La SEDENA pidió otros 20 mil millones de presupuesto adicionales para su empresa, Mexicana de Aviación (ya antes se le habían otorgado 800 mil millones de pesos). Estos se destinarán a adquirir aviones y equipamiento diverso para la operación de la compañía… El asunto es que, a la par de la solicitud de más dinero, sus directivos anuncian que Mexicana no comenzará a registrar ganancias sino hasta el 2028.
Si eso no fuesen suficientes malas noticias —y peores negocios—, las estimaciones que se hicieron públicas resultan ser irreales. Para tener ingresos, Mexicana deberá vender algo así como 6 mil 616 millones de pesos anuales en boletos. Cifra fuera de toda lógica (y con los vuelos de un solo pasajero, esto se vislumbra más que imposible). Deberá cubrir gastos por más de 13,700 millones de pesos anuales también (esto es, equivalentes a 163 mil 692 millones de pesos durante veinte años a partir de 2028).
Intentemos ser serios por un momento. ¿Cuándo será rentable Mexicana? Si uno le pregunta al Colegio de Ingenieros Mexicanos en Aeronáutica, la respuesta es: nunca lo será. Es más, si de ellos dependiera, instruirían a Mexicana suspender operaciones de inmediato. Su argumentación es impecable: (1) no tiene un objetivo claro; (2) no es viable; dejará de registrar pérdidas netas en el 2043; (3) requiere subsidios de aquí a entonces; (4) ningún gobierno sensato debe dilapidar esos recursos.
Lo que nos lleva al meollo de este asunto. Si los ingenieros mexicanos en aeronáutica saben que este no es negocio y los ingenieros en aeronáutica militares coinciden en ello, ¿para qué pedir 20 mil millones de pesos adicionales si no es para aceitar un esquema de corrupción? Es realmente lamentable (si bien debería ser aún más escandaloso que lamentable). Todas las aristas apuntan a lo mismo.
Recapitulemos. Se trata de una ocurrencia presidencial, pero también se trata de un proyecto que no arrojará beneficios. Además será un barril sin fondo que seguirá demandando subsidios. Y, adicionalmente, es ya un proyecto que le arrebata recursos a otros urgentes menesteres y apoyos de los que es responsabilidad del gobierno dar.
No se trata, por otra parte, de garantizar que la gente pueda volar más barato. Ese efecto es momentáneo, encima de estar sustentado en los mencionados subsidios (en otras palabras, los “boletos” le salen carísimos al ciudadano de una forma u otra).
Tampoco se trata de un proyecto que traslade pérdidas para cubrir pérdidas anteriores; de hecho, las pérdidas solo se incrementan más y más y más al no tener el número mínimo necesario de pasajeros en cada vuelo. O de que con este se vaya a financiar el Fondo de Pensiones del Bienestar; pues evidentemente, un negocio que solo registra pérdidas, no puede financiar un fondo ni ninguna otra cosa. Si acaso es al revés: el dinero que ahora pide Mexicana saldrá de la bolsa de las pensiones no reclamadas y que el gobierno se está robando.
A mí me inquieta la posibilidad de que toda esta estructura pueda terminar trabajando para allegados del gobiernos; para enriquecer a unos cuantos o incluso para ayudar a lavar dinero (con todo lo que ello podría implicar). ¿Mexicana no solo como la sumatoria de la incompetencia financiera, sino como algo mucho, mucho más lamentable?