Ésta es la Champions League de la equitación. Éste es el Masters de la equitación. Éste es el Wimbledon de la equitación. Se llama Wellington International y es uno de los eventos de mayor prestigio a nivel mundial para este deporte. La competencia se lleva a cabo en Palm Beach, Florida, durante el primer cuatrimestre del año porque las condiciones del clima son ideales para que lleguen jinetes y caballos de todas partes del mundo, principalmente de las frías y congeladas Europa y Norteamérica, que concentran el prestigio.
A diferencia de cualquiera de los otros eventos deportivos mencionados, donde sólo llegan los mejores del mundo, en el Wellington International puede participar cualquier multimillonario que tenga el dinero suficiente para pagar los altísimos costos de un deporte tan poco redituable como éste. Al desfilar por ahí uno ve a la hija de Steve Jobs, a la de Bill Gates, a la de Tom Brady. Del lado de México han asistido integrantes de las familias más ricas: los Hank, los Chedraui, los Azcárraga… y ahora también la Sedena.
Hace un par de semanas, al menos tres jinetes del Ejército Mexicano fueron vistos en la competencia en Florida, pero no al nivel élite, sino en los de menor dificultad que sin problema también se pueden encontrar en el Rancho Salazar del Estado de México o en Balvarena, Querétaro. Los representantes de Sedena saltaron obstáculos de 1.30 y 1.35 metros de altura, cuando el máximo nivel está en 1.60, al igual que los Olímpicos.
Los jinetes mexicanos, de quienes consta registro y videos en la página oficial de la competencia son Gregorio Martínez Hernández, con el caballo “Uruapan SDN”; Fernando Parroquín, con los caballos “Delicias SDN” y “Urike SDN”; y Citlali Elena Martínez Cortez, con “Dorado SDN”. Los tres aparecieron con su traje de gala hípico, color verde olivo.
En Wellington, saltar mucho o poco no hace diferencia en el gasto. Ser élite o no tampoco. Todos pagan por igual. En Wellington los caballos comen por igual. Consulté a especialistas sobre el tema para esta columna. Trasladar a tres caballos vía aérea, mismo número que utilizó la Sedena , cuesta al menos 15 mil dólares. Cambiarle la herradura a cada uno cuesta 500 dólares y eso se tiene que hacer cada tres semanas. Según la página oficial de la competencia, los caballos de Sedena estuvieron allá al menos un mes. El costo de la inscripción ronda los 3 mil dólares por jinete. Para una cuadrilla así tienen que viajar, hospedarse y comer los tres jinetes, un veterinario, un caballerango y un jefe de equipo, como mínimo.
Que la Sedena gaste en este deporte no es nuevo. El antecedente más recordado es el del general Humberto Mariles Cortés, que participó en los Olímpicos de Londres 1948 y regresó con dos oros, uno individual y otro por equipos, montando a “Arete”, en las épocas del presidente Miguel Alemán. Nadie está en contra de la promoción del deporte, pero en los supuestos tiempos de austeridad, ¿este lujo les parecerá necesario en Palacio Nacional? ¿Qué opinarán los atletas olímpicos que han peleado por sus becas y que los mandaron a vender calzones? Ojalá los jinetes mexicanos de la Sedena sigan yendo y algún día estemos celebrando sus saltos en los obstáculos de 1.60 metros.
Stent:
Una adivinanza: hay una ministra que lleva sus Tupperwares a la SCJN y pide que del comedor le pongan comida para llevar a casa. ¿Quién será?