Luis Donaldo Colosio Riojas y Samuel García, los dos compadres y amigos, atraviesan una crisis en su relación. La razón de fondo: sus ambiciones presidenciales. El exalcalde de Monterrey, quien cedió la candidatura de ese municipio a su comadre, Mariana Rodríguez Cantú, para convertirse en senador de la República y comenzar a pavimentar su camino hacia el 2030, se le adelantó al gobernador de Nuevo León, Samuel García, con quien en realidad ha tenido una relación de altibajos desde el principio, y quien fue el artífice de la candidatura presidencial de Jorge Álvarez Máynez, sin haberlo consensuado a cabalidad con los liderazgos de Movimiento Ciudadano ni tampoco una posible alianza con el PAN-PRI-PRD, como lo pidió en su momento el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y lo refrendó hace unos días Colosio Riojas.
Muy temprano, en vísperas de la elección del 2024, la batalla por la candidatura de Movimiento Ciudadano para el 2030 inició y ha puesto frente a frente a Luis Donaldo Colosio Riojas y Samuel García. El principio del final de esa relación será el rumbo que tome en el actual proceso y la candidatura de Álvarez Máynez, señalada por muchos como una estrategia para dividir a la oposición y favorecer a Morena.
De manera elegante y entre líneas, Colosio Riojas ha llamado al aspirante presidencial de su partido a declinar por Xóchitl Gálvez, en el momento en que Alejandro Moreno se ofreció a dimitir a la dirigencia del PRI si Máynez renuncia también a su candidatura. “En repetidas ocasiones dije que a la actual alianza le sobraba y le faltaba MC”, dijo Colosio Riojas, un argumento sólido que le sirve en esta coyuntura para tender la mano a los partidos de oposición y desmarcarse de los caprichos de su compadre Samuel.
De la mano de Agustín Basave, el expresidente del PRD, Luis Donaldo viene construyendo desde hace un par de años una imagen sólida que lo coloca como una carta fuerte para buscar la Presidencia, con todo el peso y ventaja que le da su apellido. Se trata de esa figura que nunca pudieron construir los partidos de oposición en los últimos seis años, con capacidad de posicionarse ante los votantes como un líder legítimo sin importar el partido que lo abandere.
Colosio Riojas es un candidato que podría transitar en cualquier plataforma política y lo está aprovechando. El mensaje que mandó el martes pasado a las fuerzas de oposición es, además de un guiño al PAN, el PRD y hasta el PRI, para que lo asuman como un aspirante de consenso los bloques ideológicos de centro, izquierda y derecha. Ni siquiera en Morena tienen esa figura para 2030.
El primer obstáculo para que Colosio Riojas logre que lo arrope una plataforma política amplia y plural en su candidatura presidencial para 2030 es el gobernador de Nuevo León, Samuel García. El estridente mandatario es el principal impulsor y consejero de Álvarez Máynez, por lo que la decisión que este último tome en el futuro inmediato tendrá que pasar primero por la aprobación de su compañero de parrandas: Samuel lo hizo candidato y al parecer sólo Samuel lo puede quitar.
En este escenario de pugna llama la atención la ausencia de los liderazgos reales de MC. Dante Delgado está totalmente rebasado y borrado del mapa político, consolidando la teoría de que su partido es un “esquirol” o “palero” de Morena, colocado en la escena de una batalla presidencial para dividir el voto opositor. Por el otro lado falta un pronunciamiento del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien, si presiona como lo hizo cuando se destapó Xóchitl Gálvez a la Presidencia, pondría contra las cuerdas a Máynez y a García. Serían ya dos líderes sólidos y con fuerza política (Alfaro y Colosio) los que podrían exigir la declinación del candidato, muy soberbio, en el que se ha convertido Álvarez Máynez.
En la elección del 2 de junio se pone en juego algo más grande que la Presidencia de la República: se está poniendo en riesgo el sistema democrático del país. Es probable que con seis años más de Morena ni siquiera Luis Donaldo tenga posibilidades de competir en la batalla siguiente; tampoco Samuel, quien igualmente piensa construir su propio camino a la Presidencia, confrontando a los partidos de oposición de la mano de AMLO, y enfrentando también a su todavía compadre, Luis Donaldo Colosio, a quien en los últimos días le ha enviado varias comunicaciones no muy amistosos en los últimos días.
Posdata 1
Rocío Nahle no puede ocultar su riqueza, presuntamente ilícita, ni ha podido desmentir las acusaciones de corrupción que, entre otras cosas, dispararon el costo de la refinería Dos Bocas, la cual estuvo a su cargo durante los cuatro años y medio que permaneció al frente de la Secretaría de Energía, antes de convertirse en candidata de Morena al gobierno de Veracruz.
La otrora aguerrida legisladora morenista, que desde su curul criticaba el derroche de Pemex y la vida de lujos de sus directivos, como Emilio Lozoya Austin, resultó muy similar a la de los personajes que criticaba: departamentos de lujo en Nueva York, lujosas casas con acceoso a yates, en Boca del Río, y una red de empresarios amigos que se convirtieron en multimillonarios.
Y como la riqueza y la vida “fifí” –como ha calificado el presidente López Obrador a quienes tienen casas en el extranjero o estudian fuera del país– no se puede esconder fácilmente, Rocío Nahle tendrá que cargar con los cuestionamientos de cómo puede costear, con sus ingresos de funcionaria pública, el departamento de su hija Rocío Peña Nahle en Nueva York, a unas cuadras de Central Park, y también el costo de la prestigiada y cara Universidad de Columbia, de donde se acaba de graduar de un MBA el sábado pasado.
La hija de Nahle estudia y vive en Nueva York por lo menos desde el 2020, cuando estudió una maestría en Columbia, según los registros públicos de la escuela donde, por cierto, también estudió el padre de su némesis: Emilio Lozoya Austin.
Y para cerrar con broche de oro esa vida dorada, la candidata de Morena al gobierno de Veracruz va a celebrar lo que apunta a ser una lujosa boda de su otra hija, en junio próximo, para la cual ya envió las invitaciones. Nahle está más que lejos de predicar con el ejemplo de la “austeridad republicana” y muchos menos de la “pobreza franciscana” de su padrino, jefe y líder político, Andrés Manuel López Obrador.
Posdata 2
En julio de 2021 publiqué en esta columna la andanada de críticas que hizo el entonces senador de Morena, Germán Martínez Cázares, junto con el rector de la Escuela Libre de Derecho, Ricardo Silva, contra el otrora presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, quien por esas fechas buscaba extender su mandato por dos años.
El también exdirector del IMSS expuso que la consulta extraordinaria que impulsaba Zaldívar entre los ministros de la Corte, con la ayuda del entonces consejero Jurídico, Julio Scherer, era “marrullera y tramposa, alentada con el ánimo de quedar bien con Dios y con el Diablo”.
Por su parte, el rector de la Escuela Libre de Derecho envió una carta a su personal en la que informó de la promoción de un juicio de amparo contra las reformas al Poder Judicial de la Federación bajo las premisas de “defender el Estado de derecho y democrático; el acceso a la justicia dado que usuarios y funcionarios tendrían un conflicto de interés para accionar; las leyes que reforman el sistema de control y vigilancia del Poder Judicial deben ser analizadas bajo estándares constitucionales y convencionales que garanticen la independencia; y la función jurisdiccional y su libre ejercicio”.
La historia viene a cuento porque al parecer, después de varios años, se están limando asperezas. Esta semana se reunieron en un restaurante de un conocido club de golf, Germán Martínez, Ricardo Silva y el magistrado Constancio Carrasco, este último involucrado en la presunta presión a jueces para fallar en favor de proyectos del gobierno del presidente López Obrador.
Vaya momento para esta reunión de alto nivel entre personajes que están o estuvieron en el ojo del huracán. La pregunta es si están limando asperezas o estructurando una estrategia para intentar salvar a Arturo Zaldívar del embrollo en el que está metido.
Posdata 3
Hablando de Zaldívar, en su círculo se habla de una supuesta venganza personal del magistrado que hizo público un audio en el que presuntamente fue presionado por el secretario de la Presidencia del Consejo de la Judicatura Federal, Carlos Alpízar.
El magistrado Alberto Roldán Olvera es un enemigo personal de Zaldívar, o por lo menos de las políticas que impulsó durante su gestión para contrarrestar el nepotismo y el tráfico de influencias en el Poder Judicial de la Federación. Aducen que si la obligación de declarar los familiares colaboradores hubiera estado vigente de manera previa al 2018, Roldán Olvera hubiera sido exhibido por tener hasta ocho familiares en uno de los tres Poderes de la Unión.
Al Poder Judicial llegaron padre, dos hermanos, cuñada y sobrinos del magistrado, la mayoría adscritos al Tribunal Colegiado en Materia Administrativa de Morelos, del que era magistrado el padre, Alberto Roldán Velázquez. El mejor posicionado fue el hermano Alejandro Roldán Olvera, quien se desempeñó desde 2007 como secretario de Seguimiento de Comités de Ministros de la SCJN.
No es poca cosa el cargo que desempeñaba Alejandro Roldán; en sus manos estaban las decisiones de uno de los órganos administrativos del máximo tribunal del país: el Comité de Gobierno y Administración, encargado de direccionar y aprobar los recursos totales del Poder Judicial de la Federación, desde el presupuesto anual hasta los famosos fideicomisos en los que se reservaban 20 mil millones de pesos.
De pronóstico reservado, el final de esta historia.