Contrapesos… pero al rato también principales excusas a las que recurrirá la 4t para justificar errores y fracasos. Al tiempo.
Comencemos por decir: “¡Es la economía estúpidos!”. La frase acuñada en la campaña de Bill Clinton contra George Bush en 1992 encierra algo fundamental que se olvida muchas veces, pero que es más importante que la popularidad e incluso que los márgenes de votación. Esto es: más allá de las promesas de campaña, de todas las variables que se pueden tomar en cuenta, la que hay que cuidar y manejar con pinzas es la economía. Y si es la economía familiar, con más razón. Independientemente de ideologías, posicionamientos o creencias, una economía que no se hunde mantiene a la sociedad en calma.
Pero resulta ser —¡diantres!— que a los factores que mueven las economías del mundo no les gusta mucho eso de la acumulación del poder político, ni siquiera cuando este es obtenido por la vía democrática. A los mercados eso les saca ronchas.
Y si bien los mercados del mundo, pero muy particularmente el estadounidense, esperaban la victoria de Claudia y mayorías de Morena en ambas cámaras, no habían considerado (o descontado, como se dice en lenguaje económico), además de que sospechan, de lo brutalmente arrolladora que fue la fuerza de la marea guinda del pasado domingo en México. Por consecuencia y casi de inmediato, los ajustes económicos NO han sido tampoco los esperados.
Así que no, lo que nos está pasando no es como supone López Obrador: “culpa de los mercados en el exterior”. Los ajustes económico-financieros que se han visto estos días son solo el primer aviso de lo que viene en función de las decisiones y actuaciones que vayan a tomar nuestros gobernantes a corto y mediano plazos.
Lo que son las cosas: ante los escasos contrapesos internos (mismos que están a punto de desaparecer con las reformas anunciadas por López Obrador), “los contrapesos” externos cobran preeminencia. Y entonces tenemos las reacciones: una importante caída de la Bolsa de Valores y una depreciación de la moneda. Luego, la conferencia que tuvo que sostener el secretario de Hacienda vía telefónica con grandes inversionistas (error haber dicho que no contestaría preguntas). Más tarde la reunión de este con Sheinbaum y, antes, el anuncio de las grandes líneas de continuidad en materia de política económica para el país.
Aunque se minimicen, los mercados internacionales importan, ¡vaya que importan! El enorme peso que tienen las inversiones extranjeras en CETES, en fortalecer o no la moneda, en dar certeza a los poseedores de bonos… Sin olvidar las inversiones directas en nuestro país (en fábricas, en inmuebles, en servicios, en procesos productivos diversos, etcétera).
Con la intervención de Ramírez de la O, el Índice de Precios al Consumidor tuvo un incremento. Buenas noticias, aunque —se sabe— no necesariamente de efecto duradero. Y es que los mercados son particularmente quisquillositos y quieren certezas y no solo buenos prospectos.
En México, se puede —y ya se hace— culpar a los mercados extranjeros. No es ni lo óptimo ni lo sano, pero pasa. ¿Mas llegaremos al punto de otros países socialistas/comunistas de América Latina, donde el gran villano es siempre Estados Unidos, los yanquis y el capitalismo occidental? ¿La “Coca-Cola” también en México se convertirá en “agua putrefacta del imperialismo yanqui”? Está por verse. Y aunque tomaría años asentar ese discurso en nuestra nación, es posible que ocurra. Máxime si se toma en cuenta el posicionamiento histórico de Claudia, su formación, sus raíces. Me temo que sería algo muy “ad-hoc” con ella y un recurso fácil (mismo a pesar de las vivencias que tuvo durante sus años viviendo en California).
Ojalá que el “repudio” a los gringos no se utilice para compensar la falta de entendimiento con nuestros socios comerciales; tampoco para justificar reformas legislativas insensatas y decisiones gubernamentales asentadas en el autoritarismo.
Esperemos que el régimen claudista haga mucho para no pelearse ni con los gringos ni con los mercados ni con los capitales. Que privilegie recomponer su actuación con nuestro mayor socio comercial y logre llevar a buen puerto las mesas de discusión respecto a diversos temas en el marco del T-MEC (y su “revisión” en el 2026).
Quizá, después de las crisis de inseguridad y el control del narco en México (cosas que, por cierto, Claudia no acepta estén sucediendo), su reto mayor y más importante sea proteger/entender la profunda e intensa relación que tenemos con nuestros socios comerciales. El anuncio de una reforma al Poder Judicial, estilo López Obrador, no está ayudando en nada. Antes bien, prende más alarmas.
En Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, hay mucha preocupación en estos momentos. Sería importante no minimizarla.
Afortunadamente para Claudia, aún existe la independencia y autonomía de Banxico y del sector financiero mexicano en general. Que no se le ocurra mover esas variables.
Giro de la Perinola
– Parte de la preocupación estadounidense se refleja en la orden dada por Biden de sellar la frontera para solo ofrecer asilo limitado a los migrantes. Habrá mucho que trabajar y probar para que la confianza regrese a niveles anteriores.
– Así como los contrapesos se convierten luego en la excusa para que gobiernos populistas digan que se les impide llevar a cabo la transformación, los actores que forman parte de esa revolución social y moral económica se vuelven chivos expiatorios. Y en ese sentido son válidas —creo— dos preguntas: (1) ¿Ramírez de la O salió a dar un mensaje de tranquilidad por órdenes de López Obrador o de Sheinbaum? (2) ¿Se queda de secretario de Hacienda sólo por instrucciones de López Obrador o también porque Claudia necesitará un chivo expiatorio si la economía sufre un 1994?