La intervención del narco, la postura de López Obrador en caso de derrota y la actitud del Ejército frente a un potencial conflicto poselectoral son los “puntos difíciles” de la elección del próximo domingo, coinciden asociaciones civiles, políticos de oposición y analistas políticos no afines al régimen.
Guadalupe Acosta Naranjo, dirigente del Frente Cívico Nacional, teme que en zonas violentas del país, donde la delincuencia tiene gran presencia, no se permita instalar casillas.
Habla de las “zonas complicadas” en Guerrero, Chiapas, Michoacán, Oaxaca, Tamaulipas, Zacatecas y hasta de algunas partes de la Ciudad de México (las alcaldías Gustavo A. Madero, Tláhuac e Iztapalapa).
“La intervención del crimen no es un factor nuevo, pero se han empoderado. Eso se refleja en las muertes que hemos tenido este sexenio (185 mil), pero sobre todo en las renuncias que ha habido de candidatas y candidatos a lo largo del país”, nos dice.
En abril pasado, por ejemplo, se bajaron más de 200 candidatas en Zacatecas. En Michoacán, 40% de los aspirantes renunciaron a la contienda por temor, según Roberto Roldán, investigador del Colegio de México citado por la BBC. “Para hacer política en México tienes que adaptarte a la posibilidad de que te maten, a la violencia, a tener tus posibilidades reducidas, según el interés de grupos criminales”, le dijo Roldán a la BBC.
Acosta Naranjo lo dijo así: “Al que no renuncia le piden que haga brazos caídos, que no se mueva, y si no hace caso sabe a lo que se atiene”.
El INE no tiene las herramientas para combatir este fenómeno. El monopolio de la fuerza lo tiene el Estado. No es de su competencia. Esa tarea le corresponde al gobierno federal y a los estatales. Los municipales son intrascendentes. No tienen forma de enfrentarse a los cárteles con éxito.
Ángel Ávila, representante del PRD ante el INE, está consciente que la autoridad electoral no tiene facultades ni herramientas para frenar la intervención de las bandas criminales, pero sí de velar por el sufragio libre, secreto.
Exige, en concreto, que el instituto electoral haga un enérgico llamado al Estado para que garantice el libre sufragio. “De nada sirve que el INE ponga casillas con funcionarios, que la gente vote y haya un resultado, si previamente el crimen organizado ya eligió a quién se puede elegir y a quién no. Eso no es democracia”, destacó.
Los mexicanos sabemos que bajo cobijo de la política de abrazos, no balazos, los delincuentes se sienten seguros. “Se pasean como Pedro por su casa”, sintetiza Acosta Naranjo.
* López Obrador es visto por políticos opositores, asociaciones ciudadanas y hasta religiosas como otra preocupación mayor de cara a las elecciones.
Su historial indica que no va a aceptar una derrota. No acepta los resultados salvo cuando él gana. Ya desde ahorita habla que la derecha se prepara para cometer “un fraude”.
El Presidente se metió en las elecciones un día sí y otro también. Emilio Álvarez Icaza y el propio Acosta lo bautizaron como “chachalaca atómica”.
Tiene 52 resoluciones de la autoridad electoral reconviniéndolo por meterse en el proceso. Pero ni caso.
Acosta nos hace notar que el único que habla de fraude en estas elecciones es el presidente López Obrador, pero añade: “Es el que más ha violado la ley y la Constitución. Vicente Fox es un niño de brazos, comparado con él”.
“Puede ser —dijo— que el Presidente termine intentando lo que Trump o Bolsonaro. Los dos populistas, cuando perdieron, intentaron usar su poder para revertir el resultado. Ni cuando perdió contra Peña Nieto, por casi ocho puntos, López Obrador reconoció su derrota”.
El Consejo Nacional de Laicos distribuyó hace días un comunicado en el que afirma que la única forma de que el Presidente admita la derrota, es con un triunfo holgado de Xóchitl Gálvez.
En cuanto a los militares, el dirigente del Frente Cívico dice que le preocupan, pero no porque ellos tengan interés en gobernar. Todavía no llegamos a los ambientes de Centro y Sudamérica. “Me preocupan en función de lo que les pida el Presidente”, explicó.
* En plena campaña presidencial, Donald Trump, de 77 años, fue encontrado culpable de 34 cargos por pagos simulados a la actriz porno Stormy Daniels, para que no revelara que al final de su primera campaña presidencial tuvo relaciones sexuales con él.
Pero el mundo no se ha librado del muy clasista y racista candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, que en cada mitin promete una expulsión masiva de migrantes, si el voto de los estadunidenses lo regresa a la Casa Blanca.
La Constitución del país más poderoso del mundo le permite competir en las elecciones, aun si está en la cárcel y no ha sido sentenciado.