Arturo Zaldívar, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sostiene la teoría de que la denuncia anónima en su contra fue orquestada por Santiago Creel y Luis María Aguilar, con el aval del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar. Según fuentes cercanas a Zaldívar, ambos funcionarios habrían proporcionado datos y pruebas a Norma Piña, actual presidenta de la Suprema Corte, quien habría iniciado la persecución contra su antecesor.
La implicación de Ken Salazar en este asunto se destaca por su reciente participación en un evento público junto a Piña. Esta conexión se considera relevante, especialmente porque durante el intento de reelección de Zaldívar como jefe de la Corte, se percibió una intensa operación desde la embajada estadounidense para impedir su continuidad, argumentando que esto debilitaría la certeza jurídica para las inversiones de Estados Unidos en México.
Además, se menciona que entre los jueces supuestamente presionados por Zaldívar, existen vínculos directos con la representación diplomática estadounidense, incluyendo a uno muy cercano a la DEA.
La próxima jubilación de Aguilar en siete meses añade otra capa de complejidad al asunto. Zaldívar interpreta que el involucramiento de Aguilar podría estar motivado por alineaciones políticas dentro de la actual administración que buscan influir en el escenario político a favor de Claudia Sheinbaum, considerando que existen otros aspirantes a los cargos que él ha ocupado.
Este escenario también aplica a Creel, quien mantiene una relación fluida de diálogo con figuras prominentes como Adán Augusto López Hernández y el general Luis Crescencio Sandoval, ampliando así las dimensiones de esta presunta conspiración.