HISTORIA DE LA SEMANA

¿Por qué la ultraderecha no prospera en México?

La derecha política en México enfrenta desafíos históricos y sociales que impiden su consolidación.
Foto: En el segundo día de reuniones de la CPAC, Donald Trump, ex presidente estadunidense, envió un mensaje por video. Foto José Antonio López. 2022.

En nuestro artículo anterior, “La nueva ola conservadora no es solo de boomers: Jóvenes se pasan a la ultraderecha”, exploramos cómo las recientes elecciones europeas reflejan un aumento en el apoyo a los partidos de extrema derecha. Figuras como Marine Le Pen en Francia y Donald Trump en Estados Unidos han capturado la atención y el apoyo de las nuevas generaciones, mientras que en México, el fenómeno parece no tener la misma fuerza.

En México, la ultraderecha no ha logrado el impacto que tiene en otros países actualmente. A pesar de los esfuerzos de figuras como Eduardo Verástegui, la estructura del país ha sido un obstáculo para su avance. Desde la fundación del PAN en 1939, la derecha ha tenido una presencia relevante, pero la extrema derecha ha encontrado un camino mucho más complicado.

Eduardo Verástegui regala imagen de la virgen de Guadalupe a Javier Milei. 2023.

Movimientos radicales y candidatos independientes se enfrentan a un sistema electoral hostil que no quiere a nuevos actores políticos. Los interesados en buscar ser candidatos, deben recolectar firmas equivalentes al 1% del electorado, distribuidas en al menos 17 estados, lo que representa un desafío titánico si no tienes los recursos y la gente de un partido político. Verástegui, por ejemplo, solo logró el 14% de las firmas necesarias.

Históricamente, la política mexicana ha estado dominada por PRI, que mantuvo un monopolio político durante gran parte del siglo XX. El PRI absorbió tanto a la izquierda como a la derecha, evitando la polarización extrema y limitando el espacio para movimientos radicales. Esta “estabilidad política”, ha creado un entorno donde las ideologías extremas encuentran poco terreno fértil​​.

A diferencia de países como Estados Unidos o Brasil, en México hay una cultura liberal, lo que dificulta que los mensajes ultraconservadores y reaccionarios resuenen ampliamente en la sociedad. Las posiciones ultraconservadoras, a menudo vinculadas a la religión, no tienen el mismo impacto en un país donde el movimiento LGBT, el feminismo y la legalización de las drogas están en la conversación nacional.

Además, la situación económica actual en México aún no está tan afectada como para que sea un factor. Aunque con deficiencias y mucha incertidumbre, el país tiene inversiones y exportaciones, México no enfrenta una crisis económica que pueda orillar a los votantes a buscar una solución drástica, como sucedió en Argentina o en El Salvador con el problema de los pandilleros.

En las recientes elecciones presidenciales, la oposición sufrió una derrota que causó un trauma entre sus miembros. Gabriel Quadri señala que la incapacidad de la oposición para conectar con las necesidades y preocupaciones del pueblo mexicano fue un factor clave en su fracaso. Aunque hubo irregularidades y delitos electorales, la realidad es que la oposición no supo reivindicar los avances del pasado ni presentar un proyecto ideológico firme.

Morena sigue ganando la batalla cultural, posicionándose como el partido dominante en la mente de los votantes. Para que un nuevo partido o movimiento crezca en México, es crucial que evite los errores y obstáculos que han enfrentado otros. Esto incluye superar las barreras del sistema electoral, conectarse genuinamente con las necesidades y preocupaciones del pueblo, y construir una visión coherente y atractiva que pueda rivalizar con la narrativa establecida por Morena. Solo así podrán aspirar a un espacio en el escenario político.

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