Ejercer la crítica ante lo que son las descomunales y notorias fallas de este régimen está dejando víctimas en nuestro país. Empezando por los periodistas asesinados; muestra mortal y cruel del desprecio hacia el gremio. México ocupa el deshonroso segundo lugar en asesinatos de periodistas, después de la región de Gaza; el primero en desaparición de corresponsales.
Pero hay otra forma en que, ante el embate del autoritarismo del gobierno, los periodistas son “terminados”. Se dirá lo que siempre se dice: “no tenían o menguaron en rating”, “se trata de ajustes en las líneas editoriales”, etcétera.
Esta semana hemos sido testigos de como dos medios prescindieron de dos profesionales de la pregunta certera y de la crítica aguda. Laura Brugés de Radio Fórmula y Carlos Bravo Regidor de Reforma. Pero no han sido los únicos en fechas recientes. Hace un mes, a Azucena Uresti le dieron las gracias en Milenio TV; en diciembre fue Martín Moreno-Durán de SinEmbargoMX (a este último lo despidieron vía correo electrónico). La lista continúa.
Así el compromiso con el periodismo, con la pluralidad y con la libertad de expresión de nuestros tiempos…
Pero a partir de este pasado fin de semana se percibe un giro particularmente brusco en este sentido. Es evidente que los principales medios de comunicación (tanto escritos, como radio y TV) se han reacomodado en previsión, de acuerdo a sus expectativas para este 2 de junio. Muchos —la mayoría de los que faltaban— hicieron ya su apuesta electoral por ‘la continuidad’. No sé si a favor de la furia total que significará el segundo piso del obradorismo, pero sí decantándose por una suerte de arreglo con el oficialismo. Valga Reforma de referente; despidieron a Carlos Bravo Regidor y en su lugar entra Vanessa Romero, apologista del régimen.
Como ya dije, se hablará de autocensura. Se dirá que la mano del gobierno no tiene nada que ver. Pero, díganme ustedes, ¿qué mayor esquema de control que unos dueños de medios de comunicación que, para transitar financiera, estratégica, ideológicamente, deben reacomodarse de esa forma? ¡Desde el poder se está aniquilando el porqué de la industria informativa y se le está convirtiendo en un enorme aparato de propaganda oficialista!
¿Qué les prometió Morena, López Obrador, Claudia Sheinbaum? ¿Fue una decisión consensuada o unipersonal desde Palacio o desde la casa de campaña de Claudia? Visto el súbito cambio en el ambiente, las anteriores preguntas son válidas.
El cerco informativo está siendo cada día más evidente; el desbalance de toda la industria de los medios de comunicación formales, también.
Ni siquiera un posible autoconvencimiento de su propia derrota explicaría lo que Xóchitl advirtió: “A los medios, no ayuden a afilar la guillotina que después será usada en su contra.”
“Se equivoca”, dirán algunos, “por cuanto a resultados electorales nada está definido”. “Exageración”, clamarán otros, “en lo relativo a la presión gubernamental hacia los medios”. Yo digo que ya pasó a ser muy evidente el silencio en algunos de los principales conductores, la balanza inclinada en favor del régimen disfrazada de equidad de otros y la evidente pleitesía del resto.
¿Cuál es la apuesta?, ¿retirar a los periodistas incisivos?, ¿prescindir de las voces críticas que antes les permitían a los medios navegar con aires de imparcialidad, libertad, equilibrio, pero que hoy ya no son de utilidad? ¿Integrar solo a cercanos al oficialismo?
A estas alturas algo debe ser ya muy evidente para todos los periodistas y analistas de opinión: los críticos al obradorismo seremos dispensables. Nuestros días están contados.
Se acerca el final de muchos en la industria; la 4t la cimbró y los dueños de los medios solo hicieron su apuesta final.
‘A toro pasado’ se puede afirmar ahora que el agarre no iba a ser estridente. Este régimen apostó por la misma jugada que está sirviendo para aniquilar a los órganos constitucionales autónomos: estrangular sus presupuestos, hacerlos a un lado en las decisiones de peso, impregnarlos de adictos a la ideología oficialista.
Las presiones a la libertad de expresión no pueden tolerarse de ninguna forma, pero —tristemente— los verdugos de la información no lo ven así.
Giro de la Perinola
‘Sin querer, queriendo’, López Obrador mencionó en su mañanera que el SAT le había realizado auditorías a Joaquín López Dóriga y a Ciro Gómez Leyva (estas tuvieron lugar ya hace más de año y medio) y que había detectado que estaban mal sus cuentas contributivas. Las auditorías ya concluyeron y se está en etapa de determinaciones judiciales. Pero es ahora, marzo del 2024, que López Obrador comete nuevamente el delito al revelar información fiscal de esos comunicadores. El propósito: sembrar la duda de las actividades de los conductores y de su honestidad periodística.
AMLO utiliza el poder del aparato del Estado. Suelta datos y esto lo hace pasar como una más de sus acciones inocuas, cuando que las mismas son ilegales y de censura. Esta es una pequeña parte del cerco informativo que él mandatario promueve y al que yo me he referido en este escrito.