La ruta que está tomando el pleito entre el presidente López Obrador y el empresario Ricardo Salinas Pliego se vuelve cada vez más tensa e incierta. A las acusaciones de corrupción del funcionario en los programas sociales y a sus duras críticas en contra de la falta de transparencia en las que él llama “obras faraónicas” del presidente, la respuesta desde Palacio Nacional fue exhibir y publicar todas las deudas que el dueño de Grupo Salinas tiene con el SAT y, so pena de violar el secreto fiscal, las cuentas que le hizo en las redes sociales el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas –a quien Salinas llama el “líder de los radicales” y se refiere como “bañagatos”– aumentaron la deuda oficial del tercer magnate de México a los 63 mil millones de pesos.
Es decir que, si como decía Newton “a cada acción corresponde una reacción”, en esta confrontación entre el poder político y el económico las acciones de uno y otro lado están escalando a un nivel vertiginoso, al igual que las reacciones que le siguen de una y otra parte. Porque hasta antes del video que difundió el miércoles por la noche en sus redes sociales, donde habla de la corrupción en el actual gobierno diciendo “que ya apesta mucho” y, aunque afirma que el presidente es su “amigo y él es honesto”, sostiene que López Obrador está rodeado de corruptos, las cuentas que había hecho el propio presidente sobre los adeudos de Salinas Pliego al SAT eran de entre 25 y 30 mmdp; pero después de ese video, y con la anuencia de su jefe, el vocero Ramírez Cuevas reveló detalles de nuevos adeudos que duplican el monto de la morosidad fiscal del dueño de TV Azteca.
A estas alturas está claro que en esa relación, que los dos siguen refiriendo como “amistad” hay un punto de ruptura en el que no parece ya haber retorno y, por el contrario, el asunto camina cada vez más hacia los cauces legales en los que, si el tercer hombre más rico del país no liquida sus deudas, el gobierno federal podría proceder legalmente, aunque eso también depende de la defensa legal que ha iniciado el propio Salinas Pliego y que le pide esperar al presidente para que sean “las instancias del Poder Judicial las que determinen si se trata de cobros justos o injustos”.
Y en el Estado de Derecho al que tanto apela el magnate, tiene todo el derecho de defenderse y de buscar el amparo de la justicia federal, aunque está claro que eso es algo que no le gusta para nada a López Obrador que sabe que la Suprema Corte y los jueces no están a su favor y, a fuerza de criticarlos y denostarlos todo el tiempo, ha logrado que el Poder Judicial de la Federación se cohesione y revise con lupa cada asunto, controversia o amparo que involucra al gobierno federal y a sus decretos, leyes o acciones, por lo que Salinas Pliego sabe que, de tener la razón en su argumento de cobros injustos e indebidos, la Corte y los jueces y magistrados le darían la razón.
Pero a reserva de las acciones legales que ya ha interpuesto el magnate y del curso que varias de ellas llevan en las instancias del Poder Judicial o incluso de los nuevos recursos legales que decida ejercer, también es un hecho que si la confrontación sigue escalando como hasta ahora, y Salinas Pliego sigue en su actitud retadora y desafiante al gobierno federal y a los radicales a los que él llama peyorativamente “gobiernícolas”, la paciencia del gobierno federal, del presidente y del SAT podría agotarse.
Y en ese escenario cobra sentido una versión que se escucha en las cúpulas de la 4T y que dice que el presidente va a seguir estirando la liga y tensando el pleito con Ricardo Salinas Pliego, para llevarlo hasta el límite legal en el que, si el empresario no paga todos sus adeudos e intereses, el siguiente sea proceder legal y penalmente en contra del magnate por delitos de evasión fiscal y, si el asunto escala, hasta de delincuencia organizada.
Pero, ojo, el presidente López Obrador no llegaría a ordenar que el SAT inicie una querella legal contra el empresario, porque eso se lo reservaría a Claudia Sheinbaum que, de ganar la Presidencia, una de sus primeras acciones, que sería un golpe político que le ayudaría en su legitimación, sería ordenar la detención del tercer hombre más rico del país. Y en el contexto en el que podría llegar a la Presidencia la actual candidata oficialista, con la desconfianza, recelo y hasta resentimiento de los grandes empresarios a los que maltrató, acusó y estigmatizó el presidente, un golpe de tal magnitud en contra de Salinas Pliego, le ganaría de inmediato no sólo una mayor legitimidad para su Presidencia, sino también el respeto automático de todos los hombres de poder económico y político en México.
Por eso volvemos a la pregunta inicial: ¿Hasta dónde llegará el pleito AMLO-Salinas Pliego?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de la columna de ayer sobre “La Guerra por la CDMX, peligra el dominio de Morena”, personajes cercanos al cuarto de guerra de la candidata morenista, Clara Brugada, nos buscaron para comentarnos que “la percepción de que la contienda en la ciudad de México está presuntamente reñida es algo que promueven los panistas. Porque según el Tracking diario de encuestas que realizan sus estrategas, ningún día desde que arrancó oficialmente la contienda, Clara ha bajado de 15 puntos de diferencia, incluso ellos sostienen que su candidata subió después del debate del domingo. Incluso nos revelaron los brugadistas que la semana pasada ya hubo un encuentro directo entre Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, que después de las diferencias y el distanciamiento que se hizo público en el famoso y viral manoteo de las dos candidatas cuando los tomaba muy de cerca el camarógrafo del Bienestar, no se habían reunido y la semana pasada comieron juntas “para afinar la estrategia” con la que las dos piensan hacer el 1-2 para Morena y ganar la Ciudad de México y la Presidencia de la República. Del encuentro dicen que fue cordial y que las dos abanderadas se juraron lealtad y amistad. Con todo y eso, los mismos cercanos de Clara reconocen que al final la elección capitalina resultará más cerrada que la elección presidencial… Los dados mandan Serpiente. Descendemos.