Alejandro Moreno, mejor conocido como Alito, presidente del PRI, está logrando lo que no logró Fox o la alternancia; vaya, ¡ni siquiera la aplanadora de la 4t!: darle sepultura al otrora invencible partido, el PRI.
Él dice que los culpables son los ex dirigentes de este instituto; dice también que gracias a él hoy el Revolucionario Institucional está firme y de pie. De risa loca. Si acaso firme con un pie en la tumba…
Eso de culpar a otros no es solo prerrogativa de AMLO. Falta nomás que culpe a la playa… como diría Luis Miguel.
A Moreno ya se le conocen muchas triquiñuelas (lo digo amablemente). La más reciente —que reporta el diario Reforma—: ser propietario de una playa de 300 hectáreas en la región de Champotón en Campeche, zona reconocida por su alto valor económico y ecológico. Se suma a su palacete en la misma entidad de la República, con un valor estimado en 300 millones de pesos.
Es indignante la corrupción atroz. Más indignante que él la presuma, que al respecto Alito se comporte como todo un mamón y que eso no sea un escándalo monumental.
Peor: que mismo probado tan turbios haberes, el señor se haya presentado para registrarse con objeto de voooolver a ser el presidente del Revolucionario Institucional.
Ya que los expresidentes del instituto electoral están unidos en su contra ante el Tribunal Electoral, ¡que se unan para denunciar ante la Fiscalía de la República los hechos delictuosos del enterrador del PRI!
No, nadie lo para. Nadie pone el grito en el cielo. ¿Que no hay lineamientos que señalen que, quien está acusado de corrupción, no puede dirigir un partido político? Momento… ¡nadie lo ha acusado formalmente! Eso también debería ser escandaloso…
Layda Sansores, gobernadora de Campeche, únicamente ‘le saca sus trapitos al sol’ pero no le finca responsabilidades. O sea, lo que le interesa a doña declamadora es el golpeteo político, mas no la justicia. Así de poco comprometidos con la sociedad ciertos personajes públicos…
Como ocurre con Mariana Boy y la compra del terreno de 300 hectáreas, no solo fue Alito el que estuvo involucrado en esa rapiña a la Nación. Mariana Boy, actual procuradora ambiental y del ordenamiento territorial de la CDMX e integrante del PVEM. Hay quienes venden todo y de todo. Los que de conciencia ecológica solo tienen el nombre. Sí, fue ella quien otorgó los permisos para la ganga esa de 300 hectáreas de playa en menoscabo de la nación.
300 hectáreas a 33 centavos el metro cuadrado. ¡Y luego no tener que pagar predial porque dicho terreno fue registrado como si cada metro estuviera ¡por debajo de los 10 centavos! ¡Menudos caraduras! Y como siempre, la pregunta ¿quién más está inmiscuido en este robo a México?
¿Alito? Inmutable. No se altera ante la exhibición de sus trapacerías; él no piensa renunciar a terminar de aniquilar al PRI. Y que conste: esto no es exclusivo del tricolor. Los señalamientos por corrupción en Morena hacen palidecer estos otros de Alejandro Moreno.
Y lo que es más, dada la relativa autonomía de la que gozan los partidos políticos en México, la situación por la que atraviesa el PRI se ha vuelto una papa caliente tanto para el INE como para el TEPJF. Y todo ello cortesía de Alito.
Moreno lo tiene bien claro. Su mandato autoimpuesto es reducir al PRI al mínimo necesario; a que sea una franquicia, un triste satélite, un ente que asegure el registro y las jugosas prerrogativas. Para vender luego sus pingües apoyos y dar una pátina de legitimidad a las acciones de Morena. Conociendo ahora toda su riqueza, en lugar de “legitimar” a Regeneración Nacional, muestra que el PRIMOR existe y que apesta.
Alejandro Alito Moreno va por la vida de ‘perdona vidas’; engreído, hipócrita y corrupto. Una persona que tuvo la oportunidad de demostrar que el PRI estaba cambiando, acercándose a su electorado; que habían dejado atrás las corruptelas, los avasallamientos y acaparamientos, para tratar de que el PRI entrara al siglo XXI y fuera un partido centrado en la social democracia. Nada de eso.