Son tiempos de persecución contra la prensa. Ciertamente no son los únicos ni los primeros en nuestro país; probablemente no serán los últimos. Entre más se niegue, más se confirma. Y como sociedad, entre más hagamos caso omiso, más se recrudecerá este mal.
Hablo de 37 periodistas asesinados y 5 desaparecidos del 1 de diciembre de 2018 al 1 de abril de 2024. Por lo mismo, de México como una de las naciones más peligrosas para los comunicadores informativos y reporteros (colocándose solo por debajo de la franja de Gaza y Ucrania luego de haber sido invadida por Rusia; ambas regiones en guerra).
No, ninguno de esos trabajadores de los medios ha sido asesinado por el gobierno; al menos no directamente que se sepa. Pero vaya que desde el Estado ha habido acoso, intimidación, censura… persecución incluso. Por parte del líder de la nación hay desprecio hacia este gremio y ya sabemos en que deviene el desprecio…
Porque desprecio es filtrar datos personales de los periodistas, así como ha hecho López Obrador con algunos connotados analistas, conductores y formadores de opinión. O la fiscalía capitalina con el reportero Humberto Padgett, al divulgar la dirección de su domicilio e información confidencial sobre su familia.
No pocas veces las autoridades que debieran cuidar a los miembros del gremio periodístico protegen a los criminales, poniendo en riesgo la integridad de los primeros.
Cuando eso no basta, se desata la intimidación y la persecución financiera, judicial o ambas. A veces pareciera que en esto también el gobierno y el narco trabajan de la mano.
Lo que ocurre con el asunto Carlos Loret de Mola, Berenice Yaber Coronado, Víctor Trujillo es una absoluta vergüenza. A quienes el medio de comunicación Latinus señala como delincuentes de cuello blanco, no pasan al banquillo de los acusados (un comunicador NO debe hacer denuncias; la autoridad, en cambio, sí debe iniciar investigaciones cuando hay acusaciones de por medio). A los comunicadores (y/o a sus familiares y allegados), las instancias gubernamentales los investigan. Estructuras para hacerlo, todas a disposición del Ejecutivo federal, hay varias; la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda entre ellas.
Para reporteros quienes han sido agredidos por criminales, pocas veces le sigue defensa, protección o esclarecimiento de hechos. Ni siquiera lo hay para los periodistas más famosos y connotados. Sigue sin haber conclusiones sobre el intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva de hace casi dos años; el conductor pondrá “mar de distancia” para no continuar viviendo en nuestro país. Por cierto, no es el único…
Asimismo existen expresiones que tienen por objeto censurar desde el poder o provocar autocensura por parte de los propios medios informativos. Les ocurre a periodistas que han sido despedidos a raíz de su trabajo, a veces coincidiendo con comentarios vertidos en la mañanera señalándolos, otras veces no.
Azucena Uresti, Carlos Loret, Héctor Aguilar Camín, Dolia Estévez, Sergio Sarmiento, Enrique Krauze, Joaquín López Dóriga, María Amparo Casar, Carmen Aristegui, Jorge Ramos, Víctor Trujillo y un largo etcétera.
Y en ese ambiente de persecución desentona de sobremanera la hipocresía mostrada por el primer mandatario, la virtual presidenta electa y muchos que conforman su movimiento. Porque hipócrita es que estos celebren la liberación de Julián Assange (por cierto, luego de haber aceptado los cargos del delito de violación de la Ley de Espionaje de los Estados Unidos). Claro que sí.
Si Assange diera a conocer las verdades que faltan por saberse de “El clan”, de diversos legisladores y gobernantes morenistas, ¿la 4t, el mismo López Obrador, defenderían al australiano? Apuesto doble contra sencillo que no. Por lo que a su relación con la prensa libre y la libre expresión, Andrés Manuel es el candil de la calle y oscuridad de su casa personificado. Mientras en México se censura, acosa y persigue a periodistas, López Obrador pretende hacer caravana con sombrero ajeno. Digo “pretende” porque cualquiera medianamente informado sabe que sus “esfuerzos” nada tuvieron que ver con la liberación de Assange. Nada. La decisión la tomó el Departamento de Justicia norteamericano; fiscalía autónoma en la que ni el mismísimo Obama podía interferir… Que esta instancia negocie con acusados de delitos graves no es una práctica poco común; lo ha hecho en los casos contra El Chapo Guzmán o Genaro García Luna, por ejemplo.
La gran diferencia, es que mientras el presidente de los Estados Unidos no tiene nada que ver con el caso de Assange; López Obrador tiene todo que ver con la persecución a Loret y compañía.
Pero si lo que describo aquí es malo, no es lo peor. Me temo que esta persecución a la gente más visible ligada a Latinus es una probadita de lo que vendrá. ¿Por qué atentar contra medios, periodistas, intelectuales y miembros del Poder Judicial habría de menguar a partir del primero de octubre? ¿Podremos esperar libertad de expresión sin cortapisas, sin amenazas, sin investigaciones, sin mandar a los policías a “cuidar” las entradas y salidas de los hogares de ciertos periodistas?
Hoy por hoy, la persecución y la hipocresía de la 4T gozan de cabal salud.
Giro de la Perinola
El reporte de los observadores y visitantes internacionales para las elecciones del 2024 es una vergüenza. No “reporta” nada sobre el proceso electoral; ni sobre su desarrollo ni sobre su equidad (o falta de esta). Da a conocer información sobre la misión —sus integrantes, sus actividades— y los datos / resultados de la elección que de por sí son por todos conocidos.