No puede decir López Obrador que se trata de un ataque de la derecha o de los conservadores… Hoy España está gobernada por el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y la televisión pública de ese país es TVE. Por ende, la investigación que transmitió dicha cadena informativa, no tiene ningún ánimo oculto o de grilla contra el obradorismo, un gobierno que se dice de izquierda.
Muestra, eso sí, sin dejar lugar para la duda, el ecocidio realizado por la 4t en la península de Yucatán y que ha documentado el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (una asociación civil no lucrativa que, en sus más de 28 años de trabajo, ha llevado a cabo numerosos proyectos e iniciativas orientadas a impulsar la gestión sostenible de los territorios rurales pertenecientes a ejidos y comunidades mediante el acompañamiento a instituciones comunitarias en más de 10 regiones forestales de México).
El daño es inconmensurable, dicen sus expertos integrantes. Tan solo en los últimos cuatro años (2019-2023), a la península de Yucatán le arrebataron ¡285,580 hectáreas de selvas!
Lo que es lo mismo, la deforestación diaria fue de 196 hectáreas. DIARIA. Para darles una idea del ecocidio, es como si cada día se arrasaran solo en esa región 392 campos de fútbol; 142,790 canchas en un año (en México se tienen un total de 17 estadios de balompié profesional (Liga Mx) y en total 101 en todo el país…).
Todo ese espacio que se ha perdido estos años, antes tenía árboles, flora, fauna, ecosistemas que *tardarán, al menos, cientos de años en regenerarse. La Península de Yucatán acoge a la Selva Maya, la cual es la mayor selva tropical de América después de la Amazonia.
La biodiversidad de la Selva Maya acogía 54% de los manglares de nuestro país. También, ecosistemas únicos como los petenes, los cenotes y un sistema cavernario inundado único en el mundo. Todo eso ha quedado comprometido resultado de las obras del tren.
¿Saben qué es lo peor? Que en muchos sentidos la catástrofe apenas inicia. En la península de Yucatán se encuentran (¿encontraban?) cuatro de los acuíferos más importantes de nuestro país, donde se recarga el 25% del agua de la nación. Con la construcción del Tren Maya, el uso de concreto y los pilotes insertados, los acuíferos han sido contaminados.
Una obra sin estudios de impacto, una edificación que jamás habría cumplido con los permisos ambientales mínimos*
Los costos no son solo monetarios o, lo que es lo mismo, no todo es dinero. En su mayoría los pagaremos todos con una menor cantidad de agua y las externalidades que traerá el haber destruido esos ecosistemas. La selva tropical, las dunas, los lagos de agua dulce, las lagunas costeras, los arrecifes bacterianos de agua dulce…
Y aún hay más, mucho más. Toda esa selva es un pulmón de oxígeno para un planeta asfixiado de CO2. La tala inmisericorde de más de 7 millones de árboles (2019-2023) ha desequilibrado a la región, pero también al planeta entero. En promedio, un árbol adulto de manera anual procesa 12 kilogramos de CO2 y da oxígeno para una familia de cuatro personas.
Lo que es igual, una hectárea de árboles puede absorber 6 toneladas de bióxido de carbono al año.
¿A dónde fue a dar la madera de 7 millones de árboles?, ¿qué fue de ella?, ¿dónde se ingresó el pago por esta? Lo adivinaron ustedes: información protegida por cuestiones de ‘seguridad nacional’…
Y que conste que no he mencionado la pérdida y/o destrucción de ruinas arqueológicas; daños irremediables. La herencia cultural ha sido destruida y asolada, y de lo poco que se rescató, no se sabe dónde terminará.
¡La pérdida de fauna! La Selva Maya es de los reductos donde habita el jaguar; durante la construcción del Tren Maya se sabe de más de 10 ejemplares que fueron muertos por máquinas o por causas atribuibles a esta obra.
Ni la Semarnat, ni la Procuraduría de Protección al Ambiente, ni la Conafor, ni ninguna instancia pudo, supo o quizo poner un alto a la destrucción. Las instrucciones y acciones de Presidencia y de la Sedena se han impuesto.
El gobierno no quiere que sepamos lo que provocó el Tren Maya, pero la terca realidad nos lo irá informando, especialmente a los habitantes de la misma península, el calor se incrementará, el agua será más escasa y sí, habrá una sobreexplotación de los mantos acuíferos y corruptelas aún mayores que los terrenos expropiados (y vueltos a pagar) del Tren Maya.