Durante el primer debate presidencial, Claudia Sheinbaum presumió que los feminicidios habían bajado 30% durante su administración en la Ciudad de México. Con ese dato se quiso sacudir los cuestionamientos de Xóchitl Gálvez por el aumento de la violencia bajo los gobiernos de Morena.
La semana pasada el dato estrella de Sheinbaum se derrumbó: fue descubierto el caso de Miguel Cortés Miranda, un feminicida serial que actuó en la capital del país y habría ejecutado a aproximadamente 20 víctimas (se están haciendo los análisis de los restos óseos descubiertos en el departamento del asesino para saber exactamente de cuántas personas se trata), de acuerdo a la información que difundieron extraoficialmente los gabinetes de Seguridad tanto federal como local. Las aproximadamente 20 mujeres habrían estado registradas como desaparecidas, y por tanto no figuraban en la estadística de feminicidios en la Ciudad de México.
Con esos 20 nuevos casos, la defensa de Claudia Sheinbaum se esfuma. Si los sumamos a la estadística tendríamos que, en realidad, en la Ciudad de México los feminicidios de abril 2022 a marzo 2023 habría sido exactamente los mismos 79 que de abril 2023 a marzo de 2024, es decir, no hay disminución.
No sólo es la derrota de un argumento matemático. También implica la derrota de una narrativa. Y ahí el gobierno está haciendo su mejor esfuerzo para que no se les ponga rostro a las víctimas del feminicida serial. El viernes pasado, la Secretaría de Gobernación circuló un amenazante oficio dirigido a medios de comunicación electrónicos, es decir radio y televisión, sobre los que tiene rectoría por tratarse de concesiones del Estado.
En el oficio se hacen dos advertencias a los medios para no difundir nombre ni fotografías de las menores de edad víctimas, so pena de ser sometidos a una sanción, cuyos alcances no se especificaban.
Es muy loable que se busque erradicar la explotación mediática de imágenes de menores de edad, pero en el caso concreto del feminicidio que permitió conocer la identidad de asesino, el de una adolescente de 17 años de edad, sus propios familiares quisieron difundir su fotografía para recordarla de la mejor manera. El gobierno desea impedir eso.
El gobierno se atravesó en los deseos de los familiares, con tal de que la sociedad no empatizara más con la familia, para evitar que el nombre y la foto de la adolescente asesinada se volvieran una bandera para exhibir los niveles de violencia contra las mujeres en México y reclamar la inacción de los gobiernos.
En México matan a 6 menores de edad cada día. En la Ciudad de México asesinan a 5 niños al mes. Gobernación no envía oficios para proteger todas sus identidades. Según una rápida búsqueda, la última vez que lo hizo fue en el 2020, en el caso de unos niños mutilados en la capital del país.
Está claro: la prioridad es proteger a la candidata, no a las mujeres asesinadas por el feminicida serial. Y la situación es peor si contemplamos la deficiencia en el actuar de los órganos de seguridad en cuanto a la investigación: en uno de los casos, a la víctima se le vio por última vez con el feminicida y no se hizo nada. Un rápido actuar seguramente hubiera aminorado lo trágico de todo este caso.
Hasta el cierre de esta columna, Claudia Sheinbaum no ha dicho una sola palabra sobre el feminicida, no ha expresado sus condolencias ni ha empatizado con los familiares de las víctimas.
El caso también deja a su Batman sin máscara, capa ni disfraz. ¿Qué van a salir a presumir ahora?