HISTORIA DE LA SEMANA

La nueva ola conservadora no es solo de boomers: Jóvenes se pasan a la ultraderecha

Factores que impulsan el cambio generacional y los errores de la izquierda en captar nuevas audiencias.
Foto: En Portugal, el partido de extrema derecha Chega, que significa “suficiente” en portugués, se basó en la frustración de los jóvenes ante la crisis de la vivienda, entre otras preocupaciones relacionadas con la calidad de vida. | Patricia De Melo Moreira/AFP vía Getty Images

En las recientes elecciones europeas, los partidos de extrema derecha han ganado más votos. Marine Le Pen en Francia está a punto de tomar el poder, y en Estados Unidos, Donald Trump sigue liderando las encuestas a pesar de sus problemas legales. La extrema derecha ya gobierna en Italia y forma parte del gobierno de coalición en Suecia y los Países Bajos. En Alemania, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) logró ser la segunda fuerza política en el Parlamento Europeo, solo por detrás de la Unión Cristiano Demócrata Conservadora (CDU/CSU).

En las recientes elecciones europeas, la extrema derecha en Portugal ha ganado terreno de forma alarmante. El partido “Chega”, que significa “Suficiente” en portugués, liderado por André Ventura, ha captado la atención de muchos votantes jóvenes desilusionados con los partidos tradicionales. Esta tendencia se refleja en toda Europa, donde los partidos de derecha radical están ganando popularidad entre los jóvenes. Ofrecen respuestas claras y directas a preocupaciones sobre inmigración, seguridad e identidad nacional. La habilidad de estos partidos para utilizar las redes sociales de manera efectiva, junto con la percepción de que la izquierda no ha resuelto problemas económicos y sociales, ha sido clave para atraer a la juventud hacia sus filas.

El ascenso de la ultraderecha no se limita a Europa. Líderes como Donald Trump, Javier Milei y Nayib Bukele, considerados populistas de derecha, están ganando popularidad en internet.

Y no solo en política, los jóvenes están volteando hacia la derecha por el atractivo de figuras carismáticas y radicales. Personajes polémicos y criticados como Andrew Tate, con su discurso provocador, ha captado la atención de una generación que busca respuestas directas. En México, el fenómeno es similar con figuras como “El Temach”, quien da consejos sobre cuidado personal y relaciones, aunque su enfoque y comentarios despectivos hacia las mujeres han generado controversias y cancelaciones. Este tipo de figuras habla el idioma que entienden las redes sociales: Claro, directo y sin rodeos.

En Francia, Le Pen ha forzado a Macron a adelantar las elecciones, y todas las encuestas pronostican su victoria. El Frente Nacional de Le Pen ha ganado popularidad entre los votantes LGBT+, un hecho sorprendente dado su historial homofóbico. Según Associated Press, este partido es ahora más popular entre los votantes LGBT+ que suponen un 6,5 por del electorado que con los votantes heterosexuales.

En Estados Unidos, Trump sigue siendo una figura influyente entre los votantes latinos, a pesar de su retórica contra los inmigrantes. La división entre izquierda y derecha sigue siendo relevante en la política actual, y las diferencias cognitivas entre progresistas y conservadores juegan un papel crucial en la percepción del mundo. Los cerebros de las personas de izquierda tienden a ver el mundo de manera más universalista e individualista, mientras que los conservadores valoran más la familia, la comunidad y las tradiciones.

Meme de AMLO enterrando al PRD.

El socialismo, por otro lado, está en declive. La clase obrera, que solía ser la base del apoyo socialista, ha disminuido en número y fuerza. Eso explica la muerte de partidos políticos de esa izquierda clásica como el PRD. Hoy en día, los profesionales y trabajadores de oficina representan el nuevo grupo mayoritario, y la afiliación sindical ha caído drásticamente. En Francia, la afiliación sindical ha caído a un 8%, reflejando la disminución del poder de los sindicatos.

El cambio en las bases sociales y la falta de un grupo homogéneo de apoyo han llevado a una disminución en la influencia de los partidos socialistas. El consenso actual en muchos países occidentales se basa en el estado del bienestar, una combinación de políticas de libre mercado y redistribución de la riqueza, aceptadas tanto por la derecha como por la izquierda moderada. Sin embargo, este consenso ha llevado a que las diferencias entre la derecha y la izquierda se vuelvan menos significativas, con ambos lados aceptando aspectos del estado del bienestar.

El sistema capitalista ha demostrado ser efectivo en absorber y comercializar las demandas revolucionarias. La contracultura de los años 60 y 70, con su música, moda y eslóganes, se convirtió en un producto más que en una amenaza real para el sistema. Empresas como Coca-Cola con los hippies y Doritos con la marcha Pride, supieron capitalizar estos movimientos, transformando su mensaje en campañas publicitarias.

Entendiendo el giro de los jóvenes hacia la derecha

Los jóvenes están volteando hacia la derecha por el atractivo de figuras carismáticas y radicales. Este tipo de figuras habla el idioma que entienden los jóvenes: claro, directo y sin rodeos.

La desilusión con la izquierda tradicional es otro factor clave. Muchos jóvenes ven a los partidos de izquierda como parte del sistema que ha fallado en resolver problemas básicos como el desempleo juvenil y la precariedad laboral. Las políticas que antes eran innovadoras ahora parecen insuficientes y sin ambición. Los jóvenes están hartos de promesas vacías y discursos que no llevan a ninguna parte.

La derecha ha dominado las redes sociales mejor que nadie. YouTube, Twitter y TikTok están llenas de contenido de influencers de derecha que comunican sus ideas de manera clara, directa y atractiva. Memes, videos cortos y comentarios provocadores se comparten fácilmente y conectan con las experiencias diarias de los jóvenes. La izquierda no ha sabido adaptarse a esta nueva forma de comunicación y pierde terreno en la batalla digital intentando ser institucional.

Fracaso de la política de identidad de la izquierda

La política de identidad de la izquierda ha sido un arma de doble filo. Aunque ha logrado avances en derechos civiles y sociales, también ha creado divisiones y exclusión entre quienes no se sienten representados por estas agendas. Muchos jóvenes que no se identifican con movimientos feministas, LGBT+ o antirracistas sienten que la izquierda no aborda sus preocupaciones económicas y sociales.

La polarización política ha hecho que los mensajes simples y directos de la derecha sean más atractivos. En un mundo donde las noticias se consumen rápidamente, los mensajes de “ellos contra nosotros” y “hacer grande a nuestro país de nuevo” son fáciles de entender y recordar. La izquierda, con sus políticas complejas, pierde la batalla por la atención y el apoyo de los jóvenes.

¿Y en México? La respuesta se abordará en la siguiente edición de “Historia de la semana”.

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