Después de más de tres décadas de navegar en la política mexicana como una veleta, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) se perfila para colocarse como la segunda fuerza política del país, con una bancada en el Congreso de la Unión de ocho senadores y alrededor de 70 diputados federales.
Si bien falta superar el debate de la sobrerrepresentación, el peor escenario para el organismo político que fundara en 1991 Jorge González Torres es que se convierta en bisagra para la aprobación de las reformas constitucionales con las que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende poner punto final a su sexenio.
Versiones alrededor del PVEM indican que el grupo político que hoy dirige Jorge Emilio González no está del todo conforme con el objetivo de los cambios que propone AMLO; al parecer la idea de amarrarle las manos al poder económico y a todos los poderes fácticos no es una finalidad que beneficie al llamado “Niño Verde”, quien ha acumulado fama y fortuna por dedicarse a hacer financieramente rentables sus influencias en los círculos de poder. Reformas como la de la desaparición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) o la cancelación de concesiones de agua para uso privado podrían afectar gravemente sus intereses.
La pregunta que surge en este contexto, incluso al interior de Morena, es si el Verde se ajustará en septiembre a los lineamientos provenientes de Palacio Nacional, o si regresará a su conocida naturaleza, aquella en la que vende al mejor postor su poder acumulado. No es poco lo que estará en juego ante las condiciones del país que quiere construir López Obrador, por lo que serán del mismo tamaño las tentaciones que llegarán al “Niño Verde” o a Arturo Escobar, su principal operador político. La historia dice que “los verdes” ofrecen poca resistencia a esas tentaciones, por algo son el único partido que lleva 12 años “gobernando” el país.
Durante la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, el Partido Verde operó como el patio trasero de Morena, para dar cabida a un buen grupo de políticos desertores del PRI que no vieron políticamente correcto dar el salto directo al partido de izquierda. Por ejemplo, el exalcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava; al exgobernador del Edomex, Eruviel Ávila, y el exlegislador yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín; todos movieron sus estructuras territoriales para hacer ganar a la morenista y tener influencia en su gobierno, aunque no son del todo cercanos a AMLO.
De retomarse en el Congreso los proyectos de reformas constitucionales en septiembre, Sheinbaum deberá decidir si ejerce su nueva influencia en el PVEM para mostrar lealtad a su líder emblemático, o si usa su imagen de presidenta electa para evitar modificaciones a la Carta Magna que le representen una fuga de capitales y, por lo tanto, un inicio de sexenio con crisis. Ayer expuse que la prioridad de la próxima presidenta será convencer al presidente López Obrador de que no es momento de imponer la reforma judicial; de no lograrlo, Claudia tiene todavía un botón rojo… o verde.
Durante los siguientes días el PVEM se enfrentará a las autoridades electorales para defender la bancada de legisladores más grande de su historia; su peor escenario es aún muy positivo para ellos y para su idea de hacer política, la cual, si bien no está siempre al servicio del pueblo, sí está permanentemente al del mejor postor.
Posdata 1
El coordinador saliente de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, lo volvió a hacer y puso de cabeza a los mercados tras asegurar que la reforma judicial que envió el presidente López Obrador va en septiembre, lo cual provocó inmediatamente la depreciación del peso frente al dólar en más de 2%.
La incontinencia verbal de Mier echó abajo los mensajes de “certeza” que intentó enviar el martes el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y la misma presidenta electa con el anuncio de algunos de sus colaboradores de transición. En Morena están que echan lumbre por la irresponsabilidad del diputado que se apresta a ser senador en la siguiente Legislatura, quien en automático está descartado para ser coordinador de la bancada morenista. Ese cargo lo disputan Adán Augusto López, Marcelo Ebrard, Gerardo Fernández Noroña y Citlalli Hernández, la favorita de Sheinbaum.
Horas más tarde, Mier quiso reparar y matizar sus dichos, al asegurar que en septiembre se retomarán los diálogos para discutir las 18 reformas constitucionales de AMLO. Demasiado tarde, pues los inversionistas ya habían reaccionado a sus palabras. El senador Ricardo Monreal, quien apareció muy echado para adelante al lado de Mier en la rueda de prensa, también intentó enmendarle la plana posteriormente diciendo que habrá diálogo. No sirvió de mucho.
Posdata 2
A propósito de Ricardo Monreal, quien apunta a la Cámara de Diputados en la próxima Legislatura y se asume como el eventual coordinador de la bancada, lo cierto es que en Morena comienzan a dudar sobre este escenario, partiendo de lo mal que le fue en las elecciones del domingo al zacatecano en su tierra y donde se fue a avecindar y a controlar su territorio por muchos años: la alcaldía Cuauhtémoc que perdió su hija Caty.
Si bien Monreal ha demostrado ser un operador político y eficiente, no se tiene claro que Sheinbaum lo quiera tan cerca de la operación legislativa, sobre todo por las reformas constitucionales y el presupuesto que pasarían por sus manos y, por lo tanto, por sus intereses. Quienes sí se perfilan para encabezar a las y los diputados de Morena son dos: la senadora Rocío Abreu, que ahora irá a la Cámara Baja, y el enlace de Sheinbaum con los sectores productivos, Alfonso Ramírez Cuéllar. Se asegura que entre estos dos personajes saldrá el próximo coordinador de Morena en la Cámara de Diputados.