Un tabique de documentos se presentó frente a los ojos de Luis Rosendo Gutiérrez Romano, el operador financiero de Marcelo Ebrard. Era el expediente de su jefe: los contratos de la Línea 12 y los vínculos con un controvertido fideicomiso en Singapur donde salen salpicados no solo el excanciller, sino sus cercanos y hasta el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, quien fue su secretario de Finanzas en el gobierno de la Ciudad de México en los años en los que se construyó esa polémica obra.
Según fuentes de primer nivel, ese expediente se puso sobre la mesa como un mensaje de Claudia Sheinbaum a Marcelo Ebrard: te alineas o esto empieza a salir a la luz. Marcelo Ebrard se alineó. Se conformó con ser el número siete de la lista plurinominal de candidatos del oficialismo al Senado, y uno que otro puesto para sus cercanos. De qué tamaño será la debacle que su cercanísimo Javier López Casarín es solamente candidato a la alcaldía de Álvaro Obregón, Ciudad de México, donde la oposición tiene las de ganar. Fue una derrota brutal para Ebrard. No tiene ni cerca lo que tenía antes. Migajas y humillación para el político que se posicionó como el gran estratega del sexenio, el funcionario ejemplar, el que amagó con romper con Morena, que denunció que le hicieron fraude, que dijo que le perpetraron una chicanada. Migajas y humillación. En cambio, sorprendieron las posiciones que obtuvieron para sus respectivos grupos políticos Adán Augusto López, Mario Delgado y Ricardo Monreal.
De acuerdo a lo que me informan, el expediente que dobló a Ebrard no lo armó el gobierno federal. Ni siquiera la administración de Sheinbaum en la Ciudad de México. El expediente sería el que se armó durante la administración de Miguel Ángel Mancera, sucesor de Ebrard en la Jefatura de Gobierno de la CDMX y hoy una de las figuras del PRD, que integra la alianza opositora que postula a Xóchitl Gálvez. ¿Cómo llegó ese expediente al cuarto de guerra de la campaña presidencial de Morena? Hay quien asegura que fue a cambio de un pacto de no agresión Mancera-Sheinbaum. Eso se verá con el tiempo.
En el cuarto de guerra de Sheinbaum tuvieron la percepción de que el hombre más rico de México, el ingeniero Carlos Slim, se la jugó con Marcelo Ebrard en la contienda de las “corcholatas” por la candidatura presidencial de Morena. Los unían los viejos lazos de la construcción de la Línea 12 del Metro, cuando Ebrard era jefe de Gobierno.
Pero Ebrard perdió. Lo arrasó Claudia Sheinbaum. Después de esto, cuentan las fuentes, el ingeniero Slim buscó tender un puente con la candidata favorita de López Obrador, pero este puente recibió dinamita cuando el ingeniero ofreció una larga conferencia de prensa en la que la declaración más relevante fue que la tragedia de la caída de la Línea 12 no fue por problemas de construcción, sino de mantenimiento. O sea, no fue culpa de Marcelo sino de Claudia.