Se frustró, porque era sencillamente inviable, la intención de reabrir el caso Colosio en el 30 aniversario de su asesinato. Tuvo toda la razón su hijo Luis Donaldo Colosio Riojas, actual candidato a senador por MC, al reclamar que, si se considera que ya cumplió su condena, se deje libre al asesino, Mario Aburto, pero que Aburto se vaya del país, que acaben las manipulaciones políticas que una y otra vez se hacen sobre el crimen más doloroso de la política mexicana en décadas.
La muerte de Colosio no se llena con frases, homenajes y preguntas sin respuesta. Esas respuestas ya no las vamos a tener, ha pasado demasiado tiempo y la política ha borrado muchas historias y sembrado otras. Pero sería sano preguntarnos hoy qué llevó hace 30 años a ese virtual magnicidio para poder trascenderlo.
Colosio fue asesinado luego de una turbulenta campaña electoral, marcada por el levantamiento zapatista, el desconocimiento de su candidatura por parte de Manuel Camacho, los secuestros de Alfredo Harp y Ángel Lozada y los rumores de que el candidato podía ser reemplazado. Pese a todo, Colosio parecía, en marzo, haber logrado, por fin, que su campaña despegara. El discurso que dio el 6 de marzo en el Monumento a la Revolución sigue siendo la principal muestra de su ideario político. Ese día, Colosio mostró las imágenes del México que veía y soñaba.
El 22 de marzo, Camacho llamó a Donaldo y aceptó que no buscaría quedarse con la candidatura presidencial. Dicen sus más cercanos colaboradores que ese día, por primera vez desde el primero de enero, se vio sonreír a Colosio. Pero todo eso se hizo trizas 24 horas después. En un oscuro paraje de Tijuana, en Lomas Taurinas, en un lugar en que el Estado Mayor Presidencial, por seguridad, insistió en que no se debería hacer un mitin, fue asesinado.
Todo estuvo mal: el lugar, la ubicación del templete, que, en realidad, fue la caja trasera de una camioneta, la ruta de salida, que lo obligaba a hacer un recorrido entre la gente sin posibilidad de establecer un cordón de seguridad. Fue un acto un poco desangelado, uno más de los que se realizan diariamente en una campaña política. Y ahí lo mató un joven con ínfulas de grandeza y origen desconocido, Mario Aburto.
¿Por qué Aburto mató a Colosio? Sólo un periodista, Jesús Blancornelas, ya fallecido, logró entrevistar a Aburto y, en realidad, no le dijo nada. No ha dicho nada sustancial en 30 años. Éste fue su testimonio, escrito, para la investigación del fiscal especial, Luis Raúl González Pérez, que fue el único que hizo una investigación exhaustiva y final sobre el crimen. Se respeta la transcripción original.
La traia del lado derecho de la sintura y casi me tiran la pistola. Entonces la saco para meterla a la bolsa de mi chamarra derecha. La saqué con la mano derecha. Me calaba mucho la bola de la pistola donde van las balas porque el pantalon que traia me quedaba muy apretado de la sintura. Desde que sali de mi trabajo ahi traia el arma por eso. La saqué para que no se me callera y no me siguiera calando.
Entonces trato de taparme con la jente para poder guardarla. Volteo a mi isquierda y despues a la derecha para ver si aora sí puedo salirme. Pero devido al espacio que habia no podia porque se miraria mas la pistola. Entonces pienso ponerla en la sintura por enfrente del pantalon, pero no quise por que despues me calaria mas y talvez no me dejaria caminar.
Me ago asia mi costado isquierdo tapando la pistola con mi cuerpo para cuando me tapara con la jente de la isquierda poder meter la pistola a la bolsa derecha de la chamarra. Aalcanzo a mirar que el Lic. Colocio con la mano isquierda desplasa a una señora de lentes en la cabesa y que parecia traia unos papeles en la mano. Tropieso lebemente logrando mantener el equilibrio, abriendo un poco mis pies, el derecho adelante y el isquierdo atras y alcanso a jirar asia mi isquierda. En eso siento un puntapie en mi pantorrilla derecha y also la mano derecha para apollarme de alguna persona, sin acordarme que traia la pistola en la mano. Y es cuando se activa el arma devido al puntapie en la pantorrilla y a que se contraen mis musculos y nervios devido al dolor del golpe. Se olle un disparo tan fuerte que quedo aturdido y siento un mobimiento muy fuerte en mi mano derecha al oirse el disparo. Y no veo nada, no pudiendome dar cuenta asta esos momentos que era lo que avia pasado. Yo iva callendo devido a que perdi el equilibrio por el golpe en la pantorrilla, y en eso siento que alguien me arrebata el arma y caigo sentado, y alguien cae sobre mi.
La versión es insostenible.
La vertiente del narcotráfico ahí sigue también. Todo comenzó en el Golfo. De ahí, de Tamaulipas, partió el revólver Taurus que utilizó Aburto para matar a Colosio. Había sido comprado dos años atrás. Un mes antes del asesinato, un prominente hombre del Golfo, Humberto García Ábrego, había sido corrido, por órdenes del propio Colosio, de una cena que se le había hecho al candidato en Monterrey. Aburto tenía una lejana relación familiar con la banda de Los Texas, los más importantes sicarios en Tamaulipas en aquellos años. Sus mandos se denominaban Águila Uno, Dos y así sucesivamente. Aburto se llamaba a sí mismo Caballero Águila. Los datos se acumulan, pero nunca fueron indagados a fondo, quedaron, como el propio asesinato, en un cono de sombra.
En fin, Colosio merece ser recordado por sus ideas, su personalidad, por lo que pudo haber significado y transformado. Coincido con Donaldo hijo. Dejémoslo descansar en paz.