Fue una elección de Estado. Se dijo durante mucho tiempo y se solicitó que se reiterara en otras instancias y se dijera en altavoz. Se sabía, se notaba. Una candidata que estuvo tres años en campaña, cuyo principal promotor fue —y sigue siendo— el presidente de la república —quien a su vez ha estado 20 años promoviéndose—; líder de campaña y vocero. Fue juego sucio desde un principio.
La victoria de Claudia Sheinbaum no es legítima, lo que explicaría que en Morena y simpatizantes haya más enojo, paranoia, resentimiento y sentido de revancha que alegría. Ellos saben que hubo intromisión desde el poder, pero se aprovechan de que a la sociedad mexicana eso no le importa. Quizá el juego debiera ser así, sin restricciones para ejercer proselitismo desde la autoridad, lo cual no quita que las reglas (leyes) en estos momentos son otras y que estas no se respetaron. Se violaron reiteradamente, de hecho. Hoy, todos los de la 4t que tuvieron que ver en estos esquemas de publicidad adelantada, apoyos ilegales y un largo etcétera, se cuestionan en su fuero interno y construyen la debilidad de la virtual presidenta electa frente al Movimiento mismo.
Un voto oculto a favor del oficialismo que es reflejo del voto comprado, donde “la compra” se dio de mil maneras y de forma generalizada desde el Estado.
La cancha nunca fue pareja ni se jugó en igualdad de circunstancias. Mientras por un lado fluían los recursos, por el otro lo poco que se tenía se utilizó en ¿campañas digitales? En otras palabras, juego sucio por parte del partido en el poder y otro tanto de los partidos que “cobijaron” a Xóchitl. En particular, por cuanto a dineros, Marko Cortés tendría mucho que explicarle a los panistas, a la ex candidata, a la gente.
Y encima tenemos que López Obrador sabe que aunque el TEPJF le señale de violencia política en contra de la hidalguense, nada se hará —ni nada se puede hacer— al respecto. ¿Ocurrirá lo mismo por cuanto a las violaciones varias cometidas por Morena y aliados? ¿Cuántas, de las cientos de impugnaciones, procederán? ¿Tendrán algún efecto en los resultados finales y en la calificación de las diversas elecciones? ¿Qué pasará con los señalamientos a Mario Delgado de utilizar dinero público para la campañas de Morena? ¿Con las casillas rellenas/un cien por ciento de los votos para los candidatos de Morena? ¿Con los más de 30 aspirantes, pre candidatos y candidatos asesinados durante la jornada electoral? ¿Con los programas clientelares o que en diversas partes del país se arrancó la publicidad ajena a la 4t?
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Estás y muchas otras violaciones y abusos explican una victoria apabullante por parte del oficialismo. ¿La ironía? Que Morena y autoridades presenten esos resultados arrolladores como fundamento para que no se deban contestar los comicios. Una suerte de “haiga sido como haiga sido” que hoy esgrime el tabasqueño y el oficialismo todo.
Giro de la Perinola
Xóchitl señala ahora —hasta ahora— que hubo una elección de Estado, pero no impugna los resultados. Busca, eso sí, una reforma electoral que no permita sucedan este tipo de elecciones. Poco y tarde. ¿Quién tiene la fuerza, el empuje, para negociar estos cambios? El PAN se encuentra anulado de la mano de Marko Cortés; este no piensa ni siquiera renunciar a ser presidente de dicho instituto político. El PRD está fuera y el PRI está inmerso en una reforma profunda. “Tan profunda” que se promueve hasta un cambio de nombre para el partido. Temo informarle que esta transformación ya ocurrió y ahora se llama Morena.