Claudia Sheinbaum ya se siente y se asume presidencial. Se proyecta como la primera mujer presidenta de México. Y si bien aún no gana la elección, la candidata de Morena ya comenzó a sentir el calor de la silla presidencial; la silla del águila que quema y marea.
Hace varios días que Sheinbaum comenzó a tener reuniones con los principales funcionarios del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿La razón? Quiere entrarle al toro por los cuernos. De las pocas consideraciones reales que el presidente le otorgó junto con el bastón de mando fueron el poder comenzar a perfilar a su equipo, tal cual lo hizo AMLO en el 2018 al anunciar a su gabinete virtual, en el que incluyó lo mismo a radicales que a moderados; un mensaje de pluralidad que después se desvaneció con el paso de los años.
Sheinbaum tiene claro que de ganar la Presidencia de la República deberá integrar un gabinete incluyente, entre funcionarios transexenales que son necesarios; los incondicionales de López Obrador; los morenistas radicales (del denominado grupo de los puros) y de su equipo de la CDMX. Nada más difícil para la heredera de la 4T que conciliar tantas visiones e intereses.
En distintas carteras, Sheinbaum ha ido tejiendo fino, sobre todo frente a los grandes retos y problemas que va a heredar de su jefe y padrino político, el presidente López Obrador. Uno de los más importantes es el económico. En este espacio revelé la verdadera razón por la que la exjefa de Gobierno ha solicitado públicamente que el actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, se quede al frente de esa dependencia si obtiene la mayoría de los votos este domingo 2 de junio. La razón es que quiere que arregle el problema del déficit fiscal, o para que se entienda mejor: el endeudamiento en el que incurrirá el gobierno este año, el cual le dejará un margen de maniobra muy estrecho a la siguiente administración en cuanto a finanzas públicas.
Sheinbaum, por más científica, ambientalista y política de izquierda, sabe que la economía es el eje transversal de cualquier gobierno, y se rige bajo la frase que popularizó Bill Clinton en 1992 cuando compitió contra George W. Bush: “Es la economía, estúpido”, lo que lo terminó llevando a la Presidencia.
Sheinbaum sabe que sin margen de maniobra en el presupuesto y las finanzas públicas, su eventual gobierno puede hacer crisis tan pronto como en su primer año. Es por eso que en las reuniones que la exjefa de Gobierno ha sostenido con el equipo de Hacienda de la 4T, ha preguntado tres cosas que considera las más relevantes: ¿se puede bajar el déficit de 5.4% a 2.5%?; ¿es urgente una reforma fiscal?; ¿es sostenible el gasto progresivo de los programas sociales?
Todas estas preguntas rondan la cabeza de Sheinbaum y se las ha preguntado al equipo hacendario de López Obrador, al cual planea ratificar en su cargo por lo menos para su primer año de gobierno. La respuesta a esas preguntas por parte de los funcionarios más pragmáticos ha sido la siguiente: sí se puede reducir el déficit, pero se tiene que recortar el gasto en 900 mil millones de pesos; sí se necesita una reforma fiscal estructural, pero se puede empezar por hacer más eficiente y expedito el cobro de impuestos, así como tecnificar y digitalizar los procesos en las aduanas, de donde se obtiene buena parte de la recaudación; y sobre el tema de los programas sociales, el planteamiento a Sheinbaum es que se congelen los aumentos por inflación, es decir que se enteren en términos nominales.
Este tema mantiene nerviosa a la candidata presidencial. De entrada, aunque en su equipo saben que el secretario Ramírez de la O apoyó a Marcelo Ebrard en su intento de convertirse en candidato presidencial, planea llevar una relación institucional con el posible secretario transexenal, al igual que con los otros subsecretarios, el de Hacienda, Gabriel Yorio, y el de Egresos, Juan Pablo de Botton. Después del primer año, si logran “arreglar” el asunto del déficit fiscal, entonces sí le daría paso a sus funcionarios. Una de las que entraría al relevo, ya sea en la subsecretaría de Egresos o en la Oficialía Mayor, encargada de todos los Tuafs, sería Luz Elena González, la actual secretaria de Finanzas de la CDMX.
La gran preocupación para Sheinbaum y su eventual equipo económico es el recorte de la calificación crediticia por un eventual mal manejo del déficit. Fitch Ratings ya tiene a México con una calificación de BBB-, que es el escalón más bajo dentro de la categoría de inversión y se encuentra justo por encima del nivel considerado como especulativo o “grado de bono basura”. Si esta calificadora comienza con la degradación, el pronóstico financiero para el país sería muy malo, sobre todo considerando el arranque de una nueva administración.
Por eso, les guste o no a los radicales e ideológicos de la 4T, Sheinbaum tiene muy claro que “¡es la economía, estúpidos!”.
Posdata 1
La recaudación fiscal será clave para el siguiente gobierno. La cifra histórica de 4.6 billones de pesos proyectada para 2024 es un monto que difícilmente se podrá mantener la próxima administración sin una reforma fiscal que incremente la base gravable. Por eso es que el cargo de jefe o jefa del SAT es una gran incógnita en el siguiente sexenio.
De ganar Claudia Sheinbaum, la definición estará en el actual jefe del SAT, Antonio Martínez Dagnino; la extitular de ese organismo, Raquel Buenrostro, y también suena la propia Luz Elena González. Del equipo de Xóchitl Gálvez, el único de los integrantes de su equipo visibles en el ex subsecretario Fernando Galindo.
Pero les anticipo: tanto Sheinbaum como su equipo saben que no hay de otra más que recortar el gasto público, empezando por el
sector de infraestructura y obra pública, y pasando por el sector energético; en ambos la apuesta tiene que ser a que los vacíos de inversión pública los cubra la iniciativa privada.
Posdata 2
Hablando de impuestos, el SAT quiere cerrar a tambor batiente el 2024 con el cobro de impuestos. De entrada, ya notificó al Grupo Bal, de la familia Bàilleres, de un adeudo fiscal reclamado a la aseguradora Grupo Nacional Provincial (GNP).
La compañía informó del tema en un evento relevante en la Bolsa Mexicana de Valores. Se trata de un crédito fiscal correspondiente al ejercicio fiscal 2017, sin que se especificara el monto del mismo.
Otra empresa que está dirimiendo un crédito fiscal con el SAT, y que ya debería informar del tema a sus inversionistas, es Coca-Cola Femsa (KOF). Según información a la que tuvo acceso esta columna, a la embotelladora regiomontana se le reclaman unos 11 mil millones de pesos, los cuales están ya en litigio.
En 2020, Femsa, su holding, llegó a un acuerdo con el fisco para “finalizar diferencias de interpretación fiscal”, por lo que pagó un total de 8,790 millones de pesos.
Otras empresas como Walmart pagaron al fisco 8,079 millones de pesos, mientras que en América Móvil, del empresario Carlos Slim, liquidó otros 8,290 millones de pesos.
Posdata 3
Distintas dependencias públicas contrataron este año a la Casa de Moneda de México la
adquisición de medallas y rosetas para el Premio Nacional de Antigüedad del Servicio Público por un monto total de casi 450 millones de pesos. Se trata de reconocimiento que cada institución da a las personas servidoras públicas cuya relación laboral supere una antigüedad de 25 años según la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles.
Llama la atención que mientras la Secretaría del Trabajo, de Marath Bolaños, destina unos 82 mil pesos a esas tareas, la Secretaría de Energía, a cargo de Miguel Ángel Maciel, aporta poco más de 93 mil pesos y la Secretaría de Turismo, de Miguel Torruco, unos 107 mil pesos, y otras dependencias llegan a ejercer más de 400 millones en ese mismo rubro.
La Secretaría de Educación Pública, que encabeza Leticia Ramírez, destinará hasta 423 millones de pesos para la adquisición de las preseas según el procedimiento DGRMYS-DGRHYO-ART1-005-2024; en tanto, el IMSS de Zoé Robledo, el segundo convenio más alto, pagará casi 6 millones por esos servicios.