Por Raymundo Riva Palacio
Andrés Manuel López Obrador comenzó a gobernar México al día siguiente de que ganara la elección presidencial en 2018, y quiere gobernar México después de que Claudia Sheinbaum, que ganó la elección presidencial el domingo pasado, asuma la Primera Magistratura.
El presidente quería tener control antes de ser investido con la banda presidencial, y se niega a dejarlo aun cuando la banda ya no le pertenezca. Esta obsesión patológica por el poder llevó a lo impensable en los primeros días tras la elección: un forcejeo sutil entre el presidente y la virtual presidenta electa, una fuerza que se niega a morir y que busca aplacar a la que tiene que surgir, y la fuerza que, con algodones, está buscando comenzar a instalarse.
Entre las muchas cosas nuevas que deja a México la elección presidencial, como la instauración de un nuevo régimen con un mandato abrumador del 60% del electorado, están las primeras diferencias de quienes habían actuado como siameses, provocadas por un comportamiento político mezquino del presidente, y una resistencia digna, de quien quiere evitar ser sometida por su mentor que está actuando como si el voto de Sheinbaum no fuera de ella, sino de él. López Obrador contribuyó de manera fundamental a esa aplanadora que fue Morena el domingo, pero los efectos del resultado no le pertenecen.
Enrique Peña Nieto, quien claudicó como presidente en 2018 en las primeras 24 horas de haber ganado López Obrador las elecciones, fue un pelele del candidato ganador, pero se está encontrando con que Sheinbaum, a quien durante la campaña se le llamó su “calca” por la forma como repetía sus posiciones y frases, no es el títere que fue el priista hace seis años. La presidenta electa está mostrando carácter en estos primeros días que, de continuar la dinámica que quiere López Obrador, se perfila un enfrentamiento antes de que tome posesión.
López Obrador, violando todas las formas, anunció la noche de las elecciones, tras conocerse el resultado, que Rogelio Ramírez de la O repetiría como secretario de Hacienda en el gobierno de Sheinbaum. Lo que hizo fue anunciar a un miembro del gabinete venidero, lo que es absolutamente improcedente porque esa era una prerrogativa única de la presidenta electa. El albazo provocó confusión al día siguiente en la Secretaría de Hacienda, al tiempo que Ramírez de la O tenía que estar atendiendo el nerviosismo de los mercados causada por otra usurpación de funciones ordenada por el presidente.
En la mañanera, el presidente ordenó a la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, que explicara la votación y la asignación de curules y escaños en las cámaras que, anticipó, le daría la mayoría calificada a Morena en la Cámara de Diputados y estaba cerca de la mayoría calificada en el Senado. Esa declaración fue un choque eléctrico para los mercados. Ese día fue un “lunes negro”, donde el peso y la Bolsa Mexicana de Valores registraron sus peores caídas desde la pandemia, mientras los fondos internacionales sufrieron también un descalabro y la protección de otras monedas por el desplome de 4.40% de la divisa mexicana ante el dólar, se duplicó.
A la mañana siguiente, el martes, Ramírez de la O buscó tranquilizar a los mercados con una conferencia telefónica con inversionistas a la hora en que abrió Wall Street, que matizó las pérdidas en la Bolsa, pero el peso siguió cayendo frente al dólar. Sheinbaum actuó y su primera reunión con Ramírez de la O la hizo pública, con una fotografía, en las redes sociales. No había ayudado en nada al clima financiero la declaración del presidente por la mañana de que los mercados estaban mal informados y su reiteración de que la política económica se mantendría en el siguiente gobierno, otra intromisión en una tema que no le competía.
El miércoles el presidente, para beneficio de Sheinbaum y el país, se calló. Juan Ramón de la Fuente, a quien designó la presidenta electa para encabezar el equipo de transición, comenzó a dar entrevistas en medios electrónicos con un mensaje de sensatez, anticipando que se escucharía a las minorías y que sería tomados en cuenta en las deliberaciones sobre el rumbo del país. El jueves De la Fuente continuó con su road show en medios electrónicos, y agregó en sus declaraciones que habría continuidad pero no sumisión. El mensaje era dirigido a López Obrador.
Mientras tanto, con De la Fuente a su lado, Sheinbaum publicó en redes sociales una de las múltiples llamadas de felicitación que recibió de todo el mundo, pero una altamente significativa porque no fue un mensaje sino el video de la conversación con la directora general del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Goergieva, en donde le dijo que seguiría colaborando con esa institución. ¿Por qué este y no la llamada del presidente Joe Biden, la de Vladimir Putin o de Emmanuel Macron? Hubo un mensaje implícito para López Obrador, que ha dicho que el FMI es responsable de la crisis mundial y ha causado la decadencia económica y social.
La publicación de ese video fue poco después de que el coordinador de la bancada de Morena, Ignacio Mier, que suele recibir sus instrucciones en Palacio Nacional, anunció a la prensa que el paquete de reformas constitucionales del presidente se aprobarían en la nueva legislatura que se encuentra dentro de lo que los inversionistas llaman “la ventana de septiembre”, donde López Obrador cohabitará los últimos 30 días de su gobierno con un nuevo Congreso con mayoría calificada que podrá cambiar las leyes para desaparecer los órganos autónomos, modificar la esencia e independencia de la Suprema Corte de Justicia y meter a México en una incertidumbre jurídica.
Los mercados reaccionaron inmediatamente provocando una nueva caída en la Bolsa Mexicana de Valores y una devaluación del peso que cerró la jornada en el mercado interbancario a 17.99 unidades por dólar, pero que se vendió en el mercado del menudeo en 18.40 pesos. Sheinbaum trató el mismo jueves por la tarde de tranquilizar a los mercados y anunciar que promovería una discusión parlamentaria abierta -un recurso político para demorar iniciativas controvertidas- que le cerró el pasó a una mayor caída del peso, que amaneció el viernes como cerró, 17.99 unidades por dólar.
Sheinbaum había tratado de aminorar la reacción de López Obrador anunciando el jueves que probablemente se reunirían el próximo lunes y que daría a conocer, si el presidente no lo hacía el viernes, un mensaje que le había enviado. Los intentos de la presidenta electa fueron efímeros. Una vez más, López Obrador volvió a la carga por el viernes por la mañana con una retórica incendiaria en el contexto actual. La reforma al Poder Judicial provocó agitación en los mercados, dijo, porque “está tomado, secuestrado y al servicio de los de arriba”. Pero la justicia, aseguró, está por encima de los mercados. El dólar interbancario se fue a 18.34 pesos por divisa estadounidense.
López Obrador, emplazado por Sheinbaum, dio a conocer el mensaje que le envió al cierre de campaña el 29 de mayo, donde le decía “tú eres lo mejor que le ha pasado al país”. Sus palabras no acompañan a sus acciones. O a lo mejor sí, pensando equivocadamente que eso sólo será de esa manera si se somete, si lo obedece, si calla y lo sigue, algo que Sheinbaum, por lo que ha mostrado estos primeros días como presidenta electa, lo respetará, pero no se subordinará.