En la tragedia registrada en tierras regias durante un acto de campaña de Sergio Álvarez Máynez hay culpables. Y deben ser castigados con todo el rigor de la ley. Pero hasta el momento todo mundo es inocente. Todo es producto de un lamentable accidente, repiten las autoridades a pesar de tener las manos manchadas con sangre.
¿Quién es culpable?
¿Protección Civil?
¿El gobernador Samuel García?
¿Los dueños de la empresa que organizó el show asesino?
¿El propio candidato presidencial?
¿Movimiento Ciudadano?
El punto es que si había alerta de tormenta alguien es responsable de no cancelar el evento, que incluía la presentación del grupo musical Bronco. O sea no era un mero acto político, también fue un concierto masivo fallido. Quizá mucha gente fue a escuchar a Bronco, no a Álvarez Máynez. Y ahora están muertos o heridos.
Aparte de corrupción, la política también genera muerte.
Aquí no hay inocentes, aunque el presidente ya decretó que nadie es responsable.
Precisamente por eso los familiares deben presentar denuncias formales y exigir castigo para los culpables.
Todo apunta a que aquí ocurrirá lo mismo que en el accidente de la línea 12 del Metro de la ciudad de México, que dejó 27 muertos y ningún responsable.
Ojalá y no.
A ver si lo ocurrido en San Pedro Garza García, un municipio pegado a Monterrey, empieza a marcar la diferencia.
La reforma del poder
Si vamos a ser francos, la clase política de México está acabando con el país. La lucha por el poder aumenta cada día. Ataques, ofensas, venganzas, defensa de intereses, es el pan de cada día. Lo único que falta es un crimen de Estado.
Entonces sí, de ocurrir una desgracia de este tipo, a ver quién cierra la puerta.
La violencia azota todos los rincones de un país arrinconado por balas y mensajes de odio.
Estamos en la antesala de un México en caos.
¿Y qué hace la clase gobernante?
Defiende sus intereses.
Nadie llama a la reconciliación.
Los políticos armaron y fomentaron un México dividido.
Y nada hacen para remediar la situación.
Nadie saca la banderita blanca.
Nadie convoca al diálogo.
Simplemente hay una feroz lucha entre adversarios y supuestos compañeros de ideología.
De seguir por ese camino el resultado se puede adelantar desde ahora: El poder los consumirá.
El poder es como un fuerte explosivo: O se maneja con cuidado o estallará en plena cara.
Es tiempo de sacar la banderita blanca y recordar algunas palabras de Luis Donaldo Colosio sobre este tema:
“Expreso mi compromiso de reformar el poder para democratizarlo y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo. Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder”.
Así es. El discurso no ha perdido vigencia.
Pareciera que queremos revivir el año de 1994.