La Marea Rosa, ayer con el apoyo para Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, terminó siendo multitudinaria, pese al boicot, descarado, del gobierno. Miles y miles de manifestantes estuvieron en el Zócalo, pese a que se hizo de todo tratando de reducir la participación ciudadana: la CNTE, que siempre ha hecho parte del trabajo sucio de la política nacional, se quedó en el Zócalo y no sólo eso, se nucleó en torno al asta bandera, pero esgrimir así la absurda excusa de que no se podía izar la bandera porque allí estaba su plantón (el Presidente el viernes, en una de sus peores declaraciones, había dicho que la bandera “era incluso para los traidores a la patria”, o sea, que la mitad de la población está formada por traidores a la patria). Finalmente, cerca de las 9:00 hrs., elementos militares izaron la bandera, en medio de enfrentamientos y agresiones de los miembros de la CNTE que se repitieron antes y después contra los manifestantes de la alianza opositora. Mientras tanto, el Palacio Nacional ha quedado rodeado de vallas de tres metros de altura.
El gobierno de la Ciudad de México se apresuró el sábado a declarar contingencia ambiental, pese a que los vientos y lluvias de esa tarde despejaron la contaminación. La idea, como en la anterior Marea Rosa, era dificultar la llegada al Zócalo. Los bots de Palacio Nacional se lanzaron, sin pausa, contra la Marea Rosa con mentiras, insultos y agresiones.
Pero, finalmente, nada de eso impidió una manifestación masiva, un empujón emocional para la oposición, para Xóchitl, y creo que, sobre todo para Taboada, en el cercano objetivo de ganar la Ciudad de México. Al momento de escribir estas líneas aún no comienza el debate presidencial, pero Xóchitl llega a él con todos los estímulos positivos posibles.
Todo lo que se hizo desde el gobierno, por ejemplo, para boicotear esta Marea Rosa, creo sinceramente que no puede sostenerse en el futuro, gane quien gane, en un país que aspira a ser la décima economía del planeta, a tener un papel en el mundo global y avanzar en la justicia, la seguridad, la prosperidad.
Pensando en eso, hablamos en Todo Personal con Juan Ramón de la Fuente, una de las mejores expresiones de las corrientes encontradas que conviven en el equipo de Claudia Sheinbaum.
De la Fuente es el encargado de elaborar el programa de gobierno de Claudia. El exsecretario de Salud, exrector de la UNAM, exrepresentante de México ante las Naciones Unidas es una de las mejores incorporaciones que ha hecho Claudia, es un hombre que está lejos de esas visiones de blancos y negros, fieles y traidores. Hablamos con De la Fuente sobre qué debería significar en el hipotético gobierno de Claudia, el cambio con continuidad (“hay continuidad en que se mantiene la rectoría, pero hay cambios en los cómos, que así tiene que ser, porque una transformación que va a ir al segundo piso, que va a ir a la siguiente etapa, si no introduce innovaciones, deja de ser transformadora”); lo que debe suceder en el terreno energético (“acelerar la transición energética, movernos mucho más rápidamente hacia energías renovables en sus diversas modalidades y mantener la rectoría del Estado”). La relación con Estados Unidos y nuestro posicionamiento estratégico (“somos el principal socio comercial de los Estados Unidos, somos aliados estratégicos de los Estados Unidos, que no nos quepa la menor duda, nuestra vocación fundamental está en el Tratado de América del Norte, constituimos el bloque económico más dinámico y uno de los más poderosos del planeta… la prioridad será, desde luego, el mercado norteamericano”).
Finalmente, le preguntamos si un hipotético gobierno de Sheinbaum sería para todos.
“En una democracia –dice De la Fuente– el planteamiento es muy claro, los anglosajones lo tienen muy bien definido: ‘Una democracia es aquella en la que mandan las mayorías, pero las minorías tienen derechos’… creo que vamos a ganar, creo que tendremos mayoría, pero, por supuesto, vamos a respetar los derechos de las minorías y vamos a dialogar siempre con ellos”.
Hace seis años entrevistando unos días antes de la elección a Alfonso Romo, que estaba en la misma responsabilidad que tiene ahora De la Fuente, me decía que no se iba a cancelar el Aeropuerto de Texcoco, que se iban a utilizar semillas genéticamente modificadas para aumentar la producción agrícola en Chiapas, que en la energía no se iba a reducir la participación privada. A la hora de gobernar, por la razón que sea, esos presupuestos no se cumplieron, ¿en el caso de que la doctora Sheinbaum llegue a la Presidencia, le pregunté a De la Fuente, mantendrá los acuerdos programáticos que se establezcan?
“Yo creo –nos dijo el exrector– que van a haber dos grandes líneas estratégicas en el gobierno de la doctora Sheinbaum, que es lo que ella ha planteado reiteradamente. Primero, tenemos que avanzar en la consolidación de la transformación de la vida pública del país y para ello necesitamos continuidad con cambios. Segundo, el gran objetivo final es alcanzar un mayor nivel de bienestar para todos y eso implica compartirlo. Creo que, si esos dos grandes ejes se cumplen y tratamos de llevarlos a la práctica con proyectos específicos, habrá en los próximos años un espacio para todos los que tengan una verdad que defender, una razón que esgrimir, en un ambiente respetuoso, en donde, insisto, las mayorías, pues serán las mayorías y van a hacerlo valer, y las minorías tendrán sus derechos, que son irrenunciables, por cierto, y habrá que respetarlos… estoy aquí con convicción y con un genuino, de verdad, con un genuino espíritu de servicio, porque creo que en este momento y, sobre todo, en los próximos años, México requiere que todos pongamos de nuestra parte”.