El presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó los riesgos de convertir la reforma a las Afores en un ruido electoral contra su candidata, y se apresta a decirles a los trabajadores en su último 1 de mayo: tengan, para que me recuerden, pensiones al 100%.
Fiel a su estilo, Andrés Manuel primero ordenó adelantar la reforma, sin temer el ruido y a sabiendas de que sobre el camino resolverían las contingencias.
La reforma ahorita, así meta un calambre a unos o dé metralla a la oposición, así no la promueva el secretario del Trabajo, no la defienda el de Hacienda y no la opere bien la secretaria de Gobernación.
Los 40 mil millones de pesos que se obtendrían de esta reforma no son cosa menor. El capital semilla pretendido originalmente para copetear pensiones era de 64 mil millones y duraba dos sexenios más. Con los fondos que ya “encontraron” libran de saque el siguiente.
Así, como fue abordado en este espacio semanas atrás, en 2027 unos 45 mil trabajadores que a mediados del sexenio siguiente se habrán jubilado bajo este esquema y con salarios menores a 16 mil 700 pesos, verán que su pago no se reducirá cuando dejen de laborar.
El Presidente sabe que un inmejorable cierre de sexenio en su relación con los trabajadores: el próximo miércoles, podrá presumir subida histórica del salario mínimo en cualquier sexenio, y dos reformas a las Afores a favor de los asalariados. Gran gran 1 de mayo.
Se trata de un éxito a pesar de que la aprobación de la iniciativa fue tortuosa, con lo que regalaron munición a los opositores que en la última parte de la campaña electoral podrán hacer proselitismo diciendo que Morena va contra los fondos de los trabajadores.
Es lo típico de este gobierno: anuncian una reforma, la echan a andar de forma discrecional, no tienen ningún cuidado en explicarla adecuadamente (se creen inmunes a mercados y críticas) y, detonada la polémica, incluso tratan de avanzar los alcances de la nueva ley.
Porque el caos no espanta a un Presidente que sabe que la oposición carece de los reflejos y credibilidad para generar daño; por ello mismo es que en medio de todo este proceso incluso surgieron “duendes” que, así fuera por unas horas, hacían más temible la reforma.
“Duendes”, esa figura de los tiempos en que el PRI trataba de salirse con la suya sin mostrar la mano para, en la eventualidad de ser cachados en el acto, poder aducir inocencia y hasta fingir indignación si se les acusaba de abusivos y tramposos.
Tal recurso se ha reactivado en esta ocasión: los de Morena invocaron a los “duendes” porque no pueden nombrar en vano a quien una y otra vez les ordena no cambiar “ni una coma”. Así que la mano de dios que trató de meter ese gol ya sabemos de quién es: está en su naturaleza.
De paso, el mandatario refuerza, en detrimento de no pocos líderes sindicales, la imagen del Presidente como el gran benefactor. Los trabajadores le deberán a él, y no a sus líderes gremiales, este nuevo, y nada menor, beneficio.
Andrés Manuel se retirará del Palacio Nacional en medio de pláticas con la CNTE, con el SME de su lado así les deba algunas cosas, pero sobre todo habiendo, al estilo priista, cooptado a los charros del SNTE y minimizado a centrales obreras que hoy viven en la inanición: CTM.