No pocas veces a los columnistas se nos ha pedido prudencia y tolerancia. Prudencia y tolerancia ante la incapacidad y la intolerancia de Andrés Manuel…
Incapacidad e intolerancia, ¡vaya combinación! Incapacidad para mediar, incapacidad para comprender cifras e incapacidad para generar soluciones acordes a estas.
Intolerancia a cualquier pregunta que le contradiga, hacia ‘los otros datos’ —los reales—, ante los respetuosos cuestionamientos.
Por ello, partiendo de esa actitud tan típica de los tiranos, evidenciada en un monólogo de casi seis años llamado ‘mañanera’, urge la pregunta —la verdadera—: ¿debemos esperar a que termine su gobierno, a que haga a Sheinbaum a un lado, para llamarle autócrata a este señor?
Como López Obrador está especialmente salsita, crecido pues, los últimos dos días el mandatario —ese que no manda ni en el cómo ni en el qué— ha mostrado con especial ahínco su vena autoritaria en muchas de sus acciones; las medidas para arrebatar el dinero que no es suyo y para cercenar la defensa del “pueblo bueno” a las decisiones de cualquier presidente al querer modificar la Ley de Amparo son un par de ellas.
Pero su talante autócrata quedó perfectamente demostrado con las respuestas —y el modito al intercambiar palabras— que le dio a Vanessa Huac, reportera de Telemundo, quien estuvo en la mañanera de ayer. La actitud del presidente resume muchas de las cosas que ES López Obrador (y el obradorismo).
Es importante no olvidarlas. En esta ocasión me refiero solo a cuatro de ellas: inseguro y acomplejado y, por lo mismo, prepotente y bribón. Como el titular del Ejecutivo federal no quiere o no puede aceptar ni enfrentar la realidad, responde con falsedades. Peor aún, ¡faltándole el respeto a una mujer reportera! Porque eso es haberle dicho: “ustedes no son objetivos y no son profesionales”.
¿Carente de objetividad? ¡Andrés Manuel!
¿Quién no está siendo profesional? ¿La que señala una verdad sedienta o quien se ostenta como autoridad y no busca soluciones desde el poder supremo del Estado a un problema que se vuelve cada día más acuciante? Ni siquiera porque la realidad le muestra a López Obrador la falsedad de sus dichos, éste se inmuta. Prepotente chillón.
Terco en su prepotencia. Insistió en decir que él tiene “otros datos”, no importando que los mencionados por la periodista son generados por su propio gobierno. Por si fuera poco, hizo ver que todo esto consiste en una diferencia de opiniones, no de una incongruencia entre sus dichos y la información oficial. De eso se ha tratado todo este sexenio: la ideología, los prejuicios, las carencias mentales de una persona que se pone por encima del bienestar de toda una población. Y eso, estimados lectores, es la definición misma de tiranía, de autoritarismo.
¿Qué sigue? Todo apunta a que, con la sombra constante —velada o manifiesta— de López Obrador, autócrata es como habrá que referirse también a Claudia (en espíritu ya lo es)… ¡Qué horror!
Giros de la Perinola
1.- La candidata del oficialismo a una diputación local de Puebla, Nay Salvatori, fingió un asalto durante un traslado en su campaña. Ese nivel de burla no se lo merecen todos los que hemos/han sido robados, heridos, secuestrados o muertos.
2.- Después de la inauguración de la megafarmacia —y en vista del éxito no obtenido—, Nahle promete que serán unas camionetitas las que llevarán alimento hasta el rincón más lejano de Veracruz…
3.- La discusión de las reformas a la Ley de Amparo muestran nuevamente a un presidente que le incomoda ceñirse a la ley y que ha decidido modificarla con tal de lograr sus caprichos. Lo de menos es afectar la de por sí mermada capacidad de defensa de los ciudadanos ante actos de la autoridad. De prosperar en su intentona, AMLO provocará un daño a nuestras libertades individuales.