EN NOVIEMBRE DE 1994, el Presidente electo Ernesto Zedillo ya había decidido romper de tajo con el Presidente en funciones, Carlos Salinas de Gortari. La razón era que el primero tenía que devaluar el peso antes de que el segundo tomara posesión.
El manejo que de la política financiera había hecho en los meses anteriores el que era el secretario de Hacienda, metió en una encrucijada al país. Pedro Aspe impulsó los Tesobonos y los ofreció a los inversionistas para frenar la salida de capitales.
La crisis sobrevino cuando la economía de entonces, altamente dolarizada también por la firma del Tratado de Libre Comercio en diciembre de 1992, no aguantó el choque de cuatro eventos políticos internos que se sucedieron en cuestión de semanas y que trastocaron la marcha del país.
La irrupción del movimiento zapatista en Chiapas en enero, el asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo, la renuncia no aceptada de Jorge Carpizo a la Secretaría de Gobernación en junio y el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu en septiembre.
Zedillo ya había mandado a quien sería después su Jefe de Oficina en la Presidencia a hablar con Aspe. Luis Téllez pasó el primer mensaje: había que devaluar el peso, ya, y ajustar toda la política fiscal y monetaria para amortiguar el golpe de una devaluación acelerada del peso, que se desató en plena sucesión de gobierno y que vaciaba las reservas del país.
De los mensajes se pasó a la que sería la reunión determinante y definitoria que cambiaría el rumbo de México, y que sellaría lo que semanas después Salinas de Gortari bautizó como “el error de diciembre”… y que atribuiría a Zedillo.
El 10 de noviembre de 1994, a 19 días de que Zedillo tomara posesión, hubo un cónclave en la casa de Santa Teresa de Salinas de Gortari, en Tlalpan. El todavía presidente recibió en su enorme biblioteca a Zedillo, Téllez y a Jaime Serra. Él estaba acompañado por Aspe.
Zedillo le reiteró a Salinas que devaluara e hiciera un ajuste rápido en la política fiscal. Argumentó que se había alejado del día a día de la marcha de la economía porque estuvo en campaña, pero que el gobierno tenía en esos momentos al mejor equipo económico.
Salinas le contestó que devaluar era “muy peligroso”, que si lo hacía, tomaría la Presidencia con “un zócalo incendiado”; Zedillo insistió: devalúe, para entonces ya seré Presidente, hizo ver. Era evidente que ni Salinas ni mucho menos Aspe querían devaluar.
Hubo voces, como la del entonces subsecretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, que abonaron a la causa de Zedillo con uno de los análisis más sólidos para devaluar. Ortiz relevaría a los 28 días de gobierno de Zedillo a Serra en Hacienda.
Salinas terminó aceptando la recomendación, pero pidió a Zedillo que mantuviera en la Secretaría de Hacienda a Aspe, quien en ese momento ya se reportaba listo para irse a Nueva York y a Washington a informar a los fondos financieros y banqueros prestamistas de México de la decisión de devaluar.
Pero Zedillo no aceptó que Aspe se quedara, pues ya tenía un compromiso con Serra para que fuera el próximo secretario de Hacienda. Zedillo le ofreció que Aspe tomara la Cancillería o la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Zedillo, Serra y Téllez salieron de la casa de Salinas confiados, creyendo en el plan supuestamente acordado y con Aspe listo para su roadshow que mitigaría en buena medida la presión que ya se tenía sobre el peso.
Pero sorpresa: cuando en el mismo vehículo tomaban rumbo a las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, en Insurgentes 59, Zedillo recibió en el teléfono móvil una llamada de Salinas.
Zedillo le hablaba de usted a Salinas y Salinas tuteaba a Zedillo o lo llamaba por su nombre: Salinas le dijo que cuando salieron de su casa se quedó hablando con Aspe, y que éste le insistió que para garantizar la confianza de los inversionistas y de la comunidad financiera internacional en este proceso devaluatorio y de ajuste económico, era esencial que se quedara en Hacienda.
“Señor, yo ya decidí que sea Serra el secretario de Hacienda”, reiteró un Zedillo que no le tenía confianza a Aspe. Y entonces Salinas se echó para atrás, se retractó de lo convenido minutos antes en su casa.
Aspe se hizo a un lado, porque no estaba dispuesto a dejar el gobierno federal devaluando la moneda y cargando en su buen ganado prestigio ese enorme descrédito.
Lo que sucedió después del 1 de diciembre de 1994, el “error de diciembre”, ya es historia.
Moraleja: si un Presidente saliente no se pone de acuerdo con el entrante y no mira lo que las fuerzas del mercado están expresando, el país se quiebra.
LA SEMANA PASADA el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, encabezaron la reunión de evaluación del Plan General de Reconstrucción de Acapulco y Coyuca de Benítez. Para atender a la población afectada por Otis se han invertido 33 mil 248 millones de pesos. Ya se disponen de 9 mil 899 cuartos de hotel y 206 hospederías funcionando, que equivale a 74% del total.
Hay 36 mil 545 comercios activos que representan 97.3 del total, que incluye 292 supermercados en funcionamiento, seis centrales de abasto y ocho mercados de artesanías. Asimismo, ya opera 92% de las sucursales bancarias, 56 de las 61 instituciones del sistema ofrecen su servicio. De acuerdo al Plan de Reconstrucción de Viviendas, se otorgó a 301 mil 76 hogares, entre apoyo de limpieza y de reconstrucción, así como 30 mil 196 locales comerciales, con una inversión de 15 mil 275 millones de pesos.
También para apoyo a afectados se generó ayuda para 34 mil 609 productores y pescadores y para 928 escuelas de educación básica. Doce mil 366 pequeños y medianos comercios recibieron créditos a la palabra del FINABIEN y se otorgaron 37 mil 193 créditos y préstamos para trabajadores afiliados al ISSSTE, Infonavit, Fonacot y Fovissste.
ANTES DE VIAJAR a Coahuila el viernes, en su conferencia mañanera, el Presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó lo que aquí escribimos hace exactamente una semana: antes de que entregue el gobierno anunciará una de las últimas grandes inversiones en su administración: el megaproyecto de gas natural en aguas profundas Lakach. Aunque nunca mencionó a quien lo desarrollará, se trata de Carlos Slim Helú, como hemos reportado aquí. El magnate invertirá alrededor de mil 600 millones de dólares. Irá sólo: con financiamiento de Inbursa, que dirige su hijo Marco Antonio Slim Domit, y sus brazos constructores Carso, FCC e IDEAL. El anuncio lo hará el director de Pemex, Octavio Romero, en Ciudad del Carmen, Campeche, muy posiblemente la próxima semana.