“Look at what’s happened to me
I can’t believe it myself
Suddenly I’m up on top of the world
It should have been somebody else
Believe it or not, I’m walkin’ on air
I never thought I could feel so free
Flyin’ away on a wing and a prayer
Who could it be?
Believe it or not it’s just”
JOEY SCARBURY
“Isn’t there a white knight upon a fiery steed
Late at night, I toss and I turn
And I dream of what I need
I need a hero
I’m holding out for a hero ‘til the end of the night
He’s gotta be strong, and he’s gotta be fast
And he’s gotta be fresh from the fight”
BONNIE TYLER
Los triunfalismos del presente gobierno federal dan por hecho que Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta de nuestra nación. Les asisten los resultados de la mayoría de las encuestas, la sostenida popularidad de López Obrador y el conocimiento de la candidata —a través de y gracias a él— por parte de la población (los efectos de haber hecho campaña en pos de la Presidencia desde 2021…). Sin embargo, si ella gana, destino cruel, quien seguirá mandando es López Obrador.
Y es que independientemente de que sus votos serán sufragios en favor de AMLO, estoy convencida de que la sociedad mexicana consciente —e inconscientemente también— no se desprenderá de la figura paternalista que tiene del Ejecutivo federal para sustituirla por una de corte maternalista. En otras palabras, el mexicano promedio —sea un elector que se incline por el oficialismo o por cualquier alternativa de la oposición política— invariablemente asocia a la Presidencia de la República con un varón y no con una mujer.
En el caso concreto de la candidata de ‘Sigamos Haciendo Historia’, dada la fuerza de su jefe, mentor y antecesor y la natural conexión que tiene desde el punto de vista político y programático con él, el modificar el psique de la población a apuntarlo hacia una mujer como máxima autoridad de la administración pública sería aún más complicado y tardado en lugar de rápido y sencillo.
Así, lo que se pudo observar de la participación de la ex jefa de gobierno de la capital en el segundo debate presidencial, refleja dos cosas: (1) la estrategia propia y en el sentido electoral consciente de no divergir demasiado con el primer mandatario; (2) las limitantes que existen muy a pesar de ella y de que optara por distanciarse o no. Limitantes que no ha tenido que enfrentar ningún sucesor a la Presidencia ¡precisamente porque han sido varones y no mujeres! En resumidas cuentas, si a mí me preguntan en estos momentos si la población mexicana quería y sabría cómo relacionarse con una presidenta mujer, respondería que no.
Naturalmente, partiendo de lo anterior, uno podría decir que no poderse o no quererse desprender la sociedad mexicana de la figura de un hombre como cabeza de Estado, opera en favor de Claudia (a quien evidentemente se le asocia al presidente actual más que a Xóchitl). Y estimo que ASÍ ES y en gran parte la intención del voto en favor de la candidata del oficialismo responde precisamente a esa asociación que se hace de ella a la figura masculina de Andrés Manuel, más que a que la gente esté apoyando a la gestión, a los resultados, a la propuesta de la abanderada o al gobierno obradorista (y en sentido inverso es el efecto hacia Xóchitl y explica su dificultad para despegar electoralmente con mayor rapidez; ¡no tiene un hombre a su sombra/que la respalde!). La razón por la que se votará por Claudia será porque se quiere repetir a López Obrador. No se trataría de un segundo piso como ella clama, sino de que él y solo él siga al frente.
Pero eso mismo que expongo antes le estaría restando legitimidad a Claudia muy importantemente. Dicho de otro modo, ¿qué pensará Claudia al saber que los votos que recibirá no son a favor de ella, por ella, por sus propuestas, ni siquiera por la Transformación, sino por el simple hecho de que a ella, Claudia, se le asocia más a un hombre de lo que se le asocia a Xóchitl con un varón? La 4t apuesta para que siga la misma persona, que continúe López Obrador. ¿Es consciente Claudia de esto? Si es así, qué vergüenza debe sentir en su fuero interno. Si no lo barrunta, poco ha aprendido de política.
Claudia pudiera tener divergencias o no con el actual gobierno, podría trazar una senda propia o no, pero está atada de manos por cuanto a esa decisión.
La no separación de AMLO no es por voluntad o por estrategia, sino porque no puede. Sería un suicidio, pero no por el rompimiento que habría con López Obrador, sino porque sería un rompimiento con el psique esencialmente machista de LOS MEXICANOS por cuanto a su concepción que tienen de lo que es un dirigente político.
Si algo me llevo de analizar la intervención de Claudia Sheinbaum en el debate del domingo pasado es eso. Fuimos testigos de una candidata que no se manda sola. No porque así lo haya decidido o porque estratégicamente en estos momentos no deba hacerlo, sino porque no PUEDE (ni podrá después, agrego). La esquizofrenia en su actitud la delata: déspota, autoritaria, fría por momentos, pero siempre sumisa ante López Obrador. Poco o nada comentó de su proyecto de nación y sí en cambio hizo una eterna defensa de lo que hoy se tiene y una intención de emularlo a él para que la gente que escuchó o vio el debate, escuchara o viera al presidente y no a ELLA.
La supervivencia de su gobierno, entonces, en caso de ganar, dependerá de que la continúen asociando a un hombre.
¿Lo que vimos de Claudia en el debate es López Obrador imponiéndose a ella o más bien ella poniéndolo a él como centro del escenario de ella? ¿Tendríamos la peor combinación posible: una mujer autoritaria y soberbia, pero intentando emular a un varón para complacer la querencias sistémico-políticas de un pueblo? Si el pueblo bueno le da a Claudia el mando, será porque espera que mande Andrés Manuel.
Digámoslo así: tanto Claudia como Morena no son nada sin un hombre. Xóchitl, por cierto, tampoco. El país entero (bueno, la gran mayoría, que es lo que cuenta en nuestro sistema político) sigue rendido ante la figura presidencial absoluta de un varón; la gente en el fondo no sabe qué hacer con una presidenta mujer… empezando por los militares. ¿Los partidos políticos, pero en particular la 4t lleva “el techo de cristal” a su última forma: hacer parecer que una mujer manda, para que no sea así?
Hemos vivido en el hiperpresidencialismo que construyó antes el PRI y que luego reafirmó López Obrador con Morena y que viene asociado a un caudillo, sí, pero un caudillo macho/hombre/varón por definición, no a una mujer.
Haríamos bien en estar conscientes de ello para que luego, cuando gane Claudia o gane Xóchitl, no nos sorprendamos que no pueden/no las dejan terminar, concluir, completar su mandato.
Giro de la Perinola
1.- Atención: bajo la misma lógica trazada en este escrito, de NADA le servirá a Xóchitl decir que ella se manda sola (y que Vicente Fox estaba en su casa) si lo que la gran mayoría de la población mexicana —sea de la orientación política que sea— QUIERE es a un hombre (género masculino) a las riendas del país. Si acaso, me temo, le perjudicará.
2.- Ninguna de las dos tendría control sobre el gobierno, la(s) estructura(s) partidista(s) o el Congreso. Los posibles legisladores de la 4t o de la oposición, salvo contadas excepciones, no responderían a ellas. Serían gente de López Obrador, en un caso, y de las figuras masculinas del PAN-PRI-PRD en el otro.
3.- Me temo que como país estamos en el autoengaño: se habla de relevo generacional, para que en el fondo “los padres” o los líderes morales sean quienes sigan ordenando.
4.- Xóchitl estuvo mal en cuestionar a Sheinbaum sobre su exmarido, pero no únicamente por el golpe bajo o por entrometerse en cuestiones personales, sino porque lo que la hidalguense debía hacer es ahondar sobre la posición de pleitesía de Claudia hacia López Obrador. Este es el punto fundamental en sentido político: ¿qué tanto las mujeres siguen siendo dependientes de los hombres políticamente hablando?