El ex canciller ha ganado terreno en el entorno de la futura presidente y se ha vuelto su emisario en entornos complejos, algo que incluso se refleja en el trato público que Sheinbaum le dispensa a quien fuera su rival por la candidatura presidencial de Morena.
La futura mandataria quiere ofrecerle que sea secretario de Economía, una tesis que circula en el establishment empresarial y que ahora toma fuerza porque Sheinbaum espera que Ebrard juegue un papel clave en la relación bilateral con Estados Unidos para la cual esboza un trinomio ideal: Ebrard en Economía, Rogelio Ramírez de la O ya confirmado en Hacienda y Juan Ramón De la Fuente como canciller.
El objetivo de este despliegue no es solo la relación bilateral, sino además propiciar un clima de inversión que mantenga la recaudación y el rendimiento de la macroeconomía ante las primeras señales de desaceleración.
Ebrard y su entorno todavía no tienen claridad. El exjefe de gobierno está convencido de que necesita una secretaría en la cual ubicar a colaboradores y allegados que lo acompañaron en su periplo político de los últimos meses. Pero en paralelo, no quiere ser un funcionario más en el gabinete y que su cargo quede expuesto a la primera turbulencia. En su mundo ideal, debería poder ubicar al secretario de Economía y, en paralelo, asumir la coordinación de los senadores morenistas, una posición de privilegio.
El problema es que ese plano no termina de encajar en la arquitectura de poder que pretende Sheinbaum y en su entorno creen que, si Ebrard toma el control de economía, deberá cederle la coordinación de los senadores a Adán Augusto López Hernández, que además, como reveló LPO, ya tiene un grupo compacto de futuros legisladores que secundan esa ambición.
Otra complicación: la futura presidente no quiere darle Economía a personas que operaron judicialmente contra su candidatura. Esto deja fuera de la jugada a Malú Micher y a Martha Delgado, que son dos opciones prioritarias de Ebrard.
A quien, en cambio, se vería con buenos ojos, es a Roberto Velasco, principal enlace con Washington en la Cancillería y dueño de una disciplina que agrada en el entorno de Sheinbaum: no siguió a su jefe cuando este se fue a la interna morenista y de ahí también que Alicia Bárcena no pudo desplazarlo cuando lo intentó.