El órgano constitucional autónomo y la ombudsman de los derechos de los individuos ante el abuso gubernamental quedaron sepultados bajo una “piedra”. Rosario Piedra Ibarra hizo de la CNDH una institución totalmente dependiente del Poder Ejecutivo y su caja de resonancia.
Sacrificó su función de defensa de los ciudadanos ante el abuso gubernamental y se convirtió en el llanto de Vicente Serrano: “Condenamos la agresión física en agravio del periodista Serrano, atribuida al actor Héctor Suárez Gomís”. ¿Y la provocación del primero?
En todo caso, la Comisión no está para trabajar esos casos; sí, en cambio, para señalar los abusos de autoridad. Ante la marcha por la democracia del pasado 18 de febrero, Rosario Piedra salió a condenar el supuesto pronunciamiento “racista” y “clasista” de Lorenzo Córdova. Además de piedra, cínica.
Ahora resulta que, en lugar de defender a la población, la señora la hace de ariete de Palacio Nacional. Está posicionada en defensa de López Obrador —víctima eterna— y actuando en contra de la “campaña sucia” que señala posibles vínculos del primer mandatario con el narco.
Su celo partidista (que no democrático o de defensa de los derechos humanos) sobrepasó cualquier nivel de pleitesía al decir que Claudia Sheinbaum es la “única candidata que hizo referencia directa a los derechos humanos durante su inicio de campaña”.
Piedra sepultó el sentido apartidista que deben tener las instituciones públicas; abiertamente critica a Xóchitl y alaba a Sheinbaum. Con prepotencia electorera, la CNDH se ha convertido en buró de propaganda del actual régimen. No en balde, Ciro Murayama, exconsejero del INE, señaló que el actuar de Piedra es una ilegalidad y un abuso, pues es el INE quien debe dar seguimiento a campañas, discursos, spots, propaganda, etcétera y no la Comisión.
Perdimos a la CNDH cuando Rosario Piedra se convirtió en su presidenta; si bien, emulando a AMLO, sigue demostrando que puede enlodar aún más a tan noble institución cada día que pasa.
Mientras Piedra prueba que ya no hay una CNDH, Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, dijo que se debe proteger de la violencia a la sociedad mexicana de cara al importante periodo electoral que transita. Obvio, esto enojó al inquilino de Palacio, quien sentenció: “el alto comisionado es muy, con todo respeto, muy tendencioso, está en contra de nosotros y hace comparsa con los que quieren demostrar que México es un país muy violento”.
El presidente señala a la ONU de “adversaria” y a los periodistas como “culpables”, a la vez que la CNDH la hace de su golpeadora oficial frente a todo lo que a él no le gusta.
¡Jíjole!, no sé si haga comparsa con los más de 180,000 muertos por violencia o con los más de 150,000 desaparecidos. Pero, dado que no puede comunicarse con ellos ni con los más de 18 candidatos asesinados por el fuego del crimen organizado, lo dudo mucho.
Una cosa es clara: ni con todos los muertos López Obrador entiende el nivel de la violencia que se vive en este país. Debería tener cuidado, las “piedras” no tienen lealtad. Ha sido tal la destrucción institucional relativa a la Comisión, que no sorprendería que en un futuro no muy lejano una distinta piedra se dedique a perseguirlo y a enterrarle sus derechos humanos.
Ya será otra CNDH actuando de agente proselitista en otro tipo de campaña.