El presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró este fin de semana que sus obras de infraestructura prioritarias no quedarán pendientes, no obstante, el estatus de estos proyectos deja ver exactamente lo contrario, sobre todo en el caso de la Refinería Olmeca y del Tren Maya, que dependerán plenamente de la nueva administración para dejar de ser una mancha de la 4T y convertirse finalmente en ese legado que tanto anhela el fundador de Morena.
El complejo petroquímico ubicado en Dos Bocas es la principal piedra en el zapato de AMLO, en cuanto sus obras se refiere. A diferencia de los otros proyectos, en los que a cualquier costo pueden poner un avión a volar o un convoy de ferrocarril a rodar, en la refinería no ha podido conectarse la tecnología para refinar petróleo, a dos años de que se inauguró oficialmente y a tres meses de que culmine el sexenio.
A pesar de que el director de Pemex, Octavio Romero, ha manifestado que antes de finalizar julio estará en funcionamiento la primera línea de refinación, los expertos aseguran que esto sucederá realmente en el último trimestre del año, en el escenario más optimista. Así que si López Obrador quiere presumir la producción de ese primer barril, deberá pedir autorización y robar cámara a Claudia Sheinbaum, como presidenta en funciones.
El asunto es más complicado que una deferencia de Sheinbaum a AMLO. La realidad es que el equipo que tomará las riendas de la administración pública federal no está convencido de que la Refinería Olmeca sea un proyecto que se deba presumir, principalmente por su pésima planeación y manejo presupuestario, que lo llevaron a incrementar en más de 100% los 8 mil millones de dólares en los que su construcción se había estimado.
Además, aseguran fuentes cercanas al proyecto petroquímico, este lleva unos meses prácticamente abandonado, desde que la exsecretaria de Energía, Rocío Nahle, se fue a hacer campaña por la gubernatura de Veracruz. La paradoja es que a pesar de que Nahle abogó para que a Dos Bocas se le asignaran más y más recursos, ahora arrastra grandes subejercicios.
En un estatus similar se encuentra el proyecto del Tren Maya, con subejercicios por cerca de 80 mil millones de pesos, a pesar de las presiones de Palacio Nacional y de la Secretaría de la Defensa Nacional. Esta obra tiene un presupuesto de 380 mil millones de pesos. Para este año se le tienen reservados otros 120 mil millones, de los cuales más de la mitad no se han ejecutado.
El Tren tampoco puede considerarse un objetivo cumplido. Durante su concepción se dijo que si el gobierno llegaba a invertir en éste más de 450 mil millones de pesos la obra no sería rentable. Los números hablan por sí solos. En cuanto a funcionalidad no ha sido un detonante del turismo y su velocidad máxima de 120km/h lo hacen un medio de transporte poco útil para los habitantes de la región. La apuesta de Sheinbaum es a que tenga una vocación de transporte de mercancías.
Con menor dependencia, pero también con mucho trabajo por hacer, el equipo de Sheinbaum recibirá el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el cual empieza a lucir como un “elefante blanco” a pesar de que la administración de López Obrador asegura que ya superó el punto de equilibrio. En el primer trimestre del año se obtuvieron utilidades de 78 millones de pesos, por movilizar a 1.1 millones de pasajeros, una cifra mínima para un aeropuerto internacional.
El nuevo gobierno también heredará el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, el único que vale realmente la pena. La modernización de las vías de comunicación y el inicio de la construcción de siete de los 10 polos de desarrollo que se localizarán entre los dos océanos lo hacen atractivo; no obstante, por lo estratégico de la infraestructura, el éxito de este proyecto dependerá de la estrategia de seguridad.
Posdata 1
En medio del debate por la reforma judicial y los foros a los que acudieron las y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) la semana pasada, la presidenta del máximo tribunal, Norma Piña, dio una entrevista al medio español El País, en la que habló de sus diferencias con los otros dos Poderes de la Unión (el Ejecutivo y el Legislativo), su forma de ejercer el cargo, sus convicciones y posiciones como titular del Consejo de la Judicatura Federal y lo que espera de la reforma al Poder Judicial de la Federación.
Las respuestas de Piña tienen un dejo de defensa personal; como si con una entrevista y una serie de comunicados se pudiera resolver la situación de crisis e incertidumbre que se vive al interior de todo el Poder Judicial. No solo eso, la presidenta de la Corte defendió su estrategia de comunicación con los otros Poderes de la Unión a través de “oficios”, y aseguró que no se arrepiente de nada en su actuar como titular del CJF y de la SCJN. Ni una sola autocrítica en una entrevista larga, en la que se le formularon muchas preguntas con rigor periodístico.
La postura de Norma Piña preocupa a los integrantes del Poder Judicial y a algunos de sus pares, ministros y ministras de la Corte. Consideran increíble que la presidenta del máximo tribunal de justicia del país no tenga interlocución con los titulares de los otros poderes y que defienda su estrategia de negociación a través de “oficios”. El titular de la entrevista es “Estamos negociando y me voy a dejar la piel para mejorar la reforma judicial”, pero “con sin su piel”, lo cierto es que tiene cero margen de maniobra porque prácticamente nadie de los que están elaborando la reforma judicial le toma la llamada a la presidenta de la Corte.
Piña convocó el fin de semana a los coordinadores de jueces y magistrados federales. En dicha reunión, los juzgadores escucharon su discurso de oposición a la reforma. La convocante solicitó escribir en hojas sus propuestas para hacerlas llegar al Legislativo. Según algunos de los presentes, los coordinadores se retiraron con más incertidumbre, preocupación y desánimo que como llegaron, al ver la actitud de rompimiento con los otros dos Poderes de la Unión y la imposibilidad de poder negociar algo más que la votación escalonada de jueces, magistrados y ministros.
Posdata 2
El subsecretario de la Secretaría de Hacienda, Gabriel Yorio, está enfocado en su estrategia de refinanciamiento de la deuda pública para entregar a la próxima administración un mejor perfil financiero, de manera que las calificadoras de riesgo crediticio no ejerzan presión tan pronto arranque la administración de Claudia Sheinbaum.
“Hicimos dos operaciones simultáneas en el mercado de dólares y en el mercado de pesos, lo hicimos precisamente para tratar de disminuir los vencimientos que tiene la siguiente administración”, dijo Yorio la semana pasada tras su participación en el evento “El rol de la Banca Multilateral en el crecimiento económico de la región”.
Según el subsecretario, prácticamente ya se “pateó” al 100% la deuda externa que se tendría que haber pagado en 2025, lo que significa que la siguiente administración no va a tener que pagar amortizaciones el siguiente año.
El 13 de junio, Hacienda informó que realizó un refinanciamiento de deuda en el mercado local en instrumentos de tasa fija a corto plazo con vencimientos entre 2027 y 2034. En la operación se refinanciaron 181 mil 754 millones de pesos en vencimientos. También se refinanció un vencimiento de un bono de casi 900 millones de dólares.
Posdata 3
El peso mexicano cerró su peor semestre desde el 30 de junio de 2020 al depreciarse 7.22%. Si bien la moneda mexicana se apreció el viernes 0.67% frente al dólar, al cotizar en 18.3 unidades, y logró cortar un racha de tres jornadas de pérdidas, en el acumulado semestral, el saldo fue muy negativo.
En las últimas jornadas el peso ha reaccionado más a variables externas, como el primer debate presidencial en Estados Unidos, el dato de inflación de mayo y los mensajes de la Reserva Federal; sin embargo, la incertidumbre por las reformas constitucionales en ciernes, como la del Poder Judicial, y el carro completo de Morena en el Congreso federal, siguen generando volatilidad y nerviosismo en los mercados financieros del país.