ya lo he hecho en otros textos y hoy vuelvo a preguntar: ¿quién se chamaquea a Claudia? Yo estoy de acuerdo con que la señora estudió ciencias y no instituciones públicas o derecho. Pero sugerirle que ponga mensajes en redes sociales que la hacen quedar como mentirosa o como ignorante, está mal. Muy mal. Lo que escribió ayer en X es como para alarmar a cualquiera, no solo a sus críticos más feroces.
¿O será que ella busca contribuir a que, en comparición, AMLO se vea más capaz? ¿Tanto así que el plan sea autosabotearse ella para que él vuelva y la releve de su cargo?