La fotografía pasó casi totalmente inadvertida, salvo por un comentario burlándose de la imagen.
Años más tarde, cuando López Obrador ganó (finalmente) la Presidencia y, sin saber qué me motivó a hacerlo, volví a publicar la foto con un texto supuestamente más irónico: “El muchacho siguió mis consejos científicos cognitivos y lo logró”.
Mi intención era ironizar tanto sobre mi actividad profesional como sobre el personaje. Y, sin embargo, las reacciones comenzaron a inundar mis redes sociales: “eres un irresponsable”, “por tu culpa el País se vendrá abajo”, “ojalá lo hubieras pensado antes de decidir ayudarle”, “¿entonces eres el culpable de esto?”, “te vas a arrepentir con lo que nos espera”, “vas a ser muy feliz cuando te quiten tu casa”, por sólo compartir algunas de las menos agresivas.
Ante esta respuesta apasionada que recordaba más el enojo causado por un partido ganado por el América con ayuda arbitral que un resultado electoral, y sumamente sorprendido por la falta de sentido del humor de familiares y amigos (o mi escaso talento de comediante), decidí escribir una nota aclaratoria explicando el origen de la foto y la supuesta ironía.
No tuve respuesta, las críticas, los desplantes emocionales condenatorios, las acusaciones de causar el éxodo del País de la gente decente, etc., no cesaron. Me di por vencido y acepté mi responsabilidad ante la catástrofe que se avecinaba.
En ese momento viví en carne propia cómo funcionan los marcos cognitivos.
Los marcos cognitivos, según algunos científicos cognitivos, son entre otras cosas, sistemas de conexiones neuronales subconscientes que nos permiten entender escenas, imágenes, percepciones, etc. Se forman a través de la experiencia y se pueden modificar por nuevas experiencias.
Un marco cognitivo establece que, ante un elemento como mi foto con AMLO, el cerebro activa subconscientemente una diversidad de asociaciones, por ejemplo: lugares en donde sucede potencialmente la escena (en donde fue tomada la foto), temporalidad (en qué año fue tomada), posibles acciones de quienes aparecen en la foto (“le ayudaste”), posibles resultados de esas acciones (“el desastre nacional que se avecina”), objetos y aspecto de los fotografiados (“hacía frío y están mal vestidos”), roles de los personajes en la foto (“asesor”), juicios de valor (“eres un irresponsable”), y también emociones (“enojo, rechazo, castigo, ley del hielo, exilio de la vida familiar, excomunión, etc…”).
Una vez activado el marco cognitivo, los textos irónicos, las explicaciones, los argumentos racionales desaparecen y dejan de ser percibidos y pierden toda su relevancia cognitiva.
Los marcos cognitivos generan simulaciones, nuestro cerebro crea narrativas complejas de manera instantánea y, si se trata de una situación fuertemente cargada emocionalmente, como era el momento político descrito, las simulaciones bloquean cualquier posibilidad de razonamiento y, por supuesto, de diálogo.
Esto es lo que sucedió desde el inicio de la campaña de Xóchitl Gálvez.
Según George Lakoff, científico cognitivo y profesor retirado de la universidad de California en Berkeley, existen dos grandes marcos cognitivos que generan nuestra relación con la autoridad en general y con la autoridad política en particular.
Así, la mentalidad de los conservadores (se refiere obviamente al partido republicano estadounidense y a sus seguidores) tendrían un marco cognitivo de “padre estricto”.
El padre estricto sabe lo que se debe hacer, es una autoridad incuestionable y las autoridades deben respetarse, el padre estricto castiga, pone orden, manotea sobre la mesa, identifica claramente a los “malos hombres” (Trump), los hijos del padre estricto deben valerse por sí mismos y superarse, ayudarles es hacerlos débiles, la disciplina es un valor al igual que el orden, se favorece al individuo, etc.
Esto parece ser aplicable, al menos parcialmente, para la Oposición liderada por el PAN en las elecciones recientes.
Por el otro lado, los demócratas (liberales) vivirían en un marco llamado “Padre cariñoso” (Nurturing father) que se caracteriza por ser un padre que guía a las hijas e hijos abriéndose a conocer sus necesidades, dialogando sin imponer sus puntos de vista, anteponiendo el afecto por el hijo necesitado en vez de imponer su verdad, este padre favorece la vida en comunidad en donde cada miembro de la familia es responsable por los demás, se basa en la igualdad, etc.
Este es el modelo a través del cual se ha construido la imagen pública de López Obrador. Aquí podemos encontrar la respuesta a la aparente irracionalidad de la contradicción entre algunas malas evaluaciones del desempeño del Presidente y el nivel de aceptación tan alto del mismo. ¿Cómo es posible eso? A un padre cariñoso que escucha a sus hijos y ve por ellos se le pueden perdonar muchas cosas.
Cuando Xóchitl Gálvez comenzó a destacar como posible candidata a la presidencia por la Oposición encabezada por el PAN, se situó en el marco ideal y más favorable para Morena.
Oponerse al padre cariñoso nunca es buena idea. El gobernante que se asume como padre cariñoso cuenta con el afecto de sus seguidores, el marco no pasa por la razón calculadora de quienes viven en el modelo del padre estricto (“piensa antes de hablar”).
Así, cuando Xóchitl criticaba a López Obrador en sus apariciones públicas, se situaba dentro del marco antagónico y este era un regalo para Morena, pues acrecentaba el vínculo afectivo entre el Presidente, su partido, su candidata Claudia Sheinbaum y sus seguidores.
Cuando Xóchitl criticaba a Claudia por ser “seguidora del Presidente”, “sin personalidad propia”, etc… Claudia callaba, pues justamente esa era la expectativa de sus votantes, que no se perdiera el padre cariñoso y amado, que ha cuidado de los más desfavorecidos, los ha escuchado, les ha dado visibilidad, los consulta para sus decisiones, etc.
Sí, Claudia puede llegar a ser todavía más empática y generar un vínculo emocional aún más fuerte que López Obrador, pues ¿quién más cariñosa, protectora y afectiva que una “madre cariñosa”? La Oposición debe irse preparando.
Uno de los problemas centrales que generó la campaña de Xóchitl fueron sus seguidores. Aunque parezca contradictorio, el padre estricto también genera el afecto de sus hijos que quieren ser como él.
La narrativa autobiográfica de Xóchitl reproducida en diversas ocasiones desde antes de la campaña oficialmente iniciada, encarna justamente uno de los valores centrales del marco cognitivo del padre estricto.
La mujer que surge en un origen humilde, que supera las dificultades, que logra llegar a la Ciudad de México y estudiar en la UNAM, llega a ser empresaria exitosa, etc… es la narrativa del deber ser del padre estricto, una oda a la hija individual, disciplinada.
Esta narrativa de la superación individual se convierte en paradigma del individualismo propio del marco conservador. Los sectores sociales antagónicos a AMLO, Morena y Sheinbaum se sintieron cercanos a Gálvez, cerraron filas alrededor de ella, aplaudían casi todas sus declaraciones, su vínculo afectivo con ella hizo llegar a las lágrimas a algunos panistas y a algunos de sus seguidores en entrevistas y programas de televisión durante la campaña y al conocerse el resultado de la elección.
La “Marea Rosa” fue la máxima expresión de que el padre estricto también mueve pasiones. Y sin embargo… las encuestas, en general, aunque con algunas dudosas excepciones, nunca se movieron. La distancia de 30 puntos a favor de Sheinbaum de las primeras encuestas se mantuvo con pocas variaciones durante la campaña.
El 30 por ciento de los encuestados que favoreció a Xóchitl desde el principio se mantuvo casi totalmente estable hasta el resultado de la elección.
En otras palabras, la campaña de Xóchitl no logró hacer cambiar de opinión a nadie (logró más Máynez). Mi hipótesis presentada en el Congreso Mundial Semiofest Sessions en línea (26 de abril 2024), de que Claudia Sheinbaum triunfaría debido a la forma en que la campaña de Xóchitl iba fortaleciendo cada vez más el apego afectivo de los seguidores del Presidente y por extensión, a Claudia, se cumplió.
La Oposición está en momento de revisar los marcos cognitivos de las diversas formas de la sociedad mexicana y de reinventarse a partir de ellos. De no hacerlo y, a menos de que durante el sexenio de Claudia Sheinbaum suceda algo realmente catastrófico, Morena, la “Madre Cariñosa”, llegó para quedarse.