La Guardia Nacional, esa que supuestamente no está bajo mando militar y que ciertamente tampoco está combatiendo al narco, tomó por la fuerza un campo de golf concesionado al empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego. Se sabe: abrazos, no balazos para los delincuentes. Para los empleadores y sus trabajadores, la fuerza de la Guardia Nacional.
El pueblo bueno y sabio, los ciudadanos, ¿dónde preferimos que estén desplegadas las fuerzas del orden y nuestros impuestos? ¿“Cuidando” un campo de golf o velando por la seguridad de la población en las ya innumerables regiones tomadas por el crimen organizado?
Menuda farsa ha sido esto. Todo sea por no hablar de una candidata que ya ni entre los beneficiarios de los programas clientelares del gobierno levanta pasiones.
López Obrador proclama que “amor con amor se paga”, pero ello no es con todo el mundo. Eso funciona con su familia, con sus amigos (y ni siquiera con todos, ahí tienen a Salinas Pliego). Con quienes AMLO sí demuestra amor cuasi incondicional es con las Fuerzas Armadas. Ya lo he dicho: su corazón late verde olivo.
El mandatario dice que en contra del empresario no hay “nada personal” (y viceversa). ¿Pensarán en aquella telenovela producida en los 90s por Argos para TV Azteca? En esta, el “no hay nada personal” significaba que había de todo, lo personal y lo impersonal.
“Tío Richie” dice que la toma del campo de golf es una forma de desviar la atención sobre el asesinato del estudiante de Ayotzinapa. Puede que tenga razón. Lo que ya no cabe la menor duda es que es una muestra de lo que la actual administración (y su segundo piso, si esta continúa) son capaces de hacer con las concesiones a empresarios.
Y el asunto atípico no es tanto el retirar concesiones, sino que eso debiera hacerse por medios legales y en santa paz. Aquí se usó a la fuerza pública para amedrentar a trabajadores y en una suerte de demostración de que la voluntad de un individuo está por encima la ley.
Ahora, un campo de golf que bien que mal generaba empleos, se vendrá abajo o, bien, será dado en “concesión” a algún familiar del presidente, amigo de la familia gobernante o, por qué no,… a los militares. ¿Pago por adelantado para que lo apoyen tras la jornada electoral?
Además de ilegal, el quitarle el campo de golf a Ricardo Salinas conlleva una dedicatoria parecida a una venganza… bastante personal. El empresario trajo a Cayetana Álvarez a México a dar un par de presentaciones; española quien, en territorio nacional, no dudó en señalar los múltiples problemas de la cantaleta de “abrazos, no balazos”. (Y que conste, no por ello defiendo ni la intervención de la extranjera ni el contenido de lo que ella dijo en México).
Pero vamos a lo que sí es un hecho: ante un país herido, con más de 180,000 asesinatos y 150,000 desaparecidos, la prioridad es tomar un campo de golf por la fuerza…
Necesarias las preguntas: ¿en qué beneficia eso al pueblo?, ¿o, más allá de un tour de force con Salinas, el proceso judicial para obtener pagos impositivos del empresario?
¿No les parece que López Obrador continúa radicalizándose más, aún más? A mí así me lo parece y eso nada bueno puede augurar.
Giros de la Perinola
1. El quitar un bien concesionado por la fuerza, sin tomar en cuenta la ley, es populismo puro de un gobierno con aspiraciones dictatoriales. No le busquen más.
2. Después de que Xóchitl Gálvez criticara a la Secretaria de la Marina, Claudia Sheinbaum dijo que es una falta de respeto hacerlo sin pruebas. Sería bueno la corcholata le dijera lo mismo a su jefazo de campaña; ese señor, cada vez que acusa de corrupción y de complots, lo hace ¡sin presentar ni una sola prueba!
3. López Obrador comparó al INE con la Inquisición y se victimizó de que tenía que “enlatar” su entrevista con —esa sí— una impresentable extranjera que pisó tierra mexicana. Pobre víctima… Que el mandatario aprenda un poco de historia; en la Inquisición quemaban obras y a personas, no las enlataban. Y ciertamente eso que hacían no lo realizaban previa solicitud respetuosa.