Si lo que viene es la instauración de un nuevo sistema, Marcelo Ebrard hizo este jueves un gran aporte al mismo. El gran derrotado de la interna morenista ha contribuido a mandar un mensaje de consolidación y profesionalismo de la nueva clase gobernante….
Es el mejor Marcelo. Al que tanto debe Andrés Manuel. El que tanto puede ayudar a que México sorteé de la mejor manera posible la eventualidad de huracanados vientos trumpistas en contra de los intereses nacionales. Es un secretario estelar de la nueva presidenta.
En el ansiado anuncio de la primera parte del equipo que ayudará a Claudia Sheinbaum, dos figuras sobresalen. La de la virtual mandataria y la del excanciller. Juntos ganan tanto como perdían cuando se enfrentaron por la candidatura de Morena. Se hacen bien.
Marcelo no tenía semblante de derrotado. Carecía de razón para ello. Los nuevos tiempos, recalcó Sheinbaum, deben ser de “prosperidad compartida”; que el crecimiento sea progreso para todos, no solo para unos, que lo desbaratado, digo yo, desde 2018 haya valido la pena.
Si tal es la agenda de quien el 1 de octubre ha de portar en el pecho la banda tricolor, quién mejor que Ebrard de cuantos rodean a la exjefa de gobierno podía recibir el encargo de perseguir una nueva dinámica económica. Tiene preparación y experiencia. Tiene el deseo.
“Es un honor, un privilegio”, dijo Ebrard como único orador de los seis que este jueves fueron anunciados. Prometió empeño para “sortear las aguas procelosas con todo lo que hemos aprendido”. Informó que la “instrucción principal es que la prosperidad compartida tenga condiciones favorables”. Y se permitió exagerar, si no que mentir, al expresar que México tiene hoy “los mejores resultados económicos en los últimos 50, 60 años”. Cosas de la emoción, se entiende.
“Estoy muy contenta de que Marcelo nos acompañe”, había dicho Sheinbaum al anunciar a Ebrard, el primero en la lista de los seis destapados ayer. “Es la mejor persona para que nos apoye”, recalcó al detallar el curriculum del próximo secretario de Economía.
Si en un momento hubo dudas del oficio político de Claudia, el affaire Marcelo prueba que la excandidata hace tiempo que se graduó en temple e ingenio. Aguantó hasta lo indecible rabietas de Ebrard, y hoy le da su espacio sin humillarlo: jugó a ganar sin avasallamiento.
Mucho tiempo antes de que la contundente victoria de Sheinbaum hiciera imposible que alguien del movimiento le regatee nada, Marcelo y ella habían logrado un acuerdo para trabajar conjuntamente en la relación con Estados Unidos, en la revisión de 2026 del T-MEC.
No por nada, en las quinielas sobre los destapes del gabinete la secretaría de Economía se veía como segura para el también exjefe de gobierno capitalino. Claudia sumó así a un nuevo claudista, y para ello tuvo que desoír a quienes le aconsejaban no confiar en su exrival.
Marcelo, por su parte, también ha tenido que taparse los oídos ante quien más a menudo le juega malas pasadas: su ego. Reinsertarse antes que romper, acoplarse más que optar por una jubilación o retiro, le abrirá de nuevo, quizá, el futuro que siempre ha deseado.
Quien desde siempre quiere ser presidente no pierde al cuadrársele a la presidenta.
Si entrega buenas cuentas a Sheinbaum, su ilusión de ser él mismo el jefe del Estado además de ser un funcionario del Estado, encontrará territorio fértil. Sí, así de prematura es la carrera sucesoria, pero también así de claridosa: lo invitan pero advertido está: cumples o te vas.
Ebrard tendrá competidores en esa carrera. Uno al que no quieren en Palacio hoy, por ejemplo. Ese que aún nadie sabe si aguardará en el Senado, o si desde el arranque ayudará a su jefa en el gabinete tanto como le auxilió en el Ayuntamiento.
Habrá que esperar al siguiente anuncio de nombramientos para saber si Omar García Harfuch iniciará el sexenio en la banca o desde el principio lucirá en el gabinete esa estelaridad propia de los cuarto bat.
En lo que ello ocurre es un hecho que la estrella de Marcelo se ha puesto de nuevo en el firmamento político. No ha sido sin costos o sinsabores para él y para los suyos. Y quién puede negar que envidias y recelos dentro de Morena le querrán tender celadas, cobrar facturas.
Mas este jueves gana Claudia y hasta dicen que el peso respiró un poco frente al dólar al confirmarse el nombre de Marcelo en la primera línea del próximo gobierno.
Gana Ebrard, el eterno bombero, el sofisticado operador, el astuto grillo, el funcionario todo terreno que en más de cinco décadas en la palestra ha servido a tres presidentes y ahora servirá a la presidenta de México.
Y gana el naciente sistema. Si así procesan los mayores sus diferendos, en una de esas sí duran décadas en el timón.