El futuro senador sonorense y probable líder nacional del PRI y de la Cámara Alta, Manlio Fabio Beltrones, trae sumamente preocupado al presidente Andrés Manuel López Obrador. Sabe AMLO que desde esas eventuales posiciones de poder el sonorense podría ser factor, o instrumento, para que una parte del sistema político mexicano cobre facturas pendientes al tabasqueño y allegados.
Esto, independientemente de si la próxima presidenta sea Claudia o Xóchitl. Por eso AMLO, contraria a la lógica sexenal de cierre de sexenio, desarrolla una intensa actividad en el terreno legislativo, judicial, partidista y hasta con la siempre compleja relación con el gobierno estadounidense.
Es tanto y ruidoso ese activismo presidencial que opaca totalmente a su delfina. Claudia, sin personalidad propia, simplemente acata la línea del caudillo y recibe regaños cuando no actúa de acuerdo a las órdenes recibidas.
Ambas candidatas ya fueron rebasadas por los intereses. México es un botín que se disputa a sangre y fuego. Y gane quien gane la elección presidencial, después del 2 de junio la guerra se tornará más sangrienta.
Y en ese escenario Manlio construye astutamente su parcela de poder. Peña Nieto, todo hace suponer, no pesa ni participa en el mapa de guerra. Habría que recordar con qué presidentes Beltrones tuvo sus épocas de gloria. Exacto: Con Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón. Claro, entre los agraviados con ansías de revancha estarían algunos representantes de los poderes fácticos. Vicente Fox estaría como agregado cultural pero con alguna participación. Su protagonismo en nada abona a esta estrategia de revancha. Ernesto Zedillo, fuera de la lista. Fue el que congeló a Beltrones.
Obviamente todo esto es meramente hipotético. Es un escenario construido con retazos de historia, afinidades y probables alianzas para neutralizar el plan transexenal de AMLO. La misma historia resalta que ningún presidente mexicano ha logrado conservar su poder más allá de su sexenio. Plutarco Elías Calles es el último referente y ya saben cómo le fue. La historia se repetiría si AMLO y su candidata pierden la elección.
Y en esa línea hipotética aparece el nombre de otro sonorense, el actual gobernador Alfonso Durazo, también presidente del Consejo Nacional de Morena y enemigo político de Manlio. Su rol podría ser de simple observador pero es un activo que sería llamado a la línea de fuego si su participación es requerida por su pasado colosista.
Debemos recordar que AMLO intentó revivir el caso Colosio para, supuestamente, intentar involucrar a Beltrones en la eventual conspiración orquestada desde el poder salinista que terminaría con la vida de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Aparte está latente la investigación de la Operación Zafiro, que consiste en dinero destinado a campañas durante su gestión como presidente del PRI.
Por lo pronto, Durazo, quien tuvo sus diferencias con Claudia Sheinbaum, a la vista de todo el público en un acto partidista, no pesa en la actual sucesión presidencial. No participa en la campaña y en Morena el único que manda es AMLO.
Pero no debemos descartar su probable incorporación al cuarto de guerra morenista, si las cosas se siguen complicando. La elección presidencial se cierra peligrosamente para el actual régimen. Si la desesperación llega, podríamos ver en el cierre de campaña ondear la bandera colosista y a su lado el féretro del malogrado ex candidato presidencial sonorense.
En mayo se definirá el rumbo de la elección presidencial.
Beltrones estará en primera fila. Y en un descuido Durazo.
Bien dicen que en el amor, la guerra y la política, todo se vale. Hasta hacer campaña con el ataúd de Colosio.